Estamos sentados en el metro, que está prácicamente vacío. Quedan pocas paradas para llegar a mi casa ya y estamos ultimando los detalles de nuestra genial escusa.
-A ver- dice Austin- entonces mis padres están peleados y no aguantaba más, así que me fui de casa. Mis padres, que tienen tu número porque eres mi amiga desde siempre, te han llamado para saber si estaba contigo. Entonces les has dicho que no, pero que creías saber donde estaba. Me has encontrado y hemos estado hablando y luego hemos vuelto a mi casa. Allí hemos tenido una charla seria y tensa con mis padres y te has ofrecido, cual alma caritativa que eres, a dejarme ir a tu casa a pasar unos días. ¿Cierto?
-Yo no lo habría dicho mejor.
-¿Estás segura de que va ha funcionar?-pregunta indeciso por decimocuarta vez.
-Que sí, hazme caso. Tú dedícate a poner cara de perrito abandonado y a repetir varias veces que no quieres ser una molestia y que puedes irte a tu casa, que no hace falta que te acojamos. Entonces mi madre dirá "oh, que chico más formal, que se quede", eso sí, mi padre y mis hermanos no te quitarán el ojo de encima.
-¿Debo preocuparme?-pregunta entre risas.
-Di que te gusta el fútbol americano, el hockey y trata a mi padre como señor Dayme. Les caerás bien.
-¿En serio? ¿No puedo llamarle papi?-pregunta burlón.
Me río y le pego en el hombro.
-Eres tontísimo, en serio.
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Saco las llaves de la mochila, respiro hondo y abro la puerta.
-¿Spencer?-oigo que pregunta mi madre.-¡SPENCER, VEN AQUÍ AHORA MISMO!
-¿Estás segura de qué..-empieza a preguntar Austin, pero mi madre aparece delante nuestro de la nada.
-¿DÓND... Oh, hola.-dice intentando esconder su aspecto de cabreada.
-Máma, este es Austin.
-Encantado, señora Dayme.-dice sonriente.
Mi madre parece un poco confundida. Supongo que es lo normal, nunca le he traído a nadie a a casa. Siempre "iba" yo a casa de mis "amigos". Sonríe y me mira con los ojos desorbitados.
-¿Estáis..
-No.-la corto, sé perfectamente lo que va ha decir. A veces me da la sensación de que tiene más ganas de que tenga novio que yo.
-¡Darren, ven!-grita mi madre.
-¡Mamá!-le reprocho. ¿Por qué tiene que llamar a mi padre? Me giro hacia Austin y le susurro un "lo siento". En cambio, él me dice que no pasa nada y sigue sonriendo. Como se nota que no conoce a mi familia.
Oigo a alguien bajar las escaleras y mi padre aparece en el recibidor. Todavía no nos hemos movido de la puerta, por desgracia. Aunque, ahora que lo pienso, así es más fácil salir corriendo.
-¿Este es el chico con el que te has pegado todo el día y gran parte de la noche?-pregunta mi padre.-Porque son más de las 11 y media.
Debería de haberme esperado esa pregunta.
-Que directo que eres, cariño.-dice mi madre.
-¿Me vais a dejar hablar en algún momento?-me quejo.
-Claro, explica.
-¿Qué pasa?-pregunta Connor apareciendo en la escena.-¿Quién es ese?
-Connor, podrías tener un poco más de respeto, que te está oyendo.-le digo seria.