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Ansias de riqueza

El negocio de las silas amuscariadas era un éxito, todos lo sabían, ninguno lo delataba, Sam y Jack ganaban tanto que repintaron la destilería y repararon algunas cosas dentro de ella.
Las silas amuscariadas tenían un sabor muy adictivo, de ahí su gran éxito:

Sam: Que te dije? Fue arriesgado pero valió la pena.
Jack: Esta bien, tuviste razón esta vez, mañana seguimos con las mejoras en tu casa?
Sam: Definitivamente, quiero ponerle un puesto para curtir pieles y vender la carne de todo lo que cazaré.

Ambo tenían muchos planes pero no se enteraron de que un guardia había entrado a la destilería, vestido de ciudadano, había acabado su servicio por ese día y quería beber algo.

Sam: Buenas noches caballero, le sirvo algo?
Guardia: Si, un aguamiel y dos bollos dulces, gracias.
Jack: Aquí en mi destilería se venden cosas..... exóticas.
Sam: Le interesa?
Guardia: Cosas exoticas? A qué se refiere con eso?
Jack: Pues no se lo diga a nadie pero, vendemos un pequeño fruto que aromatizará su bebida y gustará a su paladar.
Sam: Silas amuscariadas, frescas y dulces, en su punto exacto para el consumo, por el económico precio de 200 monedas por fruto, que dice?
Guardia: Puedo verlas? Me interesan. (Siguiéndole la corriente a Sam y Jack)
Jack: Claro, acompáñenos a la cocina a hacer negocios.

Jack era amigo de casi todos en El Puerto, incluso de los soldados, pero éste acababa de ingresar a las filas y era nuevo, y por su contextura acuerpada Jack pensó que se trataba de un herrero o un leñador.

Sam: Aquí están, las silas amuscariadas más dulces y maduras que puedas ver, elige la que gustes y haremos negocios.
Guardia: Esta bien, ya tengo muchas pruebas, me llevaré esta caja y de paso me los llevaré a ustedes, han cometido allanamiento al campo de entrenamiento de la Armada de Hillberg y rompieron la ley de extraer silas amuscariadas del lugar.
Jack: Ah si? Muéstranos tu *sello.
Guardia: Aquí está, ahora vengan conmigo, están en muchos problemas, no verá la luz del día como antes muchachos.

* Todo guardia y soldado para ser reconocido se le colocaba el sello de la Armada en su brazo o pierna.

Sam no sabía qué hacer, Jack estaba nervioso, pues perdería su destilería e irían al calabozo, Sam tuvo tiempo para pensar algunas ideas para librarse de este lío, aprovechó que el guardia estaba ocupado con Jack y lentamente se deslizó sobre unas estanterías y agarró una vasija de barro muy gruesa y justo en el momento en el que el guardia se dió la vuelta, Sam le rompió la vasija en su frente, Jack se quedó sin habla, ¡había dejado inconsciente a un guardia! La destilería estaba llena así que los clientes no había oído el ruido, Sam y Jack no sabían qué hacer o qué decir cuando el guardia despierte:

Jack: ......
Sam: Tranquilo, esta todo bien, sé como solucionarlo.
Jack: ¡No! No esta bien, ¡tenemos a un guardia desmayado en la cocina!
Sam: Tranquilízate, tengo un plan, le echamos vino y cerveza encima y lo dejamos en los bosques de atrás.
Jack: Pero lo recordará, volverá y nos aprisionará.
Sam: Lo sé, pedirá ayuda y cuando se acerque a los guardias ellos creerán que estuvo bebiendo y no le harán caso.
Jack: Pero si los trae nos verán la caja.
Sam: Entonces... hay que lanzarlo por el río.
Jack: Estas loco? Y si lo matamos? Y si no despierta a tiempo?
Sam: Quieres estar en el calabozo?
Jack: Claro que no pero tampoco quiero ser un asesino.
Sam: No te preocupes, lo lanzamos y nos ocultamos, ya que está inconsciente el agua lo despertará y podrá nadar, todo esta planeado, hazme caso.
Jack: Esta bien, solo porque no quiero gastar mi vida en una prisión.

Sam y Jack agarraron el cuerpo de brazos y piernas y salieron por la puerta trasera de la destilería, casi trotando llevaban el cuerpo del guardia hasta el rio Calisno, el cual terminaba en una cascada muy alta.
Era muy de noche y casi no podían ver por donde iban pisando, Sam se guiaba por el sonido de la cascada. Al llegar pusieron al guardia en el suelo para descansar un poco, estaban dispuestos a lanzarlo cuando de pronto el guardia despertó.