Me giré hacia él y vi que dejaba en la mesa las llaves, seguramente para que intentara cogerlas y sufrir otra humillación. Sin embargo, en cuanto me quise dar cuenta, ya estaba corriendo hacia la mesita como una posesa. En cuanto intenté coger las llaves, me dio un manotazo en la mano y las cogió él primero guardándoselas en el bolsillo.
Empecé a llorar abrazándome las piernas con los brazos.
- No me castigue, no ha sido culpa mía. – rogué entre sollozos.
- Sé lo que ha pasado Grace.
- ¿Y me va a castigar?
Los segundos pasaban y estábamos en un completo silencio. Solo se oían mis lágrimas pero no iban a servir de nada.
Se fue acercando a mí y cogiéndome de las manos, me levantó. No entendía el por qué pero, sin querer, alcé mi vista hacia sus ojos. Tenía una mirada completamente magnética y era como si me estuviera haciendo un examen de arriba abajo.
Me acarició las manos con los pulgares haciéndome estremecer. Después se fue hacia un cajón y sacó otra cuerda detestable. Estaba igual que la otra, igual de vieja e igual de rasgada y tenía por segura que iba a hacer igual de daño o incluso más.
- Desnúdate.
Me quedé un tiempo pensando en que debería hacer. Una parte de mí quería hacerlo pero otra no estaba dispuesta a perder la dignidad y humillarme de nuevo.
- Si ya sabe lo que ha pasado, ¿Por qué quiere castigarme?
- Si no te desnudas tú, lo haré yo. – me dijo con autoridad.
Su mirada me decía que no iba a cambiar de opinión. Al parecer que nada iba cambiar y ni con la más mínima dignidad, me empecé a desnudar quedando completamente desvestida frente a él. Mis mejillas se ruborizaron, nunca había estado desnuda delante de un chico. Básicamente jamás había estado con un chico. Se acercó a mí y me ató lentamente las muñecas delante de mi pecho. Todavía estaban lo bastante irritadas. A cada vuelta que daba para atármelas, me hacía aún más daño.
Me colocó las muñecas detrás de su cuello y me acercó a él agarrándome posesivamente de la cintura. Su otra mano subió hasta mi mejilla mientras me secaba las lágrimas. Suspiré pensando que con ese "bonito" gesto iba a tener más diligencia, pero otra parte de mí me decía que iba a ser aún peor que esta mañana.
- Shhh, no llores. – me susurró.
- No me castigue por favor.
Alcé un poco mi vista y vi como sonreía, pero no sé si lo hacía por satisfacción o por pena. A esas alturas, yo también sentía pena de mí misma.
Antes de que pudiera bajar mi cabeza, me cogió de la mandíbula y me besó ferozmente. Su lengua encontró la mía rápidamente, jugando con ella, provocándome escalofríos que recorrieron mi cuerpo en cuestión de segundos. Sus dedos recorrieron mi espalda, rozándome, consiguiendo que mi piel se pusiera de gallina. Su respiración turbada a centímetros de mi boca, me hacía tener ganas de más. Una de sus manos se coló entre mi pelo, tirando de él suavemente, haciéndome soltar un leve gemido.
Anhelante ante su beso, me cogió las piernas e hizo que las enrollara a su cadera. Llegó hasta la cama y se tumbó poniéndose encima de mí. De un movimiento, con la parte sobrante de la cuerda atada a mis muñecas, me dejó sujeta a los barrotes de la cama. Completamente a su merced. Se aseguró de que la cuerda estaba bien y, segundos después, su mirada abrasó la mía.
Su boca regresó de nuevo a la mía, pero la dejó al instante para pasar a mi cuello. El ambiente se iba calentando, al igual que yo, y mi respiración se iba acelerando notando sus cálidos labios besando mi cuello con extrema sutileza. Mis mejillas se ruborizaron al instante en cuanto su lengua rodeó uno de mis pezones, endureciéndolos por completo. Evité soltar un suspiro de excitación. Segundos después, succionó y tiró de él con los dientes. Arqueé mi espalda, gimiendo, disfrutando de la sensación mientras él tiraba de mi pezón sin ninguna preocupación por hacerme daño.
Cerré los ojos intentando controlarme y noté como se tumbaba a mi lado. Acarició mi mejilla, mi cuello, mis pechos masajeándolos con delicadeza hasta llegar a mi intimidad. Sus dedos se empezaron a mover en círculos sobre mi clítoris, haciendo que perdiera la cabeza. Noté su boca en mi pecho de nuevo. Mi respiración se aceleró a tal punto que quería despojarme de todo.
- Dios... - solté en cuanto llegué al orgasmo.
Mis ojos se perdieron totalmente. Intenté cerrar mis piernas temblando pero su mano seguía moviéndose, torturándome. Sin embargo y a pesar de la pequeña tortura, disfrutaba de la nueva sensación que estaba sintiendo. Sus movimientos cesaron y su mano subió hasta mi boca.
- Chupa. – me ordenó.
Sin más dilación y por miedo a desobedecerle, chupé su dedo lentamente. Sabía salado.
Cuando creí que todo había acabado, me cogió una pierna y la abrió de nuevo. Acariciando de nuevo mi sexo, encendiéndome por dentro como hace minutos, me pega una pequeña palmada haciendo que me retorciera de dolor y disfrute. Volvió a repetir el proceso y sentí que iba a explotar de nuevo.
- Buena chica. – me susurró en mi oído. – vamos a dormir.
Noté como desataba mis muñecas. Estaban totalmente insensibles, moradas y con sangre. Solté un suspiro de reconforte en cuanto me tapó con la sábana blanca y me acarició el cabello. Y aunque hacía bastante calor y tenía el cuerpo inundado de sensaciones nuevas, directamente me quedé dormida.
Holaaa, para los que la leáis, aquí tenéis capítulo nuevo. Graciasss.
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Dominada por el Príncipe
أدب المراهقينA los veintiún años, al príncipe Alex se le concede su esclava, al igual que sus otros hermanos. Grace todavía tiene dieciséis años, no sabe nada de la vida y vive alejada de la ciudad. Un simple error puede cambiar todo. Encontrará castigos, romanc...