Abro la puerta de este despacho tan peculiar y la cierro de un portazo. Cada día este mundo me gusta menos. Estoy chorreando y no paro de tiritar. Uno de los guardias me agarra por detrás.
-No te pases, niña.-dice seguro de sí mismo.-Esto no es nada, cíñete a tu trabajo y todo irá bien.
Tengo ganas de decirle de todo, pero no me conviene. Me suelto de sus manos y entro firme al gimnasio.
-¡Sécate, te vas a resfríar!-me grita el guardia, medio riéndose.
Levanto los dos brazos y le enseño el dedo corazón. Sé que sigue mirándome, no va ha irse hasta que vea que me he metido en los vestuarios. Le he dejado bien claro lo que pienso de él ¿no? Entro al vestuario, me quito la ropa mojada, me seco con una toalla y me pongo otro chándal. Me recojo el pelo en una coleta. Al llegar a la sala de tiro, Austin sigue entrenando. Cuando cierro la puerta se gira hacia mí y, al acercarme, me da mi pistola.
-¿Qué te han hecho?-pregunta sin mover la mirada de su objetivo. Mejor que no se distraiga, no quiero buscarle más problemas.-Tu pelo está chorreando agua.
-El verano está viniendo, es una época muy buena para tirarse globos de agua.
-En serio, Spencer.
-Me ha tirado agua helada por encima y tengo que trabajar hasta las 11 durante una semana.
-¿Qué?-dice y me mira con los ojos como platos.
-Sigue practicando Austin, si no quieres tener la misma suerte.- Se pasa una mano por el pelo y se queda pensativo unos minutos.-¡Austin!
Ya tiene bastante con que se ocupen de su familia, como para que además le pongan un castigo.
Resopla y sigue practicando.
-¿Cómo vas ha hacer para qué no te pille tu familia?-me pregunta minutos después. Austin es de los chicos que no te esperas ver tristes. Tiene el pelo castaño y corto, los ojos verdes y una sonrisa encantadora. Llevo con él desde que empecé en la academia. Siempre está contento, sonriendo y es un encanto. Educado, trabajador y divertido. Pero hoy está muy serio. Tiene que tener un día realmente horrible para no tener una sonrisa en la cara.
-Sinceramente, no lo sé.
Un par de guardias irrumpen en la sala. Austin y yo nos miramos. Uno se pone a la derecha y otro a la izquierda. Genial, más vigilancia.
El resto de la hora la pasamos en silencio. No podemos jugárnosla.
Suena el timbre y salimos de la sala. Antes de separarnos para ir cada uno a su actividad correspondiente, nos quedamos mirándonos en silencio un rato. Al cabo de un momento nos damos un abrazo. El abrazo que antes no me han dejado darle.
-Sé fuerte ¿vale?-le susurro.- Al menos, más de lo que ya lo eres.
-Y tú ten cuidado.-me dice sin separarse todavía.- Va ha ser muy difícil dar tantas explicaciones.
Nos separamos, no podemos perder mucho tiempo. Antes de girarse me guiña el ojo sonriendo.
Le guiño el mío también, es como nuestro talismán.
Llego a la azotea y Helen ya está preparada. Me pongo los guantes acolchados y me echo la cuerda al hombro.
-¿Qué tal Helen?-pregunto comprobando que la pistola está bien sujeta al cinto del pantalón.
-¿Tienes el pelo mojado?-me pregunta cuándo me acerco.
-Ehh.. sí, es que.. estaba cansada y me he dado una ducha para despejarme.-se me ocurre decir al segundo. No creo que Helen pregunte más. Nosotros no solemos mantener mucha relación con las personas. Y, si lo hacemos, es con personas a las que realmente nos sentimos unidas, aunque no lo admitamos. Tampoco nos dan muchas oportunidades para relacionarnos, nos obligan a centrarnos en nuestro trabajo.
-Tranquila que ahora seguro que se te seca.-dice con una media sonrisa.
-Si no se me seca saltando de edificio en edificio, no creo que se seque nunca.
-Bueno, pues ¿empezamos?-dice asegurándose la cuerda alrededor del brazo.
Voy a responder que sí cuándo suena algo. Es mi móvil. Lo saco de uno de los múltiples bolsillos de mi pantalón de entrenamiento y lo desbloqueo. Es un mensaje:
"Espero verte en el partido, Spenc. Es el más importante de la temporada. Un beso.- Dylan:"
Al segundo de leerlo me hundo. Dylan es adorable como hermano. Es muy bueno conmigo, atento y alegre. Siempre quiere hacerme sonreír y hacerme formar parte de su vida. Pero no puedo ir, no puedo y se que le va ha doler mucho. Lo siento mucho.-pienso.-Ojalá pudiera contarte todo.