Capítulo 9

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-No es algo que yo debería contarte-entrelacé mis dedos nerviosa-no hasta que tú me cuentes todo...

-¿Qué quieres que yo te cuente?-me miró serio-

-¿Cómo te enteraste sobre mi primera aparición en la comisaría?

-Bueno, escucha-suspiró-mi trabajo como jefe de la mafia es vigilar que mis hombres no se vean involucrados en casos peligrosos...

-¿La mafia no es más poderosa que todos aquí? Algo así como una organización de poder-negó con una sonrisa-

-Lo que pasa es que hace varios meses unos hombres contrataron a los míos para acabar con un muchacho-lo miré frunciendo el ceño-ellos confesaron que pagaron muy bien por aquello y no parecía un trabajo difícil. Hasta que llegó el momento de hacerlo, pero resulta que el muchacho era bastante peligroso...

-¿Te dijeron el nombre?-pregunté con asombro-

-No, sólo les mostraron una foto suya y como localizarlo... Todo salió peor de lo que pensaba, entraron al restaurante donde tú trabajabas y ahí murieron dos de mis mejores hombres-inhaló-yo he querido vengarlos desde entonces, ya que los solicitantes no se hicieron responsables por nada.

-Esto es una locura-pasé mis dedos por mi cabello quitando un mechón de mi rostro-no puede ser... ¿El muchacho al que debía perseguir...?

Me sentía como una completa basura al saber que yo fui la culpable de quitarles la vida, ahora sabiendo que ellos no me habrían hecho daño por la historia que me relataba.

-Él es el jefe-me miró mostrándome sus ojos plomos con lágrimas reprimidas-me siento tan culpable, dejaré de pensar que yo tuve que ver en la muerte de mis amigos si es que logro matarlo.

-Pero eso te convierte en alguien peor que él-afirmé convencida que la venganza nunca ha resultado bien, al menos a mí no-

-Mira, no creo que tú lo comprendas...-caminó hacia la ventana de la habitación viendo a través de ella-tan sólo eres una niña...

- Oye...-le seguí hasta ahí-tú no tienes por qué sentirte mal, no es...-suspiré-Tengo algo que decirte.

Se volteó a verme. Sus mejillas empapadas en lágrimas provocaban en mí un sentimiento de misericordia, clemencia ante ese hombre y no pude aguantarlo más. Me acerqué más a él juntando su cuerpo con el mío, sintiendo el calor que emanaba de este. Posé ambas manos en cada mejilla limpiando así con mis pulgares las gotas de agua salada que salían por sus ojos y él enrolló sus brazos alrededor de mi cintura.

Mis latidos se hicieron más notables para mis oídos, sentía que el calor subía poco a poco en mi cuerpo haciendo que me sintiera algo incómoda pero no de la mala manera. Sentía calma y nervios a la vez, aun así sabía que no era lo correcto en ese momento. Sin embargo, él agachó su cabeza para acercar sus labios poco a poco a los míos, su respiración se hizo más cercana y profunda. Podía sentir el sabor a menta que ésta desprendía, también logré oler con más facilidad el perfume de su cuello que me incitaba a besarlo y lamerlo.

Sus ojos penetrando los míos me provocaban una sensación exquisita y deliciosa, el brillo que poseían me transmitía paz en todo mi ser. Pronto sentí el roce de sus labios carnosos y rosados en los míos, levanté un poco mi mentón para que él pueda profundizar el beso sin necesidad de inclinarse más hacia mí.

Pero, rápidamente todo se esfumó en cuanto escuchamos el sonido de la puerta al abrirse. Me alejó de él particularmente asustado, queriendo fingir que no hacíamos nada.

Mucama- Señor, siento interrumpir sin tocar antes, pero lo están buscando -ella se veía algo nerviosa además de avergonzada-

Francis- No te disculpes, no interrumpiste nada -lo miré algo molesta por cómo se expresó- ¿Quién es?

El Maniaco ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora