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ANUNCIO IMPORTANTE:
Esta historia puede contener escenas subidas de tono y vais a amar y odiar a los personajes aleatoriamente.

Os dejo leer y espero que les guste.

¿Quién dijo que vivir en el siglo XVIII fuera a ser tan duro? Y es que todo esto lo digo con una ironía completamente extrema. Todas las personas del pueblo desearíamos ser parte de la realeza, el sector que cuenta con los mayores privilegios. Lo que es en mi casa, que está meramente alejada del pueblo, lo de los privilegios está sobrevalorado. O al menos eso es lo que siempre nos dice mi madre a mi hermano y a mí.  Es muy difícil sobrevivir porque no ganamos casi nada de dinero.

Y escribo esto porque hasta que el príncipe Alex, ese estúpido cumplió los veintiún años todo iba bien. A cada hijo de los reyes Barden, se les concedía una clase de esclava o esclavo con el cual podían hacer lo que quisieran y ellos se tendrían que dejar, tanto órdenes que se les da a un esclavo normal, como órdenes sexuales. Así era la gente de esa época.

El caso es que el príncipe Alex Barden tenía cinco hermanos, un chico más y tres chicas. Alex era el menor de todos y yo sólo lo había visto un par de veces por el pueblo cuando iba a comprar con mi madre y siempre aparecía con su semblante serio y totalmente escalofriante. Sin embargo, y a pesar de ser el chico más intimidante que había conocido jamás, era uno de los chicos más atractivos y elegantes que había visto de la ciudad.

¿Cuál era el siguiente problema? Que el príncipe cumplía años el mismo día que yo. Así que ese 21 de junio, yo cumplía dieciséis y el veintiuno.

Un día antes de mi cumple...

- ¡Grace!

Esa era la encantadora voz de mi madre por las mañanas. Siempre me hacía levantarme pronto puesto que ella se tenía que ir a trabajar, más bien a limpiar casas que era su trabajo y yo debía cuidar a mi hermano pequeño.

Poniéndome una coleta alta y mal hecha, bajé por las escaleras rotas de madera. Nuestra casa está completamente escacharrada y si todavía sigue en pie es por mera suerte. Al bajar por las escaleras, llegué directamente a la cocina. No había mucho más de lo que necesitábamos, una cocina vieja y unos armarios de madera viejos y rasgados.

Mi madre estaba como una loca vistiéndose y buscando algo de comida en los armarios. Sinceramente, lo poco su había, las dos manzanas, me las comí ayer por la noche, así que la culpable de que ese día mi hermano no tuviera desayuno. No es culpa mía, tengo un estómago sin fondo.

- ¿Grace? ¿Sabes algo de las manzanas? - mi madre puso sus manos en sus caderas en forma de puño haciéndome ver que estaba enfadada.

No sabía que debía hacer, si le decía que si, me llevaría un zapatillazo y si le decía que no, no me creería. De los dos modos, no acabaría bien.

- ¿Y bien? - repitió.
- Que puedo ir a coger manzanas, ¿Qué te parece?
- ¿Qué me parece? ¡¿Qué me parece?! Que no te pego con la zapatilla porque no tengo tiempo. 

Eso era lo que quería oír.

- Puedo quedarme sólo.
- Vete a coger manzanas o algo.

 Mi madre le dio un beso a mi hermano y a mí no. Tener madre esto...

Esto es solo un comienzo de la historia, espero que les guste y que en el siguiente capítulo empezará la historia de verdad.

Adios♡♡♡

Dominada por el PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora