Píldoras.
Miró el espacio en toda esa habitación, era inmenso, sólo para ella. Corrió como una niña hacia el balcón, este poseía unas elegantes cortinas de un tono crema, era hermoso ver el amanecer allí, aunque lastimablemente era de noche para cuando ella llegó al lugar. Se sintió agotada, por lo que sólo decidió irse a dormir temprano esa vez.
Desarmo su peinado en frente del espejo, en aquel tocador tan hermoso que tenía esa habitación... y volvió a ver a la chica que no era. La miro a los ojos directamente, tocó sus facciones con desespero. Era extraño pensar que en un día estabas en tu casa en el bosque sin preocupaciones y al otro estabas encerrada en una institución donde verte al espejo resultaba aterrador. Miro las pastillas azules que se encontraban encima del tocador, no las quería consumir, pero debía hacerlo, porqué... no sabía con certeza que es lo que sucediera si llegaba a ser descubierta. Dirigió de nuevo su mirada al espejo, sus ojos reflejaron una mirada acristalada, tenía miedo, demasiado miedo de que podía sucederle allí, no sabía nada de nadie y tampoco lograba comprender como había acabado allí de la nada. ¿Es que acaso tenía otra opción? Estaba de una manera cautiva, pero una parte de ella quería quedarse con las personas que estaba conociendo, esa parte tenía miedo de estar sola en lo profundo del bosque olvidada como una vieja muñeca.
Recordaba esa apariencia como una maldición. Su madre de niña evitaba mirarla a los ojos, como temiendo perder la cabeza, pronto aprendió que si su madre la miraba directamente ella se quedaría muda y la podría observar cautivada por horas sin hacer nada. Cuando mamá la miraba... se sentía como pequeñas burbujas explotando en su pecho, esa sensación sucedía cada vez que era observada, y para que su madre pudiera verla, poco a poco aprendió a apagar esa sensación.
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—Mami, mirame.
Suplicó la pequeña niña apoyándose a la falda de su madre. La mujer no se atrevió a complacerla.
—Cariño, si lo hago quedaré encantada, debes de contener aquellas burbujas para que lo haga.
Nerviosa dijo la mujer. En el fondo, la pequeña niña culpó a su apariencia extraña. ¿Sería desagradable para su madre verla? Por lo menos era la mamá buena esta vez quien reaccionó.
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No entendía nada de aquéllo. Era una maldición que la perseguía pero que en esos momentos deseaba por lo menos tener.
No le pareció correcto ocultarse de esa manera, fingir y engañar a todos sin saber porqué, tampoco podía preguntar, Nalem era tan dulce y amable con ella que lo último que deseaba era causarle dolores de cabeza con preguntas que sabía que él no las respondería. Suspiró, la luz de la luna daba para sus ojos, en ellos, había una chispa dorada y en el otro una llama roja. Se permitió relajarse con esa imagen, poco a poco las pastillas perdían su efecto dejando a sus ojos a la vista. Sonrió apenas parpadeando un poco para secar las lágrimas.
—¡Bien! ¡No puedes deprimirte por tu físico!
Dijo para sí misma. En las noches no tomaría el medicamento, sería cruel para si misma e innecesario. Un ruido en la parte baja del balcón llamó su atención, sin cuidado se apróximo a ella. Logró ver a una cabellera negra abajo, una contextura alta y atlética, llevaba un pantalón negro junto a una camiseta del mismo color ceñida a su figura, tenía colgados algunos tirantes que sostenían unas cuántas cosas que no supo diferenciar, aquella presencia era sospechosa. Su cuerpo se petrifico cuando la persona alzó la vista hacia el balcón, su respiración se cortó. La luz de luna pegaban en sus ojos y en los de él, este poseía una mirada cautivante, en ellos, parecía arder un fuego, una llama intensa que se apoderaba de todo y lo consumía. Estaba segura que con las telas de las cortinas lo único que se podía ver de ella eran sus ojos, pero... estos no eran de un azul totalmente profundo... aquellos ojos tenían la chispa consigo, una extraña chispa que llamaba la atención.
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El principe NO ideal. [1# Arco Del Libro]
FantasiCaroline Vankob era como el tesoro oculto del bosque, una existencia importante que nadie nunca pudo ver. Pero todo su prisión se cayo ante sus pies, no hay persona que la ate ahora de ver el mundo. ¿Pero qué pasa cuando es llevada por un hombre? ¿C...