Ruptura

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—¿¡Qué has hecho qué?! —grito

—Lo siento, mi amor. Alguien llamaba y no sabía quién era y cuándo me nombraron, supe al instante que debía de ser de la universidad. Lo siento mucho.

Me paso la mano por el pelo. Me acabo de despertar y va Esther y me cuenta esta noticia. Seguramente que fuera Decanato. Si la mencionó con su nombre completo, seguramente que fuera de la universidad. ¿Pero por qué narices coge mi teléfono? A ver... Es verdad que yo no estaba ni estoy para muchas llamadas, pero aún así. Igualmente, ¿cómo es que no tengo el teléfono de Decanato registrado? También me siento estúpido yo. 

Bueno, no hay que echarse las culpas ahora. Quieren hablar conmigo y eso haré ahora. También debería de romper con Esther ahora mismo, para que nadie más nos pueda ver ahora.  Pero ahora mismo no me encuentro en las condiciones ideales para mantener esa conversación con ella. No ahora. Ella siempre me ha intentado apoyar y demás. No puedo ser tan duro con Esther estos días. Igualmente debería de apartarme de ella para no perder mi puesto. Me encanta la relación que tengo con ella, pero... en algún momento se iba a acabar, ¿no? Ella va a volver a España y yo no. Tiene muchos años de estudio todavía. Se nos está yendo de las manos. Creo que ya es momento de terminar las cosas. Quizá debería de escribirle una carta y entregársela ahora, o tal vez a través de un Whatsapp o llamada... ¿Pero qué estoy diciendo? Se lo diré cara a cara. Ahora.

A ver, que lo mismo Decanato no quiere hablar conmigo de ella. Lo mismo es por un cambio de plan de estudios. Tampoco nos precipitemos. Aun así, debo de acabar la relación con Esther.

—Alex, nos dejas un momentito a solas —sugiero.

—Sí, claro, papá, recupérate —me da un beso en la frente.

Y sale de la habitación. Me dispongo a observar a Esther, su cabello rubio, sus caderas, sus uñas limpias de esmalte, su lunar en la frente...

—No, Jordi, no. Podemos solucionarlo —se adelanta Esther con lágrimas en los ojos.

—Esther...

—¡No, Esther ni leches! Siento por haber cogido esa llamada. No sabía que era de Decanato. No debí haberles respondido.

—Igualmente, aunque no fueran los de la universidad ni aunque no fueras tú el asunto a tratar, habría que romper. Y creo que para no complicarlo más, ha llegado el momento.

—Jordi, ¡no! ¡Jordi!

—Te irás a España y volverás a tu vida, pero la mía está aquí en Nueva York.

—¡Podremos solucionarlo! ¡Hay relaciones a distancia!

—¿De verdad funcionan, Esther? ¿De verdad?

—¿¡Acaso prefieres seguir en la universidad que estar conmigo?!

—Esther, algún día me entenderás. A veces hay que dejar ir al amor para poder centrarse bien en los estudios o trabajo, que al final es lo que echa dinero.

—Tú no eras así. A ti te gusta tu profesión porque tienes vocación, pero no por el dinero.

—Lo sé, pero me da estabilidad y ahora mismo lo que necesito es eso. No una relación. Acabo de divorciarme y me he metido en una relación sin haber sanado mis heridas. Soy un hombre herido y con inseguridades. Y ahora mismo así siento mi relación contigo. No la veo segura. Lo que necesito ahora es certeza, seguridad y salud, dicho sea de paso.

—Ya... Y yo no te doy eso. No te doy paz...—termina de gimotear Esther, a la vez que echa un vistazo por la ventana.

—Es verdad que me has dado paz en ocasiones, pero es una relación muy turbulenta, Esther. Si hasta nos escondíamos al principio. No vamos a poder estar 100% en paz. Lo mejor es que tengamos paz interior por nosotros mismos. Y si surge algo con otras personas, que así sea. No forzar. Lo nuestro no tiene futuro, Esther, por más señales que sintamos recibir. Siempre te recordaré, preciosa, por hacerme sentir querido y todavía apreciado, después de mi divorcio.

—Y yo a ti —vuelve a llorar, no me mira y se larga de la habitación.

La oigo llorar por los pasillos. Se me rompe el corazón. No quería que esto acabara así, pero no podemos continuar de otra manera. Eso no es una relación. Intento mantener la paz respirando y espirando, pensando que lo que he hecho ha sido para mejor de los dos. O al menos me fuerzo a creerlo.


NUESTRO PEQUEÑO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora