Capítulo 2

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Voltee de nuevo los ojos suspirando.

-Le digo que ni siquiera sé su nombre-crucé los brazos-

-Usted me está diciendo que... Ni siquiera nos puede describir su cara, ni... ¿Decir su nombre?

-Mire, lo que yo hice fue esconderme detrás del mezón-se restregaron la cara-

-¡Estamos hablando de más de veinte personas muertas en ese restaurante!-alzó la voz desesperado-

-¡No me grite!-fruncí el ceño-yo no tuve nada que ver en lo que acaba de ocurrir hace... ¿Cuánto me tienen aquí?

-Más de 3 horas-suspiró-entiéndanos señorita, el jefe va a querer respuestas.

-Creí que usted era el jefe aquí-el otro detective comenzó a mofarse del primero-

-¡Ese no es el punto!-me miró con algo de furia-¡y tú cállate!-volteó la cabeza-¿Que a nadie le interesa una masacre con más de veinte personas muertas?

-Ese chico no fue el que mató a las veinte-los dos alzaron la cabeza atentos-entraron unos mafiosos y dos de ellos están muertos, o creo que más-el detective me apuntó con su dedo-

-Tú, tú... ¡¿No podías decirlo hace más de dos horas?!-me encogí de hombros-¿Qué fue lo que...?

-Escuche, el chico entró al restaurante y luego mafiosos lo perseguían, ellos mataron a las personas y él sólo trataba de zafarse del lío en el que se había metido.

-Jesús-pasó una mano por el cabello-¿dices que dos están muertos?

-O quizá más... Los otros creo que escaparon-cogí el vaso de agua que tenía enfrente y tomé varios sorbos-

-Eso es todo, te puedes ir-suspiró-

Por fin.

Me levanté de la silla con un dolor horrible en el trasero, caminé hasta la puerta, al pasar el otro detective me sonrió y yo le guiñé un ojo. Caminé por los pasillos de la comisaría totalmente agotada, recogí mis pertenencias y sólo me dirigí hasta la salida.

Al llegar a mi edificio el portero me abrió la puerta y me acompañó hasta el asensor, él era un señor de más de 70 años, era como un abuelo para mi ya que siempre estaba al pendiente de cuándo llegaba o qué hacía. Llegamos a mi piso y yo me dirigí hacia mi departamento, abrí la puerta, la cerré con seguro y dejé las llaves en la mesita de noche. Quería hacer el menor ruido posible pero mi hermana salió de su habitación totalmente roja del enojo.

-¡¿Cómo me puedes hacer ésto?!-gritó empujándome-

-¿Qué quieres? ¿De qué hablas?-fruncí el ceño intentando entrar a mi habitación-

-¡¿Cómo que de qué?!-me miró sorprendida-¿Sabes qué hora es? ¡Cabrona!

-Basta, Tissa-suspiré-quiero descansar...

-Me tuviste preocupada-dijo ya un tanto calmada-

-Lo lamento, ¿sí?-le sonreí de lado-hoy fue un día agotador.

-Quiero saber dónde estabas, por lo menos pudiste haber llamado o enviado un puto mensaje-se cruzó de brazos-

-Estaba en la comisaría...-ella abrió su boca y quiso decir algo-no, espera. Antes de que digas algo... Fui hasta allá porque hubo una masacre en el restaurante.

-¡¿Qué?!-se lanzó a abrazarme-¿Qué fue...? ¡¿Te pasó algo?! ¡Te hicieron algo!-se separó un poco para tocarme la cara y verme mejor-

-Tranquila, hermana-me zafé de sus manos-estoy bien... Simplemente que... Fue totalmente extraño.

El Maniaco ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora