Demasiadas emociones por un día.

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-¡Corred!-grito antes de que se disipe el gas. No sé quiénes son, pero seguro que no son amigos. 

-Niño rico, sígueme.-oigo que le dice Austin a Ethan.

Lo más rápido que me permiten mis reflejos, cojo la puerta y la coloco diagonalmente apoyada entre las dos paredes, para que les pare un poco. Cuando me giro, Austin y Ethan ya han salido por la ventana y van saltando de balcón en balcón. Salgo y les sigo.

-¡Nos vamos a matar!-grita Ethan.

-¡Tranquilízate, niño, para algo entrenamos!

-¡Ethan, deja de mirar hacia abajo y mira por dónde pisas!-grito y se gira.-¡No te gires!

-¡Dios, esto es una locura!-grita siguiendo torpemente a Austin. 

-¡Han salido por la ventana!-grita una voz grave detrás de mí. 

-¡Saltad!-grito y Ethan me mira con los ojos desorbitados.

-¡¿Qué?! ¿Estás loca?

-Tú sólo tírate dónde yo me tiro, a esos contenedores.-dice Austin y salta.

-Per..-empieza.

-Salta si no quieres que te maten.- le digo al ver que están acercándose demasiado a nosotros.-Sé que puedes.-Añado sonriendo, para darle más confianza.

Me mira, me devuelve la sonrisa y, tras respirar profundamente, salta. Y yo hago lo mismo. Ayudo a Ethan ha levantarse, que aún está un poco ido por la impresión.

-¡Mierda!-grita uno de nuestros perseguidores.-¡Le protegen hiperdesarrollados!

Ese comentario me hace bastante gracia, aunque estemos en una situación bastante seria.

-Suena más sexy cuándo lo digo yo.-dice Ethan.

-Claro que sí, niño pijo.-digo entre risas, dándole una palmada en la espalda.

-¿Estáis esperando a que bajen o qué?-pregunta Austin. 

Salimos corriendo en dirección a la parada del metro más cercana.

-¿Qué hacemos aquí?-pregunta Ethan- ¿Vamos a asaltar unas oficinas?

Miro a Austin y nos reímos.

-Que ingenuo eres para ser el hijo del jefe.-dice sonriente y llama al timbre.

-Las oficinas están cerradas.-responden.

-Traigo una pizza cuatro quesos para el señor Grant.-dice Austin. Al segundo abren la puerta y entra.

-No entiendo nada.-se queja Ethan. 

Le cojo del brazo y tiro de él hacia dentro.

-Es nuestra Academia.

-¿Y esa era la frase secreta? ¿Una especie de contraseña? Me esperaba algo más sofisticado.

No puedo evitar no reirme, la verdad es que nunca lo había pensado. Al llevar toda la vida aquí no me parece rara la frase. Parece un niño pequeño jugando a los detectives. Emocionado.

-Señorita Spencer, ¿qué tal lleva la tarde de trabajo?-dice el altavoz..-Espero que mejor que la mañana pasada por agua.

Ethan da un respingo del susto y mueve la cabeza en todas direcciones.

-Muy agudo.-suelto borde.- ¿A cuánta gente has amenazado con trabajar hasta las 11 si no se ríen? 

-Te recuerdo lo que hemos hablado esta mañana, niña, no te pases.-dice, ahora más serio.- Id al gimnasio.

Esperamos que diga algo más, pero no lo hace. 

-¿Quién era ese?-pregunta Ethan.

-Es uno de los jefes, no sabemos quien exactamente porque no lo hemos visto nunca.-aclara Austin.- Pero más nos vale hacerle caso.-añade mirándome con un reproche.

-¿Qué?-digo.-Es un idiota.

-No digo que no, pero contrólate, sabes de lo que son capaces. Lo de esta mañana no ha sido nada.

La voz de Austin me despierta de mi ansiado sueño.

-Spenc -dice sacudiéndome suavemente.- Spenc, despierta, puedes irte a casa.

Me froto los ojos para despejarme y me levanto. Miro a mi alrededor, no recuerdo haberme dormido. Estamos en el gimnasio, parece ser que me he dormido en el suelo mientras esperábamos a que Ethan terminara de hablar con el jefe. Me peino un poco el pelo con las manos y me aliso la ropa mientras me dirigo a salir del gimnasio. Son las 11 justas.

-¿Vienes?-le pregunto girándome.

-Eh.. no-dice frotándose la nuca con la mano.- Es que... todavía no me han puesto con ninguna familia. Así que, está es mi casa ahora.

Quedarse aquí es entrar en una depresión profunda. 

Y entonces se me ocurre una idea brilante.

-¿Por qué no te vienes a la mía?-digo sonriente.

-¿Qué?-dice levantando la vista del suelo para mirarme.- No hace falta, de verdad, no quiero meterte en más problemas.

-Que va, al revés, me salvas de los problemas. Podemos pensar una buena escusa por el camino. 

-No, de verdad, te harán más preguntas Spencer, no te molestes.

Resoplo, retrocedo hacia donde está y tiro de su brazo.

-Anda, vamos.

-¡Spencer!

-No me digas que quieres quedarte aquí.-digo parándome en seco.

-..Vale, tienes razón. Vámonos.-dice soltando una breve risa y ahora es él el que tira de mí.

Entonces me doy cuenta de que estoy sonriendo. Incoscientemente. Vamos, la sonrisa boba de la que siempre he oído hablar. No, no, no. Ya he tenido demasiadas emociones hoy. No quiero más.

¿Doble vida? Puede ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora