Capítulo 8

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- Creo que te quedarás muy bien. - Dijo Melissa mientras finalizaba de examinar el portapapeles correspondiente a Ignazio. – Debido a sus costillas tendrás que descansar durante unas seis semanas – él hizo una mueca y ella continuó – Tendrás que evitar los movimientos bruscos o ejercicios durante un tiempo, pero creo que su recuperación será rápida y tranquila. Es sólo hacer lo que te pedí y tomar los medicamentos que te receté y mejorarás rápidamente.
- ¡Si señora! - Dijo en broma.
- Señorita. - Le corrigió y sonrió. - Supongo que nunca he tenido un paciente con humor como el suyo Ignazio.
- ¿Digo gracias?... - le preguntó confundido - ¿Era un elogio?
- Sí, fue un elogio. La mayoría no suelen tener buen humor o incluso ser educado cuando están enfermos o heridos... Bueno, te veo en un par de semanas entonces...
- ¿Cómo así? Voy a querer ser examinado al menos una vez a la semana, y a menos que realices consultas a domicilio, entonces espero que me atiendas cuando venga aquí. Ahora eres mi médica, no dejaré que me trate otro médico.
- Oh, lo hará, sí.
- No. Tengo respeto por la profesión, pero siempre odie los médicos, pero tú me gustas. - Ella sacudió la cabeza lentamente y sonrió de lado - Y cuando mis costillas estuvieren en su lugar, te invitaré a cenar.
- Voy a estar esperando tu llamada. - Él asintió con la cabeza.
- Tengo que mejorar primero... - se levantó de la cama con alguna dificultad - Porque con estos vendajes es muy difícil. - Sonrió y se acercó a ella - Gracias Melissa.
- No tienes que decirme gracias, hiciste mucho por mí también.
- Te daría un abrazo, pero... - señaló con sus manos en el tronco que estaba inmovilizado y Melissa rió. Ella comenzó a caminar en silencio junto a él hacia la puerta.
- Podrás hacerlo otro día, lo prometo.

*****

- ¿Melissa? - Ella pasaba por el pasillo cuando la enfermera la llamó y ella vino a la recepción. La mujer parecía divertida y le entregó un ramo de flores. - Te quiero, muchacha, pero estoy cansada de entregarte ramos de flores enviados por tu bombero.
- No es mi bombero... - dijo, sonriendo mientras recogía la tarjeta y la abrió - No es...
- Aún - y ambas rieron. - Deberías haberle atendido cuando él vino aquí para sus consultas.
- Él vino sólo un par de veces, además, estaba con otros pacientes, si pudiera habría ido.

Por supuesto, habría ido... Después de cuatro semanas, tuvo que admitir que lo echaba de menos. Especialmente cuando estaba con pacientes que no eran educados.

Miró la tarjeta. "Ya puedo abrazarte. ¿Qué te parece cenar a las ocho?"- leyó y luego sonrió. Era inteligente, tendría que llamarlo para confirmar, pero era evidente que aceptaría, en realidad estaba curiosa para ver cómo él estaba y cómo era lejos del trabajo y de una cama de hospital, e incluso mejor ahora que su rostro no estaba toda sucia y podía oler su perfume en lugar del horrible olor a humo.

Melissa miró el teléfono y pensó que sería mejor sólo enviarle un mensaje, si no sabía que Ignazio no la dejaría colgar y por desgracia todavía estaba en el trabajo.
Miró a la enfermera y la mujer le miraba fijamente.

- ¿Y entonces? - Le preguntó.
- ¿Entonces qué? – Le espetó Melissa.
- ¿Vas aceptar cenar con él o no?
- ¿Leíste mi tarjeta?
- Tengo ese derecho ya que soy la mujer de las flores. - Se rieron. - Por supuesto, aceptarás - Melissa miró a su alrededor, avergonzada – Mira esa su cara, casi no puedes soportar más tantas las ganas de verlo... Ah, estos jóvenes...
- No empieces con eso - río disimuladamente. - Tengo un paciente ahora, gracias por entregarme las flores...

Te Queda Tanto Por Vivir (Et Queda Tant Per Viure)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora