13-Marcelo

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Es tímido, pensé la primera vez

que lo vi. Después me di cuenta de que

era una falsa impresión. Marcelo es de

los que estudian bien una situación antes

de decir una palabra. Puede parecer

ingenuo, pero en realidad es audaz y

provocador. Y, como descubrí días más

tarde, es capaz de mentir sin que lo

delate un solo gesto de su inocente cara.

Ese martes del que les quiero hablarnos habíamos atrasado con los

sándwiches: no estaban aún envueltos

cuando Marcelo llegó a buscarlos. Por

eso encadenó su bicicleta al poste de la

luz y se sentó pacientemente a esperar.

Carla terminaba de hacer los paquetes a

toda velocidad mientras yo atendía a un

cliente. Le estaba dando el vuelto

cuando vi aproximarse desde la esquina

al periodista narigón.

—Miren —les dije a ellos—. Ese es

el periodista que está escribiendo sobre

ustedes.

Los dos se asomaron, interesados. El

tipo venía hacia el kiosco.

—¿Y si le decimos la verdad? —preguntó Carla.

Marcelo la miró extrañado.

—¿La verdad?

—Bueno, una parte al menos. Así no

escribe tantas pavadas.

Marcelo sacó una moneda de su

bolsillo.

—Si sale cara, decimos la verdad

—dijo mientras la tiraba al aire.

La moneda subió casi hasta tocar el

techo y cuando caía Marcelo la atrapó

en el aire, entre sus dos manos. Las

abrió lentamente.

—Cruz —dijo en el momento en que

el narigón llegaba.

El tipo entró y echó una mirada atodos.

—Buenas tardes —saludó mientras

se acomodaba en uno de mis nuevos

taburetes.

Yo le sonreí.

—Hace mucho que no nos veíamos.

¿Todavía trabajando?

—En realidad vengo a despedirme

—me contestó—. Ya terminé el informe.

Pensé en pasar a saludarte y, de paso,

comerme un especial de atún.

Mientras le servía el sándwich vi

que los chicos lo miraban sin ningún

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