CAPÍTULO 9

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Maris hizo una pausa cuando alguien llamó a la puerta del dormitorio. —Adelante.

Darling entró en el cuarto con un ceño.

—Acabo de enterarme de que habías regresado y... —Su ceño se volvió más profundo cuando vio a Maris haciendo las maletas.

A causa de su renuencia a tentar el destino, Maris había pasado las dos últimas semanas trasladando sus cosas al apartamento de Ture. Tenía la esperanza de que si iba lo bastante lento, la mala suerte lo ignoraría y no le daría una bofetada por atreverse a ser feliz con otra persona.

—¿Te marchas?

Maris copió su ceño cuando captó el tono herido en la voz de Darling.

—¿No estarás celoso, verdad?

—¿Honestamente? Un poco, sí. Echo de menos el tenerte cerca, amigo. No te he visto en las últimas semanas.

Maris metió las camisas en la maleta y acortó la distancia entre ellos. Envolvió a Darling con los brazos y le dio un ligero apretón.

—Sabes que eres mi primer amor.
Darling lo abrazó con más fuerza antes de soltarlo.
—No estoy acostumbrado a compartirte de esta forma. No me gusta, Mari. —¿Entonces me amas de verdad? —bromeó.
—Sabes que sí.

Pero no románticamente. El corazón y el alma de Darling siempre pertenecerían a Zarya primero y a Maris eso le parecía bien. Y ahora que tenía a Ture, comprendía eso mejor de lo que jamás lo había hecho antes.

Darling tragó saliva.
—Contra viento y marea, hermanos hasta el final, ¿verdad? Maris le dirigió una honesta mirada.

—Siempre. Cuando me necesites, de noche o de día, sabes que estaré aquí para ti. Ture dice que lo acepta y que le parece bien. —Los dioses sabían que Ture ya lo había demostrado. Aun no había dicho nada desagradable sobre la frecuencia con que Maris desaparecía cada vez que Darling le hacía una señal.

—¿Él realmente te gusta, verdad?

Maris vaciló. Lo que sentía era muy complicado. Ciertamente disfrutaba pasando el rato en el restaurante con Ture y su personal. Robando besos en las esquinas cuando nadie miraba. No le molestaba en absoluto que pasaran de dieciséis a veinte horas al día allí.

Incluso disfrutaba ayudando a Ana a cuidar de Terek en medio de la noche. Vigilando al bebé durante el día para que ella pudiera descansar. Era la primera vez en su vida que realmente se sentía como si estuviera en casa; que formaba parte de una familia que lo aceptaba por completo. Incluso su mal humor por la mañana temprano.

Cuando se había mudado por primera vez al Palacio de Invierno Caronese como embajador, el tío de Darling le había hecho sentirse como la enfermedad venérea de un burdel. Arturo se había desvivido atacándolos verbalmente tanto a Darling como a él.

Encubierto y silencioso - 7o de la LigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora