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A pesar del tiempo, la persona que estaba llamando a mi puerta no se fue hasta que me digné a abrirle. Era Ciro, y traía consigo una carta. Se negó a hablar conmigo, sólo me la pasó y luego se fue. Lo llamé, primero ahí y luego al móvil, pero  en ninguna de las dos oportunidades atendió.

Minutos más tarde, me escribió un simple mensaje:

Lee la carta, K.

Gonna get betterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora