A pesar de todo...

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Suena el despertador; son las siete de la mañana del primer viernes de septiembre. Siempre me levanto pronto para aprovechar mejor el día. Alex, mi hija, también tendría que estar levantándose ahora mismo. El lunes empieza el colegio y si no se acostumbra, le costará despertarse  durante el resto de los días escolares. En cambio, Marta, mi mujer, sigue durmiendo, aunque tendría que estar ya fuera de casa, puesto que es la directora de una importante revista de moda y siempre tiene una gran lista de tareas por hacer. Supongo que le habrá costado dormirse debido a nuestra fuerte discusión de anoche.

Todo iba bien cuando nos casamos. Estaba totalmente convencido de que había encontrado a la mujer perfecta. No obstante, ahora nuestra vida se basa en momentos monótonos y en fuertes discusiones, como la de ayer. De verdad que no sé como comportarme con esta mujer. Me tiene muy harto. Anoche nos dijimos cosas horribles y, en parte, me arrepiento. No debí de haber sido tan duro con ella, pero ella tampoco debe quejarse siempre de que se aburre. Cuando la oigo decir eso, pienso que querrá deshacerse de mí en cualquier momento y me engañara con alguien de su oficina. Anoche me imaginé esa escena y me enfadé tanto que acabé insultándola de una forma muy cruel. Resulta que en su oficina se encuentran muchas cuarentonas, como ella, pero feas, y varios jóvenes becarios bastante atractivos, lo cual me molesta un poco. Sé que si se casó conmigo, fue por algo; sin embargo, el tiempo pasa factura a todos y cada vez me siento más inseguro conmigo mismo. ¡Ojalá volviese a tener veinte años! Suspiro, recordando esos viejos tiempos...

Me dirijo hacia la cocina a preparar mis famosos cofres para Marta y Alex. Espero que preparando a mi esposa un desayuno especial me perdone por haberla llamado estúpida y acusarla de engañarme. No quiero que este matrimonio se acabe por mucho que suframos.

Me acuerdo de todos los detalles de nuestra boda, en una playa de México. Sus padres provienen de ahí, pero ella nació en Barcelona. Lucía muy guapa con ese espectacular vestido blanco que llevaba en aquella majestuosa playa. Los primeros años fueron muy maravillosos, a diferencia de estos últimos años.

Preparo mis famosos gofres, pongo sirope de chocolate, añado algo de nata y sirvo los vasos de zumo de naranja. De repente, una puerta se abre y Alex se dirige hacia la mesa que acabo de poner.

—Buenos días, cariño. ¿Has dormido bien?

—Hola, buenos días —responde Alex, estirándose—. Huele rico...

—Gracias. He hecho mi especialidad.

—¡Gofres!

—¡En efecto!

—Hacía tanto tiempo que no los hacías.

—Lo sé. Quería disculparme con este gran desayuno.

—Me lo figuro. ¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes. Estas cosas pasan. Pero lo siento mucho por lo que tuvieses que presenciar.

—Hombre, me asusté un poquito.

—Lo siento de veras, Alejandra.

—¡Joe! ¡Si que te afectó tanto para que me llames por mi nombre completo!

—Perdona, Alex. Pero sí es verdad, sí que me afectó. Tu madre tiene razón. A ver si esta noche vamos ella y yo al cine.

—¡Qué guay! ¡Perfecto! Mientras tanto, yo veré el siguiente capítulo de Modern Family.

—Mejor cuando también esté yo, ¿no?

—¡Está bien, está bien! Pues me vuelvo a ver la tercera peli de Star Wars. Me gusta mucho; de hecho, se trata de mi película favorita.

NUESTRO PEQUEÑO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora