Maris se despertó en una cama vacía, pero el aroma más increíble que jamás hubiese olido flotaba en el ambiente. Hizo que le crujieran las tripas de hambre. Salivando, dejó la cama y vio la bata que Ture había dejado cubriendo sus ropas en una silla cercana.
Se la puso y fue a investigar el cálido aroma. Cauteloso, escudriñó si Anachelle continuaba atrincherada en su habitación o se había ido. Ya que tenía tantas cicatrices en las piernas como en el resto del cuerpo, no le gustaba que otros las viesen. Si los retortijones de hambre no fueran tan atroces, se habría vestido primero.
Siguiendo el olfato, encontró a Ture solo en la cocina.
Como si sintiera su presencia, Ture se dio la vuelta con una sonrisa.
—Hola, cariño. ¿Dormiste bien?
Asombrosamente, lo hizo.
—Sí. ¿Y tú?
—Como un bebé. —Ture le colocó un beso rápido en los labios y regresó al fogón.
—¿Dónde está Anachelle?
—Salió hace algunos minutos para un reconocimiento médico. —Le dio un vaso de zumo a Maris—. Recién exprimido, es mi particular zumo y mezcla de especias que está garantizado para espabilar hasta al noctámbulo más acérrimo.
Buena suerte con eso. Ni siquiera la instrucción militar había conseguido eso, de ahí venían casi la mitad de las cicatrices físicas. Pero cuando Maris lo bebió, le despertó, y estaba delicioso.
—Joder, eres un dios en la cocina.
—Prefiero ser una diosa. —Ture levantó las cejas con orgullo.
Sonriendo, Maris se aproximó.
—¿Puedo hacer algo para ayudar?
—¿Quieres picar la cebolla? —Ture gesticuló hacia la isla donde una estaba esperando.
Maris se movió hacia la tabla de cortar. Junto a ella, Ture había cortado un bistec en dados. Cogió el cuchillo que estaba entre los dos artículos y extendió la mano para alcanzar la cebolla.
Ture soltó un chillido de protesta.
—¡Oh Dios mío, alto! No te muevas.
Desconcertado por el pánico en el tono de Ture, frunció el ceño.
—¿Qué pasa?
—Lo juro, eres tan mortal en la cocina como en combate.
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Encubierto y silencioso - 7o de la Liga
Acción7o de la Liga. Encubierto y silencioso Maris Suelle, uno de los soldados más feroces con el que jamás hayan contado los Phrixians, se ha sentido un extraño toda su vida. Creció escondiendo un secreto que le costó todo... su derecho de nacimient...