Capítulo 11

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Habían pasado varios días desde mi desagradable descubrimiento y lo único que sabía con claridad era que no tenía ni idea de como sentirme. Día tras día como una autómata revisaba twitter en busca de algún síntoma de flaqueza en la pareja, un rayo de luz, de esperanza sobre mi vida, ese click que activara alguna función en mi cabeza y que me diera una pista sobre como sentirme, como actuar o como seguir adelante, por que en esos momentos, yo no sabia. 

Había pasado esos días sin expresión en la cara, con la mente en ninguna parte y recorriendo únicamente el camino de casa al trabajo y del trabajo a casa. Una vez en la intimidad de mi “hogar” me sentaba en el sofá y veía las horas pasar, aun en shock e intentando asimilar que había vuelto a ser la tonta que se creía las mentiras y que andaba a ciegas, con la venda de la confianza en los ojos para acabar chocando contra la pared de la manera más dolorosa y avergonzante que podía imaginar. 

“No estoy construyendo ningún muro, Louis. Estoy asegurándome una zona donde caer sin que duela cuando tú decidas tirarme”. Recordaba las palabras que le dije a Louis durante el fin de semana y solo quería hacer de mi un rollito de primavera entre mantas y pañuelos usados y que la tierra me tragase y enterrase para siempre. Supongo que mentí sobre asegurarme una zona. Supongo que eso era lo que quería que Louis pensase. Supongo que debería de haberlo hecho de verdad, por que, sin duda, había caído y dudaba de si ya había tocado el fondo. 

Me alimentaba de café y cigarros, llevaba coletas y moños y casi ni me arreglaba. Me costaba concentrarme para trabajar y ya no hablemos de dormir. Cada vez que Louis asomaba por mi vida la dejaba patas arriba a su paso y no le importaba nada irse dejándolo todo así. 

“Dios, esto tiene que cambiar”. Pensé mientras observaba mis ojeras, mi piel pálida y mi pelo enredado en un moño frente al espejo. “Tiene que cambiar o voy a morir en el intento de vivir”. 

Continué mirándome y comencé a reír. Me reía mientras me miraba y miraba toda mi casa. Reía por que no me quedaban lágrimas que llorar... o eso pensaba. Entre sollozos recogí todo mi apartamento y llamé a Steph. Ya estaba al tanto de todo lo que había ocurrido. Era la tercera persona en saberlo y mis planes era que se quedase en ese número. Demasiadas confesiones y emociones para tan pocos días. 

Cuando Steph llegó no hablamos directamente de lo que me pasaba. Primero tanteó el terreno con un par de temas banales. Era obvio que ella no sabía como manejar la situación y se sentía incómoda al imaginar que yo estaba en ese estado. Por eso nos quedamos unos minutos en silencio hasta que no pude aguantar más. Necesitaba hablar con alguien y no la había llamado para comentar lo malo que estaba el café de la redacción últimamente. 

-Un amor tan grande tiene que ser mutuo. -Dije de repente. No la miraba a ella directamente, tenía la mirada perdida en la pared de mi salón, pero estaba segura de que aquellas palabras la habían sorprendido un poco. 

-¿Como? N-no te entiendo. 

-Me refiero que… no puede ser que unos sentimientos tan fuertes no valgan para nada. No es posible que toda esta pasión sea inservible. Tiene que ser reciproco, seguro. Él también siente algo. -Me quedé callada durante unos instantes, pero Steph no respondió, así que continué. -Son muchos años, Stephanie. 

-Te entiendo. -Contestó intentando mostrar empatía. 

-No, no lo entiendes. Sé como eres y sé que no lo entiendes. -Reí ligeramente y proseguí. -Pero de verdad espero que algún día lo hagas. Me gustaría que algún día tengas una persona que te haga feliz solo con verla, que suspires cada dos minutos o a veces cada menos, que cada detalle que tenga contigo, por pequeño que sea, te haga sonreír durante una semana entera, aunque después te duelan las mejillas. Alguien por quien merece la pena pasarlo mal, ¿sabes? A quien se lo perdones todo, no importa lo que haga porque la felicidad que te aporta siempre pesa más que cualquier mal momento. No sé, esa persona que recuerdes y lo hagas con una sonrisa. Toda esa puta mierda. 

Steph no contestó, abrumada por la crudeza de mis palabras. Dejé de mirar a la nada y solté una risilla ahogada. Sonreí a Steph y volví a hablar.

-Realmente pienso que acabaré en el manicomio por esto, ¿sabes? 

Steph me abrazó y eso fue lo único que tenía que hacer para reconfortarme. Sabía que mi amiga no era buena con las palabras y mucho menos tenía la más mínima idea sobre relaciones, pero con que estuviera allí me era suficiente. Ella, a diferencia de Lucas y Julie no había conocido nunca a Louis y se quedó algo asombrada cuando le conté mi “aventurilla”. Por eso no podía opinar sobre el tema y ayudarme psicológicamente como ellos, pero podía darme apoyo moral. Me hacía sentir que ya no estaba sola en esto, tal y como me había sentido durante los últimos meses. 

 ...

Su ayuda, y la de Juls y Lucas, que últimamente se había vuelto un amigo muy cercano, fue inestimable para que durante los dos meses siguientes consiguiera “sacar” la cabeza del agujero donde la tenía metida y me decidiera a seguir adelante. Sin duda alguna era totalmente inviable continuar de esa manera. Tenia una carrera, tenía un trabajo, amigos maravillosos, un piso en el centro de Londres y 21 años, era totalmente inviable pasarme la vida amargada en mi casa. Incluso hacía un par de días que no fumaba. Estaba completamente orgullosa de la persona en la que me estaba convirtiendo. 

-¡Dios, he acabado! -Dije alejándome ligeramente del escritorio y desperezándome en la silla. Sonreí a Steph que miraba la pantalla de su ordenador con el ceño fruncido y le golpee ligeramente el hombro. 

-Pues podrías bajar a por café. Eso de que has acabado es relativo, son las once de la mañana.

-Pues mira, voy a ir y me paseo, fíjate. ¡Y cambia esa cara que te van a salir arrugas! -Dije juguetonamente mientras me dirigía a la puerta. Steph me sacó un dedo y continuó trabajando. Un par de personas más me pidieron que trajera cosas de la cafetería y lo apunté todo en una nota del móvil. 

En seguida llegué al sitio donde comí hace ya unos meses con Lucas y sonreí al acordarme de él. Estaba muy contenta del rumbo que estaba tomando nuestra amistad retomada después de años de favores informáticos. Durante estos días de “rehabilitación” había pasado muchas horas en su casa viendo películas, comiendo juntos o simplemente pasando la tarde, ya que curiosamente todo este tiempo, vivíamos en la misma calle sin saberlo.

Saqué el móvil una vez me posicioné en la cola para recordar que me habían pedido mis compañeros y de paso mandarle un mensaje a Lucas para vernos esta noche. Aun tenía dos personas delante de mi cuando una voz a mi lado y una mano en mi hombro me sorprendieron y me sacaron de mis pensamientos. 

-¿Ali? -Preguntó alguien a mi derecha. En un primer momento no reconocí su voz, por lo que giré ligeramente la cabeza para encontrarme con quien me buscaba, que me sonreía con una sonrisa de oreja a oreja y con la mano aun sobre mi hombro. -Eres tú, ¿no?

Oh no. 

-

Oh no. ¿Quien será? ¡HAGAN SUS APUESTAS, PREMIO A QUIEN ACIERTE! 

Holiiiii chiquitines

Esta semana me he tocado un poquito la flor y he actualizado tardísimo, mil perdones, no me odiéis, la uni es un asco y me quita mucho tiempo, pero la cuestión es que aquí estoy. Capítulo número 11, un tiempo después, una nueva actitud yyyyyyy una sorpresa final. Chan chan chan. ¿Quien es? ¿Quien queréis que sea? ¿Quien sería una locura que fuese? Ay que emoción más emocionante. 

Como siempre, millones de muakis besitos a las que leen, comentan y votan cada semana. Sois amor puro, así que, por favor, no me lapidéis por dejarlo ahí.

Besitines<333333333

Morning (Louis Tomlinson) // Actualizaciones lentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora