Capítulo 3

45 1 0
                                    

Abrí mis ojos sin conseguir aún ver nada. Ésto no me podía estar pasando... Ésto no puede estar pasando.-Estoy jodida de por vida-me repetí una y otra vez tratando de no romper ese mismo instante en llanto. ¿Qué he hecho? No me lo merecía, doctor. No podía creer que ésto le pase a una persona como yo, sin embargo, sabía muy en el fondo que me lo merecía, merecía que las cosas vayan tan mal ya que había hecho bastante daño. Pero aún así no rescato la idea de que ésto era un disparate, un disparate bien disparado a lo ridículo y estúpido.

Seguía inerte en la silla en la que me amarraban las manos y los pies, mis ojos con una venda sucia tapándome la vista y yo chorreando de sudor y de lágrimas. Escuché unos pasos acercarse, la puerta de metal dio un estruendo al abrirse.

Mierda. ¿Ahora qué pendejada me harían pasar?

Me quitaron la venda de los ojos con fuerza haciendo que mis ojos se lastimaran por la brusquedad. Pude observar a un chico alto, su piel morena como la de un cubano y su cabello afro que le quedaba bastante bien. Se me vino la pregunta de, ¿podré hacerle caer como a la mayoría de los hombres? Esa idea me estaba chirriando en lo más profundo de mi ser.

-¿Qué me ves?-preguntó molesto-

-Nada. Me parece que encontré a un lindo gatito-le sonreí con la poca fuerza que me quedaba-

-se puso de cuclillas-¿Crees que ésto es un juego, nena?

-Claro, ¿por qué no serlo?-balancee mi cuerpo para estar más cerca del moreno-¿no quieres jugar?

-Vale, imaginaré que no dijiste eso-se rió-no pienso ir a la cárcel de nuevo...-se puso de pie-¿Sabes por qué estás aquí?

Me encogí de hombros. Suponía que por el hecho de haber conocido a uno de sus aliados, sinceramente eso me llevó a los problemas que tengo ahora.

-¿Me váis a vender en la Deep Web?-pregunté confiada-

-se rió nuevamente-Tienes una imaginación gigante. No somos traficantes de blancas.

-Sólo suponía-suspiré-¿Qué quereís? ¿Sexo? ¿Dinero? ¿Poder? Lo que queráis. Puedo conseguirlo si me dejan ir.

-negó con la cabeza sonriendo-Es algo más, linda...-caminó detrás mío-te haremos unas preguntas, y si no nos gustan las respuestas pues te quedarás aquí.

-¿Qué tan malo puede ser?-pregunté sarcástica-

-Que cada día te haremos hablar más y si es a la fuerza pues ni modo-trajo consigo un martillo-

-Atrévete y te mueres-le miré a los ojos desafiante-

-No le tengo miedo a una niña-me sonrió-pero yo no seré el que lo haga.

-Dios, ¿cómo unos universitarios pueden ser tan estúpidamente infantiles?-traté de mostrarme fuerte-

-Cállate-ordenó ya cabreado-

Miré hacia el suelo, ¿qué pretendían hacerme? No podía creer que estaba justo aquí sin nada, sin mis padres, sin mi hermana, sin mi familia.

Cuando se fue de la habitación nuevamente mis ojos rompieron a llorar, sólo sollozaba para que nadie me escuche. ¡Vamos! Has pasado más cosas, ¿por qué te asustas? Claro, he pasado cosas bastante horribles pero no a ésta magnitud. Creo que la impotencia justo ahí me estaba cegando ya que no veía una salida, quería irme... Sentía que si me quedaba ahí algo malo me iba a pasar, ya no podría vivir la vida que era perfecta para mí. Miré hacia el techo tratando de calmarme.

-¿Madre? ¿Por qué me has dejado?-reclamé con una voz casi audible-¿Por qué me tenías que abandonar? Estoy sola...

Volví a escuchar pasos y enseguida me puse seria. Entraron ahora varios muchachos, todos igual de lindos. ¡Dios! ¿Qué hacen muchachos así siendo delincuentes? En pocos segundos reconocí al segundo moreno que había hecho caer mi teléfono. Estaban todos menos Craffer. Claro, el muy idiota debe estar engatusando a otra estúpida para que caiga en su juego. Usted puede notar, doctor, que todo lo que quería era irme, no me importaba si me violaban infinidad de veces, no importaba si me quitaban todo mi dinero y tampoco importaba si por mí secuestraban a todas mis compañeras de estudio, sólo pensaba en salir de ese sótano. No era nada agradable el olor a sangre podrida, a excremento de gente que seguramente ya habían matado, ese lugar era sucio y me causaba una repulsión asquerosa.

El Maniaco ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora