12 de agosto de 2016, Barcelona (España)
Viktor salió a la calle y casi se murió por el calor que hacía ahí fuera. Se quitó la chaqueta de su traje y se aflojó la corbata. Desde hacía poco más de veinte años, Viktor trabajaba en una empresa rusa como traductor de ruso, inglés y español. En época escolar, también daba clases de la carrera de Estudios Ingleses en la universidad en la que él había estudiado, no por nada la había hecho. Miró su reloj, eran las siete y media de la tarde.
Ya había acabado de trabajar y no tenía nada que hacer. Entonces, recordó el mensaje que le había mandado su hija, que fuera a comprar. También recordó que Sunny se había ido ese mismo día al sur de Francia con Keisuke, donde estarían dos semanas, y que Lucas se quedaría varios días en casa de Javier. Vaya, esa noche cenaría solo.
Fue hasta el metro —su coche había sido robado por Sunshine— y allí se subió para poder ir a casa. Unos treinta y cinco minutos después, ya estaba cruzando la puerta del gran dúplex con varios pisos en el que vivía con sus mellizos. Dejó las cosas encima del sofá y fue a su habitación a darse una ducha con agua muy fría, a ver si así podía refrescarse un poco.
Posteriormente, salió de la ducha y se vistió. Bajó las escaleras, cogió la cartera y se fue al súper más cercano, antes de que cerraran y se quedara sin comida para esa noche y lo que quedaba de semana. Entró al supermercado y cogió una cesta de la compra. Avanzó por los diferentes pasillos y llegó al de las bebidas alcohólicas. Cogió una botella de vino blanco. "Vamos a emborracharnos", pensó. Fue hasta el pasillo de congelados para comprar pizzas, cuando vio la espalda de alguien que reconoció al instante. Esa persona llevaba una pizza en cada mano, dudando en si coger una u otra. Viktor se acercó y se puso justo al lado.
—Deberías elegir la de cuatro quesos, está más buena que la barbacoa —dijo.
Yuuri Katsuki pegó un bote por el abrupto comentario y se le cayeron las pizzas al suelo.
—Ostia puta —exclamó en su idioma natal.
Viktor se agachó y cogió la comida que el japonés había dejado caer. Se las extendió y Yuuri las agarró. Las volvió a dejar en el congelador y sujetó otra pizza que era de atún y bacon. El ruso cogió una de pollo.
—¿Cena familiar? —preguntó mientras ponía la comida dentro del carrito.
—¿Eh? No, Inés está con su madre.
—Así que vas a cenar solo... bueno, yo también. Mis hijos me han abandonado por sus parejas —Viktor soltó un suspiro dramático—. Tener hijos para que luego se marchen.
—Mmm... ya veo.
Y se hizo el silencio incómodo. Yuuri aún dudaba en qué tipo de pizza coger y Viktor agarraba varios alimentos que estaban por ahí cerca, después los metía en el carrito. Ninguno de los dos sabía qué decir, el ambiente estaba demasiado tenso. El ruso levantó la vista y miró de reojo al japonés. Tenía el ceño fruncido y aún seguía decidiendo qué sabor escoger.
—Ven a mi casa a cenar.
Yuuri lo miró escandalizado y como si estuviera loco. La verdad es que había sido un impulso, pero no se arrepintió de haber dicho eso. Desde que lo había vuelto a ver en el cumpleaños de Zhenya, Viktor había tenido unas garras terribles de volver a hablar con él. Quería y necesitaba hablar con él. Lo peor de todo era que no tenía ni idea de por qué, pero quería hacerlo.
—No —respondió Yuuri. Viktor parpadeó ante la negativa.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—No pienso ir a cenar contigo y mucho menos a tu casa.

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Tokio | (Viktuuri)
FanfictionViktor Nikiforov es un estudiante de 20 años en Barcelona, España. Cuando es invitado a pasar un verano en Tokio por su pareja, no puede imaginarse lo que está por venir. Dolor, amor, lágrimas, pasión... ¿Qué le deparará el dest...