Capitulo 3

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Habían pasado tres meses. Tres meses en los que Peter nunca vio a Lali, ni ella a él. Claro, había sido decisión de la morocha, porque era la que sabía dónde encontrar al otro.

Para Peter fue extraño, aunque en sí la chica era extraña, le parecía raro. Pero la pareja de su prima y su amigo, y los problemas que siempre habían en su hogar, lo distraían.

Pero nuevamente, las campanillas y la vestimenta oscura ingresaba por la puerta. Miró a la mujer que esperaba, sorpresivamente, en una silla a su turno.

Extrañado, Gastón cruzó miradas con Peter. Ambos no entendían la conducta de la mujer con anteojos y su cabello revoltoso. Sus dedos jugaban nerviosamente, y su pie hacía un constante golpeteo contra el suelo. Peter decidió seguir con el tatuaje, pero Gastón decidió acercarse a la mujer perfecta.

-Muchas gracias.—Peter observó al hombre que le agradecía con una sonrisa, y lo despidió. Una vez el hombre salió de su estudio, Peter decidió observar el comportamiento de Lali. Gaston cruzó nuevamente miradas con Peter.—

-Preguntó si ya podía pasar por un tatuaje.—El ceño del chico de lunares se frunció. ¿Qué ocurría con Lali? No lo sabía, pero pensaba intentar averiguarlo. Unos minutos más tarde, Lali se sentaba en el estudio de Peter Lanzani.—

-Una cruz igual a la anterior, a su lado.—Indicó Lali rápidamente y luego hizo silencio. Confundido, Peter comenzó a limpiar la zona para comenzar con el tatuaje.—Mi madrina murió.—Murmuró y su voz se quebró. Peter la observó por el reflejo del espejo notando como sus lágrimas caían.—

-Lo lamento.—Con la parte trasera de su mano, Lali secó sus lágrimas. Se notaba que estaba herida. Cada vez se veía más.—¿Necesitas algo?—La cabeza de la morena bajó.—

-Yo...—Hizo silencio. Peter nunca notó esto, pero las palabras costaban salir de Lali.—

-Puedes decirme si necesitas algo.—Con la cabeza, la chica en duelo negó con su cabeza. Peter quería preguntar por qué se había ido esa vez en el bar, pero no era el momento. La de negro ya tenía demasiado con las muertes de sus familiares y seres queridos.—Ya está.—Murmuró Peter limpiando la sangre. Notó más líneas rojas de las que vio la primera vez.—¿Puedo preguntar algo?—Lali levantó la cabeza para verlo por el reflejo.—¿Qué son estas líneas rojas?—Lali bajó la cabeza.—

-No puedo... decirte...—Peter suspiró.—¿Vendrías al bar?—Preguntó volteándose para observarlo.—

-¿Te irás nuevamente?—Lali frunció su ceño.—

-¿Si me iré?—Peter asintió con su cabeza.—

-La otra vez te fuiste de la nada...—Lali frunció su ceño todavía más.—

-Yo me fui...—Murmuró pensativa. Desfrunció su ceño.—No me iré.—Le aseguró.—

-De acuerdo, pero deja que termine el turno.—Lali asintió y abandonó el local para ir al bar. Media hora más tarde, Peter entró en el bar encontrándose con Lali y un vaso de Coca a su lado. Con su dedo, la morena trazaba la circunferencia del vaso de cristal.—Hola.—Dijo sentándose al frente suyo. Lali levantó su cabeza.—

-Hola, Peter.—Peter sonrió.—¿Crees que...?—Hizo silencio.—

-¿Qué cosa?—Lali tomó aire.—

-Yo tenía que ir, pero tú dijiste que no me fuera, y me quedé. Y pasó media hora.—Comenzó a hablar rápidamente y sin mirar a Peter.—Y yo tenía que ir, pero me quedé aquí. Y tú acabas de llegar... y dijiste que no me fuera. Pero todavía tengo que ir, y... ¿vendrías conmigo?—Peter procesó todo lo que Lali había dicho. Lo que pareció repetir dos veces o más las mismas frases, y la ternura que le estaba causando.—Peter...—Apuró al chico.—

El rastro del picaflor {Laliter}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora