El trayecto desde el monte hasta la mansión de Jim les costó una hora de su tiempo. La camioneta la dejaron estacionada justo donde habían aparcado para poder enterrar al hombre, el único hombre de aquella dimensión que les había cedido su ayuda, y decidieron dirigirse a pie para no levantar más sospechas.
La oscuridad de la noche, así como lo frío de su aire, fueron suficientes para que James pudiera pensar bien en qué sería lo que harían a continuación. No sólo se había visto muerto, como dijo Max, sino que ahora debía decirle a Luna que su hermano, él pero no él, había fallecido una hora atrás. Una tarea lo bastante complicada, teniendo en cuenta que su verdadera hermana había sufrido el mismo destino muchos años atrás. ¿Era una especie de... juego? Él había perdido a Luna en su dimensión, y ahora Luna había perdido a James en la suya. ¿Qué intentaba decirle el Triángulo? Tomando en cuenta que el lugar más misterioso del mundo estuviera enviándole un mensaje.
Quitando eso de en medio, ¿qué era lo que seguía a partir de ahí? ¿Quién era Owen y por qué Blackwood tenía un ojo en él? La situación iba a ser muy difícil, ya que por el chivo expiatorio de Max con la foto editada, habían obligado a muchos de los agentes federales a dirigirse a la tierra de los faraones. Si ahí estaba Owen, la única ayuda que les quedaba en aquella dimensión, entonces debían correr el riesgo.
Después de un rato de camino, James y los demás Pasajeros llegaron a la mansión, que aún a esas altas horas de la noche, tenía luces en sus habitaciones, dando a entender que aún había vida en su interior.
Luna.
Debían decirle lo que le había sucedido a su hermano.
James abrió la puerta lentamente. Todas las luces del interior estaban encendidas, como bien habían visto desde lejos, pero la fuente de vida del lugar se encontraba en la sala de estar. Luna estaba sentada en uno de los sillones, mirando con atención su celular.
—¿James? —le susurró Dianne.
—Yo me encargo.
—Esto lo dejó mi hermano para ti —Luna alzó la voz, sin siquiera mirar a los Pasajeros, y tendió la mano derecha en su dirección, mostrando una tarjeta de crédito en ella.
James miró a Max e hizo un ademán para que éste fuera por la tarjeta. Lentamente, el muchacho atravesó la sala y la tomó.
—Mientras te vuelves un psicólogo, revisaré los datos que tiene Blackwood sobre este tal Owen.
—Vamos a necesitar identificaciones —le comentó James mientras Max, junto con Cooper y Scott, desaparecían escaleras arriba—. Falsas, no me importa cómo le hagas.
—¡Ya me adelante! —respondió Max desde arriba.
—¿Y Jim? —preguntó Luna, dejando el celular sobre la mesa del centro.
James y Dianne cruzaron miradas. Era el momento.
—¿Dónde está mi hermano?
James, en un movimiento casi inconsciente, tomó la mano de Dianne y la apretó en seña de tener controlada la situación. Se dio la vuelta y caminó hacía los sillones, para sentare segundos después frente a la chica.
—Jim... nos salvó hace unas horas.
—Se fue... ¿cierto?
La naturalidad, y tranquilidad, con la que Luna mencionó tales palabras desconcertaron por completo a James. ¿Acaso Luna estaba intacta con la muerte de su hermano?
—Me lo dijo —aclaró la chica.
—¿El qué?
—Jim me dijo que posiblemente no volvería.
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Pasajeros
Science FictionEn los últimos dos años, el mundo ha sido testigo de múltiples incidentes y desapariciones alrededor del globo. Aviones que jamás llegaron, cruceros que se hundieron. El caos parece tomar forma en cada país del planeta. La aerolínea Atlántica, inten...