Él es todo para mí. Siempre voy a cuidarlo

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Dicen que, entre más observas a algo o alguien, más hermoso te parece. Chanyeol estaba embelesado, con los ojos fijos en el rostro durmiente de Baekhyun. Todo el terror del día anterior, parecía atenuarse en su interior. Baekhyun estaba respirando, su pecho subía y bajaba con un pacífico ritmo. Aunque el tubo en su boca lo ayudaba, el chico estaba vivo, su cuerpo emanaba calor. Chanyeol suspiró aliviado.

Esa mañana, su ángel de la guarda lo despertó. Le dijo que Baekhyun estaría bien, que no debía preocuparse más. Después de eso, desapareció.

—Buenos días —saludó una enfermera, que entró al cuarto a toda prisa, para inyectar algo en el suero de Baekhyun—. Es un analgésico —musitó, al ver la expresión confusa en el rostro de Chanyeol.

—¿Cuándo va a despertar? —preguntó el chico, sonando un poco ansioso.

—Pronto —replicó la enfermera, regalándole una sonrisa llena de intuición—. ¿Es usted familiar?

—Soy su novio —respondió Chanyeol con seguridad. Se sentía bien decirlo en voz alta, sin importar lo que pensaran los demás.

La enfermera sonrió de nuevo.

—Ya veo. No se preocupe. Seguramente despertará en un par de horas.

Cuando terminó su trabajo, la chica ofreció una reverencia y salió de la habitación. Chanyeol se encontró de nuevo solo con Baekhyun. Tomó su mano con cuidado, estaba fría. Tocó despacio su mejilla, estaba caliente, lo cual lo reconfortó. Buscó dentro de la bolsa donde estaban las pertenencias de Baekhyun. Sacó su chaqueta, un tanto ensangrentada, y revisó los bolsillos. El corazón le dio un vuelco en el pecho, como si recordara el miedo abrumador que había sentido unas horas antes. Encontró los guantes rojos con bolitas blancas, guardados en uno de los bolsillos. Sonrió despacio. Tomó una de las manos de su novio, y le puso un guante. El otro, lo puso hasta la mitad del dorso de la mano, para no tocar la aguja por donde pasaba el suero. Mientras hacía eso, con todo el cuidado del mundo, Baekhyun despertó. Sus ojos bonitos miraron a Chanyeol.

—B-Baek... —musitó el más alto, llevando su mano a la frente de su novio, para despejar los mechones de su cabello—. Estoy aquí, Baek. Todo va a estar bien.

El dueño de la florería no emitió sonido alguno, pero sus ojos expresaron algo cálido, que alejó los malos pensamientos de Chanyeol. Después, volvió a quedarse dormido.

Unas horas después, cuando despertó, le quitaron el tubo que lo ayudaba a respirar. Estuvo en observación durante cuatro días. Chanyeol nunca lo dejó solo. Lucía espantoso, gracias a las noches sin dormir, y a la sombra de una barba que cubría sus mejillas, antes níveas. Sin embargo, para Baekhyun, él era el hombre más guapo del mundo, el hombre que lo cuidada, que le proveía de todo el amor que pudiera necesitar. Esos cuatro días que pasaron en el hospital, ambos se percataron de la intensidad de sus sentimientos.

El quinto día, antes de que Baekhyun fuera dado de alta, Sehun llegó corriendo al hospital. Había estado de viaje, y apenas se enteraba de la tragedia que su mejor amigo había vivido. Al principio, Chanyeol sintió cómo los celos le quemaban el pecho, pero entre más hablaba con el rubio, mejor le caía.

—No sabes lo agradecido que estoy contigo por haber cuidado de Baekhyun-ah. Siento que soy un terrible amigo, al haberlo abandonado cuando más me necesitada —le dijo a Chanyeol en el pasillo, antes de irse. Un par de lágrimas se asomaron en sus ojos.

—Él es todo para mí. Siempre voy a cuidarlo —respondió el chico alto, con aspecto de vagabundo.

Sehun sonrió y tocó su hombro.

Maldito ángel de la guardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora