El Dolor del Zodiaco

Capitulo 11 - la Ciudad de la Perdición

*Ruinas del Palacio de los Espectros, Irlanda.

Cuando Caballero Dorado de Aries Yasmedria estaba apunto de morir por segunda vez ya que originalmente murió primero al sellar el alma de Eris en las batallas del Inframundo, su cuerpo fue llevado al Santuario y resucitado por el Patriarca el cual le entrego la poca vida que le quedaba.

Tuvo una última pelea contra el único espectro de Hades que había logrado sobrevivir. El Juez del Inframundo Maximilian de Wyrven quien en un arranque de ira le otorgó a Yasmedria un Sapuris el cual era una versión terrorífica de la originalidad armadura de dorada de Aries, dándole también poder y vitalidad para que pudieran combatir y de esa manera obtener una venganza más satisfactoria. Pero Yasmedria de Aries demostró ser más poderoso que Maximilian, motivo por el cual fue derrotado.......

El caballero dorado de Aries utilizo su técnica máxima y un de las más poderosas entre los caballeros dorados, la Extinción de Luz Estelar la cual atrapa a sus enemigos en un torrente de luz y energía que se va expandiendo y desintegrando molécula por molécula a sus enemigos, borrándolo así de la faz de la existencia.

Pero Maximilian no murió ya que en último instante fue salvado por el dios Hermes quien siendo poseedor de una velocidad muy superior, logro llevárselo antes de ser tocado por la Extinción de Luz Estelar. A tal grado que se movió tan rápido que Yasmedria de Aries no se percató de que en realidad no lo exterminó y momentos después murió pensando que había matado al último espectro de Hades y que había dejado el camino libre a los nuevos Caballeros dorados para cumplir la última voluntarios de Athenea.

Hermes lo llevo de regreso a las ruinas del Palacio y después habría de volver al Santuario para registrar en busca de algo que le fuera de utilidad. Pero no consiguió más que un breve enfrentamiento contra nuevos Caballeros dorados.

Ahora Hermes y su hijo Cérix estaban en lo más profundo de las ruinas del palacio espectral frente a un deteriorado juez del Inframundo quien estaba en alguna especie de funeral pues genere a el yacía el cuerpo de Pandora. Los dioses mensajeros habrían un trato ya que según Hermes lo necesitarían.

Cérix - en que nos puede ser útil este mortal?, la personificación humana de Hades murió. Ya no cuenta con las bendiciones del señor del Inframundo

Hermes - lo tuve que salvar para obtener una reliquia que el guarda consigo. La Estrella de Hades, un objeto que el mismo Hades forjó en la época del mito y en el que guardo una cantidad indefinida de su propio poder.

Maximilian - te refieres a esto!? - de entre su sapuris dañado saco una amuleto en forma de estrella plateada con detalles de oro - esto es lo que buscas???. Tómalo... No lo necesito....

Le arrojó en amuleto a Hermes el cual lo atrapó, y al tenerlo en la mano el objeto lo observo por un momento y después se lo devolvió a Maximilian

Hermes - eres tú quien debe usarlo mientras tengas eso contarás con el poder de Hades. Necesito que seas tú quien lo use ya que de ser yo, las cosas no serían tan interesantes como quiero que sean.

Maximilian - si esto tiene el poder de Hades, entonces puedo invocar las almas del Inframundo?. Puedo resucitar a mi amada Pandora??

> Las cosas no son así de simples, mortal. Por si no lo sabes fue la primera mujer, hecha por Hefesto debido a una orden de Zeus, después de que el titán Prometeo yendo en contra de su voluntad, le otorgara el don del fuego a la humanidad.

>Zeus ordenó que Hefesto modelara una imagen con arcilla, con figura de encantadora doncella, semejante en belleza a las inmortales, y le infundiera vida. Pero, mientras que a Afrodita le mandó otorgarle gracia y sensualidad, y a Athenea concederle el dominio de las artes relacionadas con el telar y adornarla, junto a las Gracias y las Horas con diversos atavíos, yo mismo también participe ya que me encargue de sembrar en su ánimo mentiras, seducción y un carácter inconstante. Ello, con el fin de configurar un "bello mal", un don tal que los hombres se alegren al recibirlo, aceptando en realidad un sinnúmero de desgracias.