Capítulo 3

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El cielo era una mezcla de colores grises y rojo. Las nubes negras se arremolinaban en lo alto, y los vientos soplaban implacables mientras los truenos iluminaban el desértico lugar, plagado de escombros y edificios abandonados.

En lo alto de una de las construcciones, un ser veía la escena encantado, bebiendo de su copa, el vino carmín y amargo.

-Este mundo... es muy frágil -comentaba sentado en una gran silla, con solo un abrigo de piel descansando en sus hombros y unos pantalones de cuero. Una mujer desnuda y con los ojos vendados, yacía de rodillas entre sus piernas abiertas, tragándose el falo erecto del moreno con cada cabeceo -Una prisión eterna, encerrado por toda la eternidad -seguía comentando al pelinegro de pie al lado del trono, que solo se limitaba a guardar silencio -Mi única diversión es ver quebrarse estos monótonos muñecos de barro -habló refiriéndose a la mujer a sus pies.

El demonio soltó la copa, que se deslizó hasta abandonar su mano y terminar estrellada contra la sólida superficie. Tomó a la mujer del cuello y la elevó hasta que la tuvo a la altura de su rostro. La fémina solo llevaba un corsé negro y botas hasta la altura de la rodilla, nada más cubría su cuerpo.

El rey del inframundo dejó caer el cuerpo con desprecio, viendo a la rubia de larga cabellera retorcerse en el suelo y toser tratando de recuperar el aliento. El alto aferró el corsé por la parte de atrás, y arrastró a la mujer hasta llegar al borde del abismo.

-Esta oscuridad continúa esparciéndose -siguió hablando mientras aventaba a la mujer desde el precipicio -Y mientras se esparce...

El cuerpo cayó a la nada, y enseguida dos enormes serpientes aladas aparecieron de la nada, desmembrando a la rubia con sus dientes mientras el moreno se deleitaba con la escena y los gritos desgarradores que pronto cesaron.

-Deberías ver más de cerca -invitó al demonio que avanzó dudoso hasta él al ver su mano extendida en una invitación. Cuando su acompañante estuvo lo suficientemente cerca, el moreno envolvió la muñeca del pelinegro y tiró de su brazo hasta que el bajito chocó contra su pecho, siendo rápidamente aprisionado por el fuerte brazo -Algún día este mundo lo devorará todo -comentó empuñando los mechones y obligando al azabache a elevar el rostro -Y cuando ese día llegue... -susurró malicioso, rozando sus labios contra los del más bajo -...el infierno conocerá la verdadera libertad.

***

Baekhyun despertó con la respiración agitada y el corazón latiéndole desbocado. Se incorporó de sopetón, jalando las sábanas que lo cubrían. Se sentía sofocado.

Cuando fue consciente de su entorno fue cuando se tranquilizó.

-Ah... Ah... Ah... -jadeaba con dificultad. Se pasó la mano por el cabello, nervioso. De nuevo había tenido ese sueño.

Recordó los labios rozándose con los suyos, la mano en su nuca sujetándolo con firmeza, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Eran recuerdos que pedía entre rezos, olvidar. Pero su pasado era su cruz, y debía cargar con ella hasta el último de sus días. La oscuridad seguía persiguiéndolo.

Se aseó y vistió, sin olvidar colgarse al cuello su crucifijo. Caminó suspirando hasta llegar a la jaula de la cacatúa. Abrió la pequeña puerta, invitando al ave a posarse en su muñeca.

-Hora del desayuno. Siento llegar tarde -anunció desganado, obteniendo el cotorreo alegre y un batir de alas cuando el animal se inclinó a picotear su plato de comida. Baekhyun lo observaba alimentarse con la mirada perdida en ese sueño. ¿Cuántos días más le quedaban en la Tierra?

Alma inocente [Baekyeol/Chanbaek] {{PAUSADA}}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora