1-Clorinda

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Tal

vez ustedes lo recuerden,

porque el caso fue famoso. En aquellos

días la televisión no hacía más que

repetir una y otra vez la imagen de los

chicos: dos figuras minúsculas paradas

en la cornisa de un enorme edificio. Un

diario tituló en su tapa «Romeo y Julieta

viven en Villa Urquiza» y por aquí todos

guardamos esa hoja como trofeo. Es que

no sucede todos los días que el barriode uno salga en primera plana. Después,

como ocurre con todo, los medios se

desentendieron del caso. Otros temas

corrieron a Romeo y Julieta de los

titulares y la gente terminó por

olvidarlos.

Nosotros no, les aseguro. Aquí

seguimos hablando de ellos durante

muchísimo tiempo. Les digo más: aún

hoy, si alguien viene con suficiente

paciencia, puede conocer hasta los más

pequeños detalles de ese romance

increíble, que tuvo en vilo al país entero

una noche de noviembre.

Para escuchar la historia bien

contada conviene acercarse al almacénde Clorinda y Raimundo a las tres o

cuatro de la tarde, cuando todavía hay

pocos clientes. No tengan duda de que

Clori es la mejor: no hay otra persona en

el barrio que lo cuente con tanta pasión.

Y ni siquiera es necesario insistirle.

Alcanza con mencionar el tema para que

ella se acode en el mostrador, en ese

espacio libre entre las latas de duraznos

en oferta y el queso parmesano, y

empiece. Primero siempre se aclara la

garganta. Luego eleva los ojos, como

mirando al techo o tal vez al cielo, y

suelta un pesado suspiro.

—Esa —dice—, esa sí que es una

historia. Y yo la conozco como nadie.

El relato lleva un buen tiempo: le

han oído hablar del tema hasta tres horas

seguidas, en una tarde de sábado

lluviosa. Pero no sé si ustedes están

interesados en la versión completa. Si

aceptan perderse algunos de los

fabulosos detalles que atesora la

memoria de Clori, entonces puedo

darles una síntesis de lo que ella cuenta.

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