Capítulo 7

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Me encontraba haciendo la maleta. El fin de semana se me pasó más rápido de lo que esperaba y es que el tiempo junto a él no es que vuele, es que se me escapa de las manos como lo hace la arena de la playa entre los dedos. Me había prometido llamarme una vez hubiera hablado con Eleanor y quedaríamos para comer al día siguiente. Esbocé una débil sonrisa al acordarme de sus palabras. Si no confiaba ahora en él, no iba a hacerlo nunca. Estaba claro que las relaciones están basadas en la confianza y no quería que demasiado recelo por mi parte provocara que él ya no quisiera nada de mi.

-¿A que hora sale tu avión? -Me sorprendió su voz desde la puerta.  

-A las doce. Supongo que estaré ya en casa para la hora de comer y así podré acabar algo de trabajo. 

-Me iré entonces a las cinco. -Contestó tras unos segundos.  

-¿Y eso? -Estaba segura de que el dueño de la casa nos había dicho que había que dejarla antes de las tres. -¿Le devolverás tú las llaves de los dos a Carl?  

-Sí, lo hago por precaución, ahora le llamaré. -Le miré con el ceño fruncido desde abajo, aun agachada al lado de mi maleta. -Por si hay alguien esperando en la carretera, -añadió contestando al por qué que no había llegado a decir -algún paparazzi que me haya seguido, ya sabes como son. Si sales para el aeropuerto a las diez, sobre las cuatro ya habrán dado por sentado que se deben de haber equivocado.

Asentí con la cabeza y volví a mi tarea. Si ese era el plan, me quedaba una hora escasa. Me ocupé de tener un taxi en la puerta para entonces y de meter todo lo que quedaba rápidamente en la maleta. Quería estar con él mientras podía.  

Bajé a la cocina para encontrarle tal y como el primer día había estado yo cocinando. Tal cual hizo él, me acerqué por detrás y apoyé mi cabeza en su espalda, por la diferencia de altura. Podía escuchar su corazón latiendo en el pecho y le estreché más fuerte entre mis brazos. De alguna manera me sentí como si hubiéramos vuelto atrás en el tiempo y hubiéramos invertido los papeles entrando en un circulo inacabable de repeticiones.

-Te he echado tanto de menos durante este tiempo... - Le susurré.  

-¿De verdad? -Me preguntó él agarrando mis manos. Se dio la vuelta aun entre mis brazos, dejando mi agarre en su espalda.  

-No te imaginas cuanto.

Depositó un ligero y dulce beso en mi pelo, tras lo que alcé la cabeza para mirarle, con una sonrisa.  

No era una sonrisa exagerada, no exhibía mi dentadura, era un tinte de pura alegría en mi cara. Era la sensación de estar donde pertenecía. Con él.

-¿Vienes fuera? -Le pregunté cogiendo uno de los paquetes de tabaco que habían en la mesa de la cocina. Él dedicó una ligera mirada a la encimera y bajó el fuego al mínimo antes de seguirme hacía la puerta de la casa.

Nos sentamos en un pequeño muro que separaba el porche del camino de piedras que te sacaba de la casa y me dio un beso antes de que me concentrara en sacar los cigarros. Le tendí uno y a continuación el mechero. Tenía la manía de que cada vez que fumaba con alguien, él tenía que encenderlo antes que yo. No me gustaba que a mi se me acabara y que la otra persona aun tuviera.

-Deberías dejarlo. -Me dijo devolviéndome el mechero. Reí irónicamente ante su observación. 

-Tu paquete está dentro, ¿encima de que te invito me sales con esas, hipócrita? -Tras esto enchufé el mio, mientras él soltaba una calada. Dos clicks y la llama ya quemaba al otro lado de la boquilla. -Y yo no soy la que vive de su voz y sus sistema respiratorio. -Expulsé el humo que había quedado en mis pulmones.  

-Yo tampoco. Vivo de mi cara. -Contestó alzando las cejas sugerentemente.  

-Imbécil -Dije entre risas. El rió conmigo, mientras ambos disfrutábamos de la calma que nos proporcionaban sendos cigarros.

Apoyé mi cabeza en su brazo, cerrando los ojos y enmarcando el momento. Hacía algo de frío fuera, pero merecía la pena, dadas las vistas y la compañía.

-Esta es una de las cosas que me gustan de ti y no puedo hacer con El. -Dijo de repente.

No sabia como tomarme aquello. Era en realidad un cumplido, pero solo que nombrara a su novia me removía algo por dentro que no me gustaba nada. Me era muy desagradable que nos comparara, incluso aunque me pusiera a mi por delante. Simplemente no me gustaba pensar que había alguien para él aparte de mi. Alguien con quien había compartido recuerdos “parecidos” a los míos y a quien seguramente todos los días decía te quiero.

-¿El que? -Pregunté, quedando como una autentica tonta, pero quería que me explicase más sobre "esas cosas que le gustan de mi y no puede hacer con El".

-Estar así, no sé. A ella no le gusta que fume ¿sabes? Me echa mucho la bronca y siempre he querido tenerla tan cerca como estamos ahora mientras fumo y que ella lo haga conmigo, pero tampoco quería incitarla a ello. 

-No lo hagas -Contesté sin dudarlo, no sé si por conservar la salud de Eleanor o uno de los pocos lazos que me unían a el. -En realidad es malo. -Concluí 

-Pero nos gusta, nos hace momentáneamente bien. 

-Exactamente como nosotros... momentáneamente -Susurré con los ojos clavados en el suelo.  

-No. Nosotros no vamos a tener la etiqueta de momentáneo nunca más. ¿Me entiendes? -Espetó apartando la mano derecha para no quemarme y levantando mi barbilla con la izquierda para que nuestros ojos se encontraran. -¿Me entiendes? -Repitió. 

-Lo intento. -Le dediqué una media sonrisa y aun mirándole le di la última calada al cigarro. Este acabo en el suelo y lo pise al ponerme de pie. Él seguía sentado -El taxi está a punto de llegar, ¿me bajas la maleta? -Le pregunté poniendo su rodilla entre mis piernas y jugando con ella de lado a lado.  

-Qué cara que tienes... -Me dijo riendo. Me agaché para depositar un corto beso en sus labios y el me agarró el cuello para eliminar la idea de “corto” de mi cabeza. Me sabía a su saliva y a Marlboro, una mezcla exquisita, y que seguiría saboreando todo el día, pero me soltó la nuca y se separó de mi. -Ahora mismo, señorita.

Le guiñé un ojo y desapareció por la puerta. Saqué de mi bolsillo mi móvil, que había estado todo el fin de semana apagado. Odiaba mentir así a todo el mundo, pero no tenia otro remedio. Instintivamente saqué otro cigarro de la caja y en seguida lo encendí. Si Louis quería que “lo dejara” la llevaba clara, por que está era la situación que más provocaba que fumase. Los nervios, las mentiras, la incertidumbre de no saber que va a pasar. Me ponía atacada y necesitaba algo con lo que entretenerme, o desfogarme o lo que fuera que hicieran. Solo de pensar en que alguien pudiera enterarse de donde había estado... Solté nerviosa el humo y limpié con el pulgar la pantalla de mi móvil, mientras sostenía el cigarro entre el indice y el corazón, destreza que había adquirido cuando era más pequeña, había empezado a fumar y el móvil era una extensión de mi brazo.  

En realidad sé que tenía razón en lo que le había dicho antes a Louis. El tabaco era el fiel reflejo de nuestra relación: efímero, dañino, adictivo, placentero durante unos momentos, desesperante durante el tiempo restante... Un asco, al fin y al cabo.

Unos minutos después el taxi hizo acto de presencia y me despedí de Louis en el salón. “Ya sabes, llámame en cuanto sepas algo, ¿vale?” “Eso está hecho.”. Eso fue lo último que nos dijimos antes de que el idilio en la montaña acabara. 

-

Juro que no ha sido a posta, porque tengo bastantes capítulos ya escritos en la recámara, pero este ha dado la casualidad de que ha coincidido perfectamente con el drama de Niall fumando jajajajaj

Bueno, espero que os guste como va la cosa, he decidido poner un pequeño comentario al final de cada capítulo para ver si así mejora la comunicación autora-lectores. Ois, espero que sí.

Así que contadme impresiones, ¿que os parece la historia que se traen Louis y Alice? ¿Que creeis que pasará en cuanto ambos se vayan de la adorable casita en la montaña?

Muchos besitos, chiquitines<3

Morning (Louis Tomlinson) // Actualizaciones lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora