Cap. 7

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Me paso todo el viaje pensando en el sitio que le dije, pero no me acuerdo.

-Ya llegamos. -Dice aparcando el coche, miro por la ventanilla y lo único que veo es un centro comercial. Me giro y le miro extrañada. -Veo que tampoco viniste a Bilbao.

-Sí he venido a Bilbao, pero, ¿por qué aquí? -Le pregunto extrañada. -En Cantabria también hay centros comerciales grandes...

-¿Y boleras también? -Me pregunta, sonriendo, y se me enciende la bombilla. Hace bastante le pregunté si había conocido la bolera que tenía un centro comercial pequeño cerca de Astillero, y me dijo que no. Y yo le dije que pasaba de pequeña pero que nunca llegué a entrar y jugar. -Te reto a unos bolos, y el que pierda paga el cine. -Dice saliendo del coche.

-Acepto. -Digo sonriendo, salgo del coche y entramos al establecimiento.

Recorremos los pasillos mirando los escaparates de las tiendas, pero sin entrar, bueno, en alguna sí que entramos, pero eran importantes.

-¿Te sabes esto de memoria? -Le pregunto mientras giramos por un pasillo, nuevas tiendas aparecían mientras otras desaparecían a nuestras espaldas.

-Sí. -Dice, cogiendo mi mano. -Algún día que te decía que salía con los amigos, veníamos aquí al cine o a comprar algo que sólo aquí hay. -Me quedo callada y le sigo sin rechistar.

Subimos por unos ascensores, pasamos unos restaurantes y entramos a la bolera. En la entrada había unas máquinas recreativas y al fondo estaban las pistas. Yo seguía sin decir nada, solo alucinaba.

-¿Sin palabras? -Me pregunta y antes de que pudiera responder, me tira de la mano a por el calzado. -Perdone, queríamos dos pares de zapatillas para jugar. -Habla Blake.

-Vale, ¿qué pie tienen? -Le pregunta el señor.

-Yo un 42 y la chica... -Se queda callado mirándome esperando a que diga yo algo.

-Eh, un 40, por favor. -Digo al reaccionar. El señor se fue para buscar los zapatos y le miro. -¿Cuánto cuesta?

-Unos 9€ por persona. -Dice tranquilo. -Esto lo pago yo, ya pagarás tú el cine. -Sonríe y le doy un suave golpe. Vuelve el señor y nos deja los zapatos.

-Son 8'5€ por persona. -Dice, Blake saca la cartera y le da el dinero. -Y una cosa más, ¿las barras se las pongo, chica? -Me pregunta.

-No, no le hace falta. -Se adelanta Blake. -Nos queremos divertir. -Me mira con cara sonriente, me coge de la mano y me lleva a nuestra pista.

-¿Has jugado alguna vez? -Le pregunto sentándome para cambiarme los zapatos. -¿O estamos en las mismas condiciones de ser mancos?

-Jugué pero cuando estaba en Italia, de pequeño pequeño. -Dice sonriendo. -Así que es posible que no me acuerde de nada, o que me acuerde y te marque todo el rato plenos... -Se levanta y ve hacia las bolas, las coge y elige cual es la ideal para él. Cuando me termino de cambiar, hago lo mismo.

-Empieza tú. -Le digo con mi bola en la mano. Mira el número de mi bola y se ríe.

-Pensé que tendrías más fuerza. -Dice acercándose a la pista. Su bola es un 8 y la mía un 6, eso quiere decir que la suya pesa 8 kilos y la mía solo 6.

Lanza la bola y derriba todos los bolos menos uno de la esquina. Vuelve a por otra bola, tira de nuevo y derriba el que le quedaba. Se gira sonriendo y se sienta a mi lado.

-Te toca, derriba alguno mínimo. -Dice sonriendo mientras me levanto, me giro para mirarlo y le hago una burla.

Vuelvo la vista hacia la pista y miro los bolos. Levanto la bola y me acuerdo de la Wii, del Wii Sports, el juego de deportes, me acuerdo de como se hacía. Tiro la bola y rueda hacia los bolos, pero no se acerca mucho a los bordes. Cierro los ojos para no verlo, y cuando los abro, no veo ningún bolo en pie. Se me ilumina la mirada y me giro sonriente.

-Te voy ganando, supera eso ahora. -Digo sentándome en mi sitio, él se levanta y coge una bola de 8.

-Ahora me toca tirar a mí, claramente te voy a superar. -Dice sonriendo. -Pero que sepas, que ha sido suerte del principiante, eso no lo repetirás, al menos hoy no. -Se gira sin quitar la sonrisa de la boca y vuelve a tirar.

La partida se nos pasa rápido y muy igualada. Blake tuvo razón, fue el único Pleno que hice ese día. Al final ganó él por unos pocos puntos.

Salimos de la bolera y subimos unas escaleras mecánicas, para llegar al cine, no hay mucha cola.

-Te toca pagar a ti. -Me dice al llegar. -¿Tienes suficiente?

-Sí, sí. -Digo rápidamente. -Sí tengo dinero suficiente. -Voy sacando el monedero. -Por poco, pero tengo. -Susurro esto último, y no me oye.

-¿Cuál vemos? -Me pregunta y nos paramos en la entrada, enfrente de la cartelera. -Quiero ver una de miedo. Quiero ver Annabelle 2. -Dice como un niño pequeño, yo sonrío.

-Vale, vale, pequeño Blake. -Me burlo, él se ríe. -Pero, ¿no te asustarás? -Ahora me río yo y el cambia su extensión.

-Ja ja, muy gracioso. -Dice irónico. -Pero la que no puede levantar más de 7 kilos y la que se asusta fácilmente estés tú, no yo. -Vuelve a sonreír, pero yo no lo dejo de hacer. Nos acercamos a comprar las entradas.

-Buenos días. -Dice el dependiente al acercarnos. -¿Qué desean ver?

-Pues queríamos ver Annabelle 2. Dos entradas, por favor. -Digo con el monedero en la mano.

-Pues son 9€. -Dice el dependiente, le doy el dinero y entramos. Esperamos unos minutos afuera hasta que abren las puertas y entramos.

La sala está vacía, sin nadie. Puede que nadie venga a verla por ser de miedo pero, de pronto, empieza a llegar la gente. Al final, la sala se llena pero no del todo, unos 20 asientos sin llenar, nadie se sienta cerca nuestro.

Empieza la película y todos nos callamos. Blake se acerca a mi oído y me dice:

-Se nos olvidó comprar comida para la peli. -Me giro a mirarlo. -Si quieres voy yo ahora corriendo y cuando vuelva me cuentas lo que ha pasado. -Asiento con la cabeza, le doy el monedero y se va sin molestar mucho.

Un chico que estaba unos asientos a mi izquierda, se sienta al lado mío. Le miro de reojo y me concentro en la película.

-¿Pasa algo? -Me pregunta el chico. -¿Te dejó plantada?

-No, solo se fue a por comida. -Le susurro sin mirarlo. -¿Por qué te me acercas? No me conoces.

-Dos cosas. -Dice sonriendo. -Uno, es de mala educación no mirar a una persona cuando hablas. -Me giro a mirarlo, con la poca luz que hay puedo ver que tiene los ojos verdes y el pelo oscuro, pero no llega a ser negro. -Y dos, respondiendo a tu pregunta, si te conozco, solo que tú no te acuerdas de mí.

-Pues dime quién eres. -Le digo mirándolo a los ojos. "Ojos verdes... ¿Quién conozco que tenga ojos verdes?" Pienso.

Mi vida en cuento 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora