—Te digo, Ture, que vendrá a por nosotros.
Ture se burló amargamente del optimismo y la ciega devoción de Zarya.
—Cariño, el único que viene a por nosotros es la muerte, y sólo espero que la hija de puta haga una parada en su camino aquí y nos traiga unos bizcochitos... Más pronto que tarde.
Zarya puso los ojos en blanco ante el tono mordaz de Ture y su humor irónico. No estaba segura llegados a éste punto cuánto tiempo llevaban retenidos. Como no había ventanas en el infierno, no podía distinguir la noche del día, y aunque dormían entre sesión y sesión de tortura, no tenía ni idea de por cuánto tiempo. Nunca parecía ser más que meros fragmentos que eran interrumpidos por el dolor y una agonía absoluta.
Todo el cuerpo dolorido se le estremeció por las lamentables condiciones en las que estaba Ture. Él siempre era muy exigente con su aspecto. Tanto como que jamás un mechón de pelo castaño rojizo estaba fuera de su sitio.
Pero hoy la melena era una maraña ensangrentada y un enredo de nudos. Su hermosa cara estaba magullada con un ojo hinchado completamente cerrado. Alguien había dejado una perfecta imagen de la huella de una mano a lo largo de su cincelada mandíbula. Lo peor eran las huellas de manos con las que había sido estrangulado.
Repetidamente.
La culpa la atormentó. Si no fuera por ella y su estupidez, él ni siquiera estaría aquí.
Todo es por mi error.
Bajo ninguna circunstancia le debería haber pedido que se pusiera un uniforme de la Resistencia. Por hacerle un favor, la Liga había asumido que era uno de sus hombres y sin importar lo mucho que ella trató de decirles la verdad, nadie le hizo caso. Siguieron torturándolo en busca de información que no tenía, y a ella por la información que se negaba a dar.
—Siento mucho haberte metido en esto.
Ture quiso maldecir a Zarya por su estúpida ingenuidad al pensar que podría llevar a cabo una misión de paz entre lunáticos. Realmente quería hacerlo. Pero cuando la miró y vio la sinceridad en su mirada –el remordimiento agonizante por el dolor que le había causado-, la ira se vaporizó. En todo el universo, ella era lo más cercano a una familia que había conocido durante mucho tiempo. Y eso era por lo que había quedado atrapado en éste lío.
Por ella, haría cualquier cosa.
Suspirando ante su propia épica estupidez, abrió los brazos y ella aceptó rápidamente la invitación para un abrazo.
A pesar del dolor que le causó que su cuerpo le tocara, la abrazó contra el pecho. Ella le metió la cabeza bajo la barbilla igual que su hermana hacía cuando siendo una niña acababa de volver de sus tratamientos. Cómo odiaba su propia debilidad. Mara había sido todo para él, y todavía la lloraba. Zarya le recordaba tanto a ella que él, que había jurado no dejar a nadie volver a entrar en su vida, había sido un completo idiota con ella desde el primer día. Actuaba de esa manera con cualquier mujer que sufriera.
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Encubierto y silencioso - 7o de la Liga
Aksi7o de la Liga. Encubierto y silencioso Maris Suelle, uno de los soldados más feroces con el que jamás hayan contado los Phrixians, se ha sentido un extraño toda su vida. Creció escondiendo un secreto que le costó todo... su derecho de nacimient...