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Me quedé completamente perpleja con todo el discurso que me acababa de dar. Me sentía impotente, indefensa y obligada a mirar esa maldita sonrisa que me daba a entender que no tenía otra opción. Agaché la mirada y miré mis muñecas atadas. La cuerda estaba apretando fuertemente mis muñecas sobre mi piel blanca, sumando que era una cuerda demasiado vieja, estrecha y rasgada.

- ¿Entendido? - volvió a repetirme.

- Entendido.

- Entendido qué.

- Entendido señor.

No me atreví ni a mirarle y, sin siquiera darme cuenta, en un movimiento rápido y brusco, estaba encima de su regazo. Me levantó el vestido y apoyó su mano en mi nalga derecha. Despacio, la acarició haciendo que mi sangre empezara a hervir de la vergüenza que sentía. Mi dignidad decayó en cuanto me pegó el primer azote. Me retorcí ligeramente mientras mis lágrimas empezaban a salir, quería soltarme, pero lo único que conseguía era que mi atadura se introdujera aún más en mis muñecas, incrementando mi dolor.

Di un pequeño grito en cuanto me azotó en mi nalga izquierda. Sus golpes cada vez eran más fuertes, al igual que mis lágrimas, que caían en cascada por mis mejillas. Siguió castigándome hasta que noté mis nalgas dolorosas y ardientes ante su tacto. Poco después paró. Sin embargo, apretó una de mis nalgas escocidas haciendo que me retorciera, como si no hubiese sido suficiente su castigo.

Enrolló mi cabello en su mano y tiró de él, tan fuerte que creía que me iba a dejar sin pelo.

- ¿No tienes algo que decirme?

Paré de llorar y traté de recomponerme intentando soltar mi pelo de su agarre, pero nada funcionaba. ¿A qué se refería? Y entonces lo entendí.

- G-gracias.

Solté un suspiro de reconforte en cuanto liberó mi cabello de su agarre. Me relajé al instante dejando mi cuerpo inerte, intentando calmar mi respiración. Cogiéndome, me apartó de encima de él y me tumbó sobre la cama. Con las manos atadas, me recosté de lado para que no me dolieran mis nalgas. Si lo iba a sufrir cada día, tenía que decir que era un dolor soportable e insufrible al mismo tiempo.

En ese momento estábamos en completo silencio. Cerré mis ojos mojados disfrutando de la tranquilidad. Sin embargo, mis oídos reaccionaron al oír unas cadenas. Giré mi cabeza y, en efecto, se acercaba a mí con una cadena. Empecé a llorar de nuevo intentando desviar mi mirada de la suya. ¿Cómo podía ser alguien así? A cada paso que daba acercándose a mí, las cadenas sonaban aumentando el pánico que sentía por dentro y el ardor de mi cuerpo.

- ¿Te duele?

Me quedé pensando la respuesta y recordé su discurso, que no me quejara. Y por más que quisiera protestar, no podía hacerlo, así que lo único que hice fue negar con la cabeza sin mirarle. Era una de esas situaciones que jamás creí que viviría.

- Realmente obediente.

Se quedó parado frente a mí e intenté que mis lágrimas no volvieran a salir. Para mi sorpresa, me acarició el cabello poniéndome la piel de gallina. ¿Por qué me trata ahora así? En un completo acto de error, y por indignación y humillación, intenté apartar su mano de mi cabello, un gran completo descuido.

Me cogió de la mandíbula.

- No vuelvas a hacer eso. - recalcó cada palabra.

- Lo siento señor.

Acercando su boca a la mía, me besó lenta y delicadamente haciendo que mi corazón se acelerara. Su lengua encontró la mía, haciéndome gemir.

Jamás me habían besado.

Apartándose de mí, me cogió las muñecas y, por encima de la cuerda, me ató la cadena retorciéndome de dolor. Intenté soltarme pero era imposible, estaba completamente privada de libertad. Ató la otra parte de la cadena a los barrotes del cabecero de la cama, dejándome sujeta a ella, sin poder mover más que mis piernas. Escondí mi cabeza entre mis brazos evitando la satisfacción que le producía verme llorar.

- Vendré a por ti después.

Acariciándome el muslo desde mi cintura hasta mis pies provocándome un escalofrío repentino, oí la puerta de la habitación abrirse y cerrarse. Empecé a llorar de nuevo tan solo de recordar a mi hermano y mi madre, de pensar en la humillación que acababa de sentir y que, a partir de entonces, sentiría todas las noches. Evité pensar lo menos posible.

Como habréis notado, los capítulos son cortos pero subiré más seguido y espero que os guste. Comentad, votad y graciassss <3

Y no pondré título a los capítulos puesto que soy muy mala con eso... jajajajaja

Ya les dejo. <3

Dominada por el PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora