Capítulo 9

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Daba señal. Daba señal. "Da señal", le susurré a Juls con la mano en el altavoz del teléfono. Daba demasiada señal. Se cortaba. 

-Julie, no lo coge. -Espeté con un hilo de voz.

-Insiste. 

Obedecí y volví a marcar. Seguía dando tono pero no descolgaba. Todo lo contrario, se cortó antes de llegar al número de pitidos de antes. Había colgado. Acababa de delatarse a si mismo y esta vez no tuvo que ser Julie la que me instara a volver a intentarlo. El enfado comenzaba a hacerse notable en mi semblante. De nuevo volvió a colgar. Realicé una cuarta llamada y por fin obtuve respuesta, pero no la que esperaba. “El número al que llama se encuentra apagado o fuera de cobertura en estos momentos. Por favor, inten...”. Colgué antes de que la máquina hubiese terminado de soltar su discurso. 

-Déjame tu móvil. -Le dije de manera cortante a Julie, extendiendo la mano. -A ver si se piensa que soy gilipollas y no sé que tiene tres móviles distintos. 

-¿En serio? -Julie me tendió su móvil sorprendida, no sé si por mi repentina determinación o por el hecho de que Louis fuera una tienda de Phone House con patas.

-Sí, uno para familia y amigos, otro para trabajo y otro en caso de que su número personal se filtre, para no quedar incomunicado. Y además el muy subnormal me dio todos los números ayer. No sabe ni jugármela como es debido. 

Una vez hube acabado de decir eso, me levanté del sofá apresuradamente y entré a mi despacho. En la pantalla del pc, pegada con celo había una pequeña nota. ·Louis, Louis trabajo, Louis emergencia", escrito por su propia mano... es menester ser tonto. 

-Le voy a llamar al del trabajo con el tuyo, así hay más posibilidad de que lo coja. -Le comuniqué a Julie, volviendo a aparecer por el salón. Ella asintió y me senté a su lado, dirigiendo mis ojos del papel a las teclas del teléfono una y otra vez. En cuanto estuve segura de que coincidían, llamé y, sin duda alguna, di en el clavo. A los dos tonos, descolgó el teléfono.

-No se te ocurra colgarme. -Espeté. -Solo quiero saber qué cojones tienes en la cabeza.

-Alice... -Comenzó a hablar él, pero se quedó callado.

-¿Te das cuenta de que tenía razón al no confiar en ti? ¿Qué coño ha pasado ahora?

-Lo siento mucho, Al, no puedo hacerlo. Sí que he dejado a Eleanor, pero por que no puedo estar con ninguna de las dos. Espero que lo comprendas. 

-No me llames Al. Vete a la puta mierda. 

-Lo siento, no puedo decirte otra cosa. Necesito un tiempo solo.

-Me la pela lo que tu necesites, lo que yo necesito es que no vuelvas a utilizarme en la puta vida. 

-Tranquila, no va a volver a pasar. -Su voz era tranquila y serena, como si nada de lo que estuviera ocurriendo a su al rededor realmente le importase. -No espero que me perdones.

-Haces bien. -Y colgué. Julie me miraba con los ojos muy abiertos, expectante de una explicación, pero no fui capaz más que de morderme el labio intentando reprimir las lágrimas y negar con la cabeza.

Estaba más que decepcionada. No podía comprender qué había hecho mal, qué había cambiado de repente de un día para el otro. Joder, después de esos días esto era lo último que me esperaba. Y en el fondo me contradigo, por que sí que lo esperaba, solo que una pequeña parte de mi había hecho que la esperanza se apoderase de mi y me hiciera vez un (falso) rayito de luz al final del túnel.

Lo único que me “consolaba” algo es que tampoco estaba con Eleanor. Y se me venía constantemente a la cabeza mi madre, que echando mano del refranero español me decía: “mal de muchos, consuelo de tontos”. Gracias, mamá, pero esa no era la situación. Supongo que mientras él estuviera con alguna de nosotras, no podría seguir adelante con su vida, si no estar metido en el mismo laberinto sin salida, así que esa era la mejor opción.

Tras comentar todo lo que había pasado con Julie, llorarle un poco, que me consolara y me animase como buenamente pudo, decidió volver a su casa para que ambas pudiéramos dormir. Aunque no me lo pareciera, al día siguiente era lunes y tocaba volver a la redacción. Y volver a mentir. Claramente a ellos no les había dicho que iba a un seminario por motivos de trabajo, porque ellos eran mi trabajo. Para los de la oficina había estado visitando a mi abuela.

Y eso fue lo que dije cuando, a la mañana siguiente, café en mano, entré por la puerta esbozando la sonrisa más natural que me salía. 

-¡Buenos días! -Dije al llegar a mi mesa, creyendo que Steph estaría ya en la suya, pero me equivoqué. Ay, que resaca que tiene que tener, pensé divertida. 

Enchufé mi ordenador y solté un suspiro, aliviada al ver que arrancaba perfectamente. El jueves, justo antes de irme me había dado varios problemas y tuve que pedirle un amigo que viniera a echarle un ojo, pero al estar camino a mi infierno personal, no pude ver como lo hizo ni hablar con él. 

En seguida conecté todos los dispositivos que necesitaba, revisé mi correo y me puse a trabajar, hasta que una voz me sobresaltó.

-Va bien, ¿no? -Preguntaron sobre mi cabeza. Alcé la vista desde mi silla y le vi.

-¡Lucas! Hola, si, perfectamente, muchas gracias, no sabes el favorazo que me hiciste... 

-Tranquila, para eso estamos, ya sabes... el amigo informático. -Dijo con una sonrisa de resignación que me hizo reír. 

-¿Y qué haces aquí? ¿Te dejaste algo, necesitas revisar algo? -Pregunté alejándome un poco del ordenador para dejarle pista libre.

-No, tranquila, todo eso está solucionado. -Se giró ligeramente para mirar a su al rededor y al ver la silla vacía de Steph, la atrajo hacía nosotros y se sentó a mi lado. -En realidad había venido a hablar contigo.

-¿Conmigo? -Pregunté algo aturdida. Lucas y yo eramos conocidos desde hacía tiempo, teníamos amigos en común, pero la mayoría de las veces nos veíamos por motivos informáticos, porque le pedía algún favor, así que no me imaginaba que tenía que hablar conmigo tan íntimamente. 

-Sí. -Dejó un par de segundos de silencio e intriga hasta que, por fin, habló. -¿Donde has estado este fin de semana, Alice? 

-¿Perdón? -Exclamé medio riendo. Risa nerviosa, por supuesto. No sé a qué venía esa pregunta. -¿No te lo dije? Yo creo que sí...

-Tú no has estado en un seminario, Alice... ni tampoco visitando a tu abuela. 

Morning (Louis Tomlinson) // Actualizaciones lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora