45

3.1K 428 37
                                    

El traslado desde el centro de Londres hasta otro hotel no fue tan difícil como James, u Owen, hubieran pensado. Max se puso en contacto con ellos en poco tiempo, informándoles que la MI6 estaba movilizando demasiadas unidades para proseguir la búsqueda de los responsables de la fuga, el tiroteo, e incluso la violencia contra agentes del servicio secreto. Estaban metidos en un enorme problema. La buena noticia, según el chico hacker, era que podía conseguir un traslado a salvo para el aeropuerto, en un vuelo especial que podía salir a altas horas de la noche. Con identificaciones falsas, nuevamente, maquillaje, cortes de cabello y gorras, podrían facilitar el modo de poder salir de Inglaterra sin tener que enfrentar a todo un ejército liderado por Blackwood y sus hombres.

El hotel que Max y Cooper eligieron era uno de menor prestigio. Apenas notable. Ubicado lejos del centro de la ciudad de Londres, parecía el lugar perfecto para poder esperar un par de días mientras que la situación se calmaba un poco.

Cuando llegaron a él, encontraron a Luna viendo la televisión, y a Max en la esquina, en su posición preferida para tomar la computadora y sumergirse en su mundo informático.

—¿Consiguiendo datos? —preguntó James, al cerrar la puerta. A sus espaldas entraron Owen, Miranda, Allori y Scott.

—¿Qué? —Max alzó la mirada—, no, para nada. Estoy viendo Game of Thrones... ¡En esta dimensión ya llegaron a la temporada diez. No sé si eso sea posible... dijeron que sólo habría ocho.

—¿Conseguiste los boletos? —le preguntó Owen.

—Sí, a un excelente precio. Salimos mañana, a las seis de la tarde. Llegaremos el once de febrero a Fort Lauderdale. El día del juicio.

—Le pedí que los comprara por separado —dijo Miranda—. Owen y James irán en primera clase, los demás, separados en distintos puntos del avión.

—Suena perfecto —dijo Scott—. ¿Dónde está Cooper?

—En la habitación de al lado —respondió Luna sin voltear a verlos—. No cabemos todos aquí. De hecho, tenemos tres habitaciones.

—Suena más perfecto.

Cooper llegó a los pocos minutos con algunas cajas de pizza. No era la mejor cena del mundo, pero podía calmar el hambre.

—Deberías comer y luego dormir —Owen le pasó un plato—, te ves demasiado cansado. No puedes proseguir así.

—Dormiré en el avión —murmuró James.

Él se detuvo justo frente a la ventana. Necesitaban planificar todo el viaje del siguiente día. Llegar al aeropuerto, separarse unos de otros, y al final, tomar el avión a Fort Lauderdale. No debían cometer ni un solo error. Ningún contratiempo. Pero para ello, necesitaba aclarar todas las preguntas que se estaban haciendo en su cabeza.

Rápidamente, se dio la vuelta y encaró el problema.

—¿Quién eres? —James se dirigió por completo a Allori—. No eres quién todos creíamos que eras.

—James... —Owen no lo detuvo, pero le dirigió rápidamente una mirada de tolerancia. No debía ser tan rudo con ella.

Por semanas había creído en su palabra. Una amiga de Dianne, que se había sumado a la aventura que estaban viviendo desde que llegaron a aquella dimensión. Allori ya no estaba con ellos cuando Jim les dio esa información, pero al grado de cómo estaban las cosas, ella ya debía saberlo. No era ninguna inocente. Algo quería con el Triángulo, y era crucial saberlo. No podía terminar como Ben, alguien inocente que había formado parte del vuelo y de las turbulencias, así como de la Pirámide misma, y resultó ser un traidor que en esos momentos amenazaba con quitarle la vida a Dianne.

PasajerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora