Niñera por obligación

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Terminamos el salto de azoteas. Es una de mis actividades favoritas porque provoca muchísima adrenalina y es alucinante. Lo único malo es que te pegas golpes sí o sí. Pero te acabas acostumbrando a los arañazos y moratones. Me ducho y, cuándo salgo, todos los "estudiantes" ya se han ido a sus respectivas casas o trabajos, depende. Voy al gimansio y el entrenador ya me está esperando. 

-Normalmente siempre tienes prisa por que te de tú ficha e irte.-me dice intentando poner una sonrisa falsa y deduce lo que me han dicho.-¿Hasta que hora tienes que trabajar?

-Hasta las 11.-digo cogiendo la ficha de mala gana.

-¿Durante cuánto?

-Una semana.

Suelta un resoplido y me da una palmada en la espalda.

-Venga Spencer, hasta mañana.-añade saliendo del gimansio.

Me quedo mirando la ficha en silencio. Ni siquiera me dejan tiempo para comer. ¿En serio estoy pensando en eso? Nada, sólo la voy a fastidiar mucho con mi familia pero yo estoy pensando en qué no me dejan comer.  Lo primero que pone que tengo que hacer es ir a la comisaria de la calle Hoffman y me darán instrucciones. Guardo la ficha en la mochila y salgo a por la bicicleta para ponerme en marcha cuanto antes.

Cuando entro a la comisaria hay más ajetreo de lo normal. Algo gordo tiene que estar pasando para qué se monte una buena. El inspecor jefe me ve entrar y me lleva a su despacho.

-Tome asiento, agente.

-Ya le he dicho que no me llame agente, no soy policía.-replico. Siempre me llama así y no merezco ese reconocimiento.

-Puede que no hayas ido a la Academia y que no trabajes aquí. Pero resuelves casos y nos ayuda siempre que te pedimos que lo hagas, eres muy buena en lo que haces. Trabajas como si fueras una de nosotros y, como tal, te voy a llamar agente. Deja de decirme que no lo haga. ¿Vale?-Asiento.- Ahora, escúchame. Tenemos un tema gordo entre manos, uno de los altos mandos que controla toda esta.. ¿organización? Sí, organización, llamémosla así. Bueno, que le han secuestrado unos activistas que han descubierto todo este embrollo. Las grandes organizaciones policíacas están investigando el tema. El caso es que tenemos que cuidar y vigilar a su hijo, está en peligro también. Y, cómo es adolescente, hemos pensado que eras la más indicada para vigilarlo.

Me quedo en silencio un segundo asimilando todo lo que me ha dicho. Se va ha montar una buena si los asctivistas largan todo lo que saben, cosa que es difícil porque esto está muy bien montado y vigilado y les harán callar muy rápido. El problema está en cómo lo han averiguado. En fin, eso no es problema mío. 

-¿Qué?-suelto estupefacta.- ¿Tengo que cuidar de un adolescente? ¿Yo?

-Spencer, sé que no se te da muy bien la gente y que odias a los adolescentes. Pero quieras o no, eres una de ellos y nadie cómo tú puede entenderlos. Así que te ha tocado.

-Tampoco tengo muchas oportunidades para intentar entenderlos..-susurro y me sonríe. Sabe que odio este sistema. 

-Tranquila, no vas a estar sola. Hemos llamado a tu escuela para que te traigan ayuda.

-Algo es algo. ¿Es muy irritante el niño ese? 

-Supongo, tiene tus mismos años, está en pleno ajetreo de hormonas. Espero que os lo paséis bien.-dice con ironía. 

Paseo por el pasillo de la cuarta planta del hotel Big Square en busca de la habitación 430, en la que está esperando el hijo del gran jefe. 428, 429, 430. Saco la tarjeta del bolsillo de mi abrigo y la paso por la puerta. Al segundo se abre ante mí mostrando una amplia habitación ovalada. El chico moreno que estába mirando por la ventana se gira sobresaltado.

-¿Quién eres?- pregunta al cabo de uno o dos minutos. Cuando yo ya he cerrado la puerta y me he adentrado en la habitación. No está mal, tiene lo esencial: a la izquierda una cama de matrimonio cercada por dos mesillas de noche, con una lamparita en cada una. Un sofá en la pared de mi derecha coronado por un gran espejo y, finalmente, un armario empotrado en el pequeño pasillo de la entrada. 

-¿Hola?-repite cabreado.

-Soy Spencer.-digo dejándome caer sobre el sofá. Estoy cansadísima. 

-Muy bien, encantado. Pero preferiría saber qué haces aquí y cómo has conseguido entrar.-dice poniéndose delante de mí.

-Mira, chaval.-digo levantándome, haciendo que se eche un poco para atrás.-No estoy de humor cómo para que te me pongas autoritario y chulito, porque realmente la autorirad ahora soy yo. Me envían de la comisaría para cuidarte.-se me queda mirando un poco alucinado. Supongo que no se esperaba a una adolescente. Aunque no sé porque le sorprende, sabe perfectamente cómo funciona todo.-¿Qué? ¿Eres demasiado mayor para tener una niñera? Si quieres me voy, tú verás.

-N..no, no, quédate.-dice en un tono ya más bajo.-Es sólo que..

-¿No te esperabas a alguien cómo yo? No sé de qué te extrañas.-digo volviendo a sentarme.

Suspira y se deja caer a mi lado. Se me queda mirando y me cuesta aguantarle la mirada a esos ojazos marrones, me ponen nerviosa. Se pasa una mano por el pelo y echa la cabeza hacia atrás cerrando los ojos.

-Ya.... Nunca había visto a ningún hiperdesarrollado en acción.-dice con una sonrisa nerviosa.

-¿Hiperdesarrollado?-digo y me empiezo a reír.- Es lo más´bonito que me han dicho en la vida.-bromeo.

Mi comentario consigue sacarle una sonrisa, cosa que, para mi sorpresa, me alegra. Supongo que no estoy solo aquí para custodiarle, igual por eso me ha elegido el inspector Paul, para sacarle una sonrisa. Nunca viene mal y no me parece mala idea.

¿Doble vida? Puede ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora