-Hola ___- dice tímidamente.
- ¿Lo dejo pasar?- me miro Wen
- Sí.
Yo me arregle un poco me tape con las sabanas.
- Perdona por mi cara…- dije echándome para atrás un mechón de mi pelo castaño.
- No te preocupes, no estás tan mal.
- No mientas- sonreí- pero lo importante… ¿Qué haces aquí?
- Un momento- interrumpió Wen- Yo aquí sobro, nos vemos ___…Que te mejores- paso al lado de David- y tú asegúrate de que se lo coma todo- Se va por la puerta despidiéndose con la mano.
- Siéntate y responde- di unos golpes en la cama a mi lado.
David vino y se sentó a mi lado.
- Pues… es que estas en una clase mía y como no viniste me preocupe, además como ayer te vi tan mal me preocupe más y dije que era un conocido tuyo para que me digieran el número de tu habitación.
- Y todo te salió bien.
- ¿Quién le va a decir que no a esta sonrisa?- David sonrío de oreja a oreja, tenía la razón, nadie podría decirle que no.
- - me reí- Tienes razón.
- Bueno lo importante, ¿Cómo estás?
- Algo mejor. La comida me ha sentado bien.
- - David se asomó a mi plato- Si te has comido menos de medio filete, come más.
- No tengo hambre.
- Comes o te doy de comer- me miro, sus ojos avellana ahora recalcaban más.
- No voy a comer- cruce mis brazos en mi pecho.
- Tú lo has querido- me quito la bandeja de mis piernas y la puso en el lado libre que quedaba de la cama. Cogió el tenedor lo pincho en el filete, cogió el cuchillo y corto un trozo- Abre la boca.
Negué con la cabeza.
David se acercó más a mí y con su mano libre me puso los labios en forma de pez y a la fuerza abrí la boca, él aprovecho y me metió el trozo de filete. Cuando me lo trague me empecé a reír. Este chico era muy mono y aparte muy simpático, gracias a él me encontraba mejor.
- Y así con todos ¿o los vas a comer por ti misma?
- Me los como yo- seguía riéndome.
Y así fue toda la comida, nos empezamos a conocer. Me conto que sus padres estaban separados y que tenía un hermano chico de parte de su padre con su mujer, también me conto que sus padres se seguían hablando y algunas veces su padre venía a la casa de su madre, ya que su madre tenía la custodia. Pero que él necesitaba un respiro de todo y decidió meterse en esta escuela.
- ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí?
- Pues…mis padres… se enteraron que tenía novio y ellos me ven todavía como una niña pequeña y encima una persona que me odia le dijo que iba a tener relaciones con mi novio…
- ¿Y era cierto?- pregunto interesado.
Me empecé a poner roja, quizás él ya la habrá hecho y si le digo que soy virgen me mira mal, pero tengo que decir la verdad.
- No, yo… soy virgen ¿y tú?
- Eh… bueno- aparto la mirada de mí- ya sabes que el alcohol es muy malo- empezó a reírse.
- Me lo tomo como que no eres virgen- me empecé a reír.
- Para mí sí que lo soy, ya que mi primera vez… no fue como me hubiera gustado que fuera. A lo mejor te puede sonar muy cursi.
- No es cursi, eres romántico y eso… está bien, ya quedan pocos chicos como tú- sonreí.
- Gracias, también quedan pocos chicas como tú- se levantó de la cama.
- ¿Ya te vas?- me quede asombrada de cómo sonó mi voz, sonó tan apagada.
- Ya es tarde, son –miro su reloj- las 8.
- ¿Tan tarde? Se me ha pasado volando- me puse un poco roja.
- Y a mí, me gustaría quedarme más… pero tengo cosas que hacer- dijo abriendo la puerta.
- Gracias por tu compañía- sonreí.
- No hay de que, espero que mañana ya puedas ir a clases, si no vas… ya vendré a visitarte, si quiere…
- Claro que querré.
- Hasta mañana __.
- Hasta mañana David.
Y detrás de él se cerró la puerta. De nuevo me sentí sola, ahora ya estaba mejor… se me fue el mareo. Pero seguía teniendo un nudo en el estómago y si el nudo no era del mal estar… ¿y si era de la proximidad que ha estado David este día? Recuerdo cuando estábamos en silencio, yo lo miraba y el apartaba su mirada de mi… teníamos esas miradas cómplices, sus ojos avellana no son fáciles de olvidar y tampoco su sonrisa, esa dentadura tan blanca y bonita. Ahora que ya me encontraba mejor, supuse que me sentaría bien el aire fresquito.
Me levante de mi cama, me puse algo cómodo. Unos shorts cortos claros y una nadadora morada y unas converses moradas, me puse el pelo suelto. Salí de mi habitación, ya habían dado las 8 y media, todo el mundo estaba en sus habitaciones o en las salas para reunirse, pero nadie en los pasillos. Cogí el ascensor y en nada estaba en el exterior, empecé a caminar, me metí las manos en los bolsillos y me dio por buscar la llave. Pero no la encontré, me asuste, me lleve las manos a los bolsillos de atrás y tampoco. Me la había dejado en la habitación… ¿ahora qué hago yo? Ya que no podía hacer nada ahora seguí caminando, el fresquito me sentaba bien, pero empezó a hacer más y empecé a tener un poco de frio.
Seguí y me senté en el césped, aquí si se podían ver las estrellas no como en la ciudad. De pronto recordé todo, las noches que pasaba con mis amigas… o con mi hermana en el patio por la noche, cuando ella no podía dormir… le contaba historias. Me empezó a doler la cabeza un poco y luego un leve mareo. Oí un golpe de una piedra con el suelo, creí que eran imaginaciones, pero no. Levante mi mirada y vi a una figura dándole patadas a una piedra.