Capítulo 7

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- ¿Qué te pasa?- pregunta el al ver mi ceño fruncido.

- Nada, nada- dije y alce la carta para que no vea lo avergonzada que me siento al tener celos por alguien que no es nada mío.

- ¿Ya decidiste que vas a pedir?- dijo y asentí.- una lasagna de mariscos y espinaca.- respondí.

- ¿Te gustaría tomar un vino?

- Yo nunca he tomado vino- me sonroje.

- ¿Enserio?- negué- bueno, pediré 2 copas de vino blanco suave para que pruebes ¿te parece?

- Si, está bien.- al terminar de decir eso se acerca la camarera.

- Ya desean ordenar- dice ella mirando a Brent.

- Si, traenos dos copas de Synthesis Sauvignon Blanc del 2006 y una langosta al vapor.

- Sabes de vinos- dijo esta sonriéndole coquetamente mientras batía sus largas pestañas.- ¿tu hermana que va a ordenar?- seguía mirándolo, me ignoraba completamente.

Esperen ¿dijo hermana?

- Mi novia quiere una lasagna de mariscos y espinaca. Nada más, puedes retirarte- dejó de verla y me miró a mi.

Ella se fue dando pisadas muy fuertes.

- Disculpa si te incomode pero creo que te estaba ignorando y me incomodaba su intensa mirada- dijo y me desanimé un poco, sólo lo hizo para quitársela de encima. Bueno, es entendible su incomodidad.

- No te preocupes, está bien- y le di una sonrisa forzada.

- Ahora dime ¿cuánto te tengo que pagar?- pregunté y el se removió incómodo.

- Nada, preciosa. No es mucho, no te preocupes.- dijo restándole importancia.

- Si no es mucho, no te molestaría que viera la factura ¿cierto?

- Uh... preferiría que no.

- No me importa, muéstramela. Quedamos en que te pagaría la mitad por lo menos.- dije y estire la mano para que me la diera.

Seguí insistiendo hasta que sacó la factura de su billetera y me la dio. Estoy segura que mis ojos no podían estar más abiertos y mi boca también.
¡Es una cantidad ridículamente excesiva de dinero!

Eso no se lo podré pagar ni aunque trabaje toda mi vida. Aunque si trabajo dos vidas creo poder pagarle.

 Aunque si trabajo dos vidas creo poder pagarle

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- Brent.

- ¿Si?- dijo riendo con nerviosismo.

- Sabes que esto no te lo podré pagar nunca, ¿cierto?

- Me imaginé que dirías eso. Si te sirve de consuelo, ya no tendrás que comprar más ropa. Por ahora.

- Déjame ayudar, por lo menos, con la cuenta de la comida- dije quitándole la factura.

Tu Lugar Es A Mí LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora