LA PRINCESA RENEGADA

10 1 0
                                    

El castillo, en el cual vivía, era alto y espacioso. Los ladrillos que lo formaban, estaban descoloridos por el ambiente húmedo. En el gran portón, un río de aguas verdes y malolientes, rodeaba todo palacio. Cráneos flotaban por ellas. Desde la ventana de mi habitación, se podía contemplar cada rincón de nuestro reino. El cielo siempre estaba gris a causa del montón de nubes que habían. Eso hacía que siempre estuviera poco iluminado, y junto a los árboles curvos y sin hojas, dieran un toque sombrío al reino.
Caminaba por los largos pasillos de palacio, esperando a que el día llegara a su fin. El sonido de mis pasos, hacían eco. Mi vestido negro, arrastraba por el suelo. Mi pelo largo y negro, se balanceaba débilmente por mi espalda. Aquí, en palacio, sólo estábamos mis padres, los reyes, y mi hermana mayor, Agatha. Su pasatiempo, era molestarme. Solía decirme una y otra vez que no tenía magia ninguna, para algún día poder gobernar nuestras tierras. Estaba en lo cierto, pero no era necesario informarme de algo que ya sabía. Yo, soy la renegada de la familia real. No sabía hacer magia, porque no poseía ningún tipo de "Maná".
Según las historias que Crowy me contaba cuando era pequeña, cada raza ancestral, podía controlar un tipo de magia en especifico. Nosotros, los cuervos, poseemos la magia negra, prohibida en los reinos lejanos al nuestro. Quizás uno de los motivos por lo cual, la raza de los cuervos, fuimos desterrados.
Mientras caminaba por los pasillos, no me di cuenta de que Agatha, mi hermana mayor, me miraba con una sonrisa pícara.

-¿Perdida en tus tontos pensamientos de nuevo?

-Agatha, no estoy para soportar tus burlas. Dejame en paz.

-Soy la futura reina de nuestro reino, no te conviene hablarme así hermanita.

-Si hablamos así, yo algún día también llegaré a ser la futura reina, tampoco te conviene hablarme así.

Agatha frunció el ceño. Me miraba con rabia, pero sin perder la compostura. Caminaba justo a mi lado con aires de superioridad, cosa que me irritaba. Caminé más rápido para poder dejarla atrás y seguir con mi camino.

-¿A dónde te crees que vas hermanita?-Agatha también aceleró el paso para alcanzarme.

-A dar una vuelta.

-¿Sabes que mamá y papá se enfadaran cierto?

-Me da igual, estoy acostumbrada.

Tras decir eso, Agatha se paró en seco, quedando pasos por detrás. Yo seguí caminando olvidando su presencia. Cuando llegué al portón, los guardias que custodianan la entrada, me abrieron sin pretextos. Una leve ráfaga de aire, hizo que me estremeciera levemente. Los graznidos de los cuervos, retumbaban las calles. Paseaba por el pueblo mientras observaba los puestos. Las personas apartaban la mirada cuando me veían pasar por sus alrededores. Ya me he acostumbrado, lo cual, hace años que dejó de importarme. Desde que se descubrió que no poseía ningún tipo de habilidad, comenzaron a tomarme por renegada. No lo era, pero constantemente era criticada por los ideales de los demás. Paseando, llegué al bosque al que siempre iba. Nunca había nadie por allí. Crowy era quien me enseñó las maravillas de ese lugar apartado. Me senté en el árbol en el que Crowy vivía. Estar ahí, me hacía sentir que el aun estaba conmigo, aconsejandome. Cerré los ojos y me dormí, esperando a no despertar nunca más.

RavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora