Intentando evitarla

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Me despierto; otra vez igual: he vuelto a soñar con Esther. Durante esta semana hasta hoy, viernes, no he parado de tener sueños con ella un tanto inapropiados. No se trata de malos sueños, en absoluto, pero resultan bastante sensuales. No sé por qué me está ocurriendo esto. Tal vez sea por la teoría acerca de los sueños que me contaron hace años. Si a un conocido le importas de verdad y piensa mucho en ti antes de acostarse, sueñas con dicha persona y no el otro, que se extraña, puesto que creía que soñaría contigo esa noche.

Quizá le guste a Esther; a lo mejor es por eso que se comportó de tal manera ese día. Sin embargo, no comprendo muy bien la situación. Si el lunes rompió con su novio, ¿por qué se fija tan rápidamente en mí? No voy a juzgarla, de ninguna manera, pero no creo que esté preparada. Paso de meterme en movidas. Tengo un buen trabajo y no quiero perderlo por esto. Es una buena chica y muy guapa, pero no debe ser. Creo que lo más apropiado es que no la preste mucha atención. Intentaré evitarla, tal vez así se olvide de mí. Sí, será lo mejor para los dos.

A su vez, también tengo familia y no estaría bien que me viese con otras. Todavía sigo casado y, a diferencia de mi mujer, yo sí respeto a nuestra familia. De momento, Marta no está durmiendo en casa desde nuestra pelea. Dijo que necesitaba tiempo, por lo que se quedaría en "casa de su hermana" y que ya volvería cuando creyese necesario. Eso está bien porque yo sigo dolido y necesito cicatrizar mi herida. Tengo que seguir reflexionando acerca del tema del divorcio, aunque seguramente acabaremos pasando por eso a pesar de que llegue a resultar doloroso y triste.

Ahora mismo me encuentro desayunando junto a Alex. Me estoy tomando mi usual café con leche y una tostada con un poco de margarina. Tengo que irme rápido a trabajar; sin embargo, no puedo terminar mi desayuno tranquilo, al estar Alex mirándome  con detenimiento.

—¿Qué pasa? —pregunto extrañado.

—La que debo de preguntar eso soy yo. ¿Por qué pones caras raras?

—¿Cómo?

—Estás muy reflexivo, preocupado, incómodo... Ahora que ya no está mamá en casa...

—De momento.

—Sí, bueno, pues que ahora que mamá no está en casa de momento, la situación no va nada mal; no obstante, estos días, cuando te levantas, te pones rojo y te muestras muy incómodo. ¿Duermes bien? ¿Tienes sueños raros?

—No, no. No te preocupes...—intento decir, intentando mostrarme lo más sereno posible—. Bueno, ¡nos tenemos que ir! ¡Yo llegaré tarde y tú también si no coges el autobús que sale dentro de nada! ¡Vamos, vamos!

Una vez ya afuera de casa, Alex se dirige hacia la parada de autobuses a esperar a que llegue el suyo, mientras que yo me subo a mi Lancia Delta blanco. Tampoco se tarda tanto en llegar hasta la universidad, pero tampoco poco.

Durante el trayecto, no puedo dejar de pensar en Esther. ¿De verdad que le gusto o es solo un flirteo tono? Tal vez sean paranoias mías. Aun así, debo de admitir que existen los sueños premonitorios. ¿Quién sabe? A lo mejor ocurre algo entre nosotros dos... Pero, ¿qué estoy diciendo? Se nota que estoy pasando por un mal bache con mi mujer, porque ya estoy perdiendo el norte...

Llego, dejo el coche en el único sitio disponible que veo del gran aparcamiento del que dispone la universidad, cojo mis cosas y me dirijo hacia el edificio donde tengo que dar mi próxima clase. Me encuentro algo nervioso. A pesar de que ya sé que debería mostrarme más serio con Esther, no puedo evitar sentir algo de nervios al estar ella en mi clase. También ella me está gustando, pero no conviene. No obstante, también debo de reconocer que me alegra de que una chica tan joven se fije en alguien como yo. ¡Y yo que creía que eso no podría ocurrir nunca! Ante tal pensamiento, me sale una sonrisa tonta. 

Entro en clase y la veo sentada lanzándome una bonita sonrisa. La respondo serio, saludándole con la mano. Me duele un poco, pero debo de ser así. Coloco todo el material necesario en la mesa y me siento. Mientras espero a que todos se vayan colocando en sus sitios, noto que Esther no para de mirarme; intento no responderle, quiero ser firme y serio, aunque me cueste. Sin embargo, el hecho de que me esté mirando me demuestra que estaba en lo cierto: le gusto. Pff... ¡Ahora sí que la hemos liado!

Una vez que todos se muestran ya listos para la clase, me levanto, me entra un poco de tos y me dirijo ya hacia ellos:

—Buenas chicos. ¡Feliz viernes! Ya sé que estamos casi en fin de semana y que esta tarde ya os iréis todos de fiesta. Yo no quiero cortaros el rollo en absoluto, pero debemos de hacer un mini test sobre lo visto esta semana próxima: modal verbs, que, por lo que que he visto, se os da mejor que los participle clauses. Lo haremos el lunes que viene, así que iros preparándolos.

Un eco de protestas inundan la sala. Aunque me prometí mantener la cordura, no puedo evitarlo. No soy así por naturaleza.

—¡Ah, pero no debéis de olvidaros aún de los participle clauses! Los dejaremos para más adelante. Los ejercicios del otro día no salieron muy bien. Solo quería saber como era vuestro conocimiento sobre los participle clauses y ya veo que no es mucho. ¡No os preocupéis! Luego os devolveré los ejercicios a final de la clase. Cuando acabemos los modal verbs con el examen del lunes, los veremos en detenimiento. ¡No os preocupéis! Ahora os entrego unos ejercicios de modal verbs  que me he inventado y los corregiremos.

Tras entregarlos, me vuelvo a mi sitio y dirijo mi mirada hacia Esther, que también me mira. ¡Maldita sea! Aparto rápidamente mis ojos de ella. ¡Esto no debería de ocurrir! ¡Joe...! No quiero hacerle daño, ni ilusionarla, pero me gusta. No sé que hacer. Bueno, sí, pero no puedo seguir con eso. Aunque no debería de mantener mucho contacto con ella para evitar malentendidos, no quiero ignorarla. ¡Qué complicado es esto! ¿Quién me diría a mí que esto iba a suceder?





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