El Sheriff de Mis Sueños (Carl Grimes y Tu)

Capitulo 31: Personas Que Extrañaré.

Sólo pienso en no resbalarme debido a la velocidad en la que me encuentro subiendo las escaleras. Corro a toda velocidad y por fin llego a la puerta de mi cuarto. La cierro de un golpe y me siento en mi cama con la mente en blanco, analizando de a poco, todo lo sucedido. Respiro profundo mientras cierro mis ojos, fingiendo estar bien para no estar mal. Pero todo se va a la mierda cuándo escucho la puerta siendo golpeada rápidamente. 

-Quién es?- pregunto a la nada misma y tratando de que mi voz suene un poco suave y normal.  

-August.- responde. Su voz me obliga a secarme las lágrimas que he derramado para poder acercarme y abrirle la puerta. Pero la estupidez siempre surge cuando la lengua le gana al cerebro.

-No estoy...- digo sin poder creerme que no se me haya ocurrido nada mejor.

-Está bien. Será mejor que me valla antes de que vengas.- dice con naturalidad en sus palabras. Pero desgraciadamente, no logra hacerme reír. 

-Hey, estás bien?.- pregunta con un poco de preocupación en su voz. Desearía poder decirle "Por supuesto, estoy de maravillas!", pero ni siquiera una sonrisa falsa me ayudará a que August me crea.

-Si, lo estoy August.- digo con un poco de pesadez en mis palabras.

-En serio? Pues, no te lo creo.- dice con un bufido acompañado. Bueno, por lo menos lo intenté.

-Nos vemos, August.- digo para que se valla por un rato. Pero por alguna razón él no lo hizo.

-Si, nos vemos. En la casa del grupo. Carol me dijo que te avisara. Cenaremos allí.- dice despreocupado. Seguido de eso, logro escuchar sus botas azotándose ligeramente por el pasillo. Alejándose. 

Un nudo enorme se forma en mi garganta y las ganas de morir de hambre se incrementan dentro de mi. Por qué todo lo malo me sucede a mi?! Trato de no agitarme demasiado y me levanto de la cama de un salto. Pero no puedo decepcionar a Carol. Además tengo que decirle lo que haré. A ella y a los demás. Tal parece que faltan años para que salga de Alexandria cuando sólo faltan unos tres días después de que termine éste. 

Me dirijo hacia el baño y enciendo las luces del minúsculo cuarto. Me observo en el espejo y suspiro al mismo tiempo. Golpeo la manija del grifo provocando que salga un chorro no tan grande de agua. Coloco mis manos debajo del mismo y luego las paso por mi cara, para lograr tranquilizarme. Me seco el rostro con una toalla y salgo del baño cerrando la puerta detrás de mi. Me coloco una chaqueta negra, sin prender los pequeños botones y luego salgo de mi cuarto apagando las luces y cerrando la puerta con pesar.

Camino lentamente por el pasillo y bajo con la misma lentitud las escaleras. Camino lento hacia la puerta de entrada esperando a que algo me detenga y así evitar asistir a la cena con el grupo (por más que me duela un poco). Pero al final, cierro la puerta de entrada y maldigo por lo bajo debido a mi mala suerte.

Toco la puerta de la pintoresca casa del grupo y me dedico a esperar mientras juego con las uñas de mis manos, tratando de no hacerme daño. Escucho pasos acercarse y de inmediato observo hacia mis pies con nerviosismo. Veo como la puerta se abre y unas botas negras aparecen en mi, no muy alzada, mirada. Levanto la vista y observo como Tara sonríe para luego hablar.

-Hola!- dice con entusiasmo y escucho como la charla de todo el grupo se ve interrumpida por la voz de Tara.-Hace mucho que no apareces por aquí. Ven, ya casi está lista la cena.- dice mientras abre mucho más la puerta, haciéndome ver a todo el grupo reunido y casi todos observando hacia nosotras.

Le sonrío a Tara con mis labios cerrados mientras bajo la cabeza y me adentro al hogar de mi grupo. Tara cierra la puerta y camina delante de mi mientras yo la sigo por detrás. A medida que nos acercamos a todos puedo escuchar como el sonido de nuestros pasos sobrepasa el sonido de las voces de todas la personas presentes, lo que hace que los nervios aumenten en mi interior.