5-Reinaldo

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Al

día siguiente fuimos a la

escuela. Para no sentirme tan mal, yo le

había contado que, según una versión

llegada a mis oídos, Romeo y Julieta

estudiaban ahí. Pero en el camino, el

narigón se mostró profundamente

escéptico.

—¿Cómo van a estar en la misma

escuela si pertenecen a mundos

distintos? —me preguntó—. ¿Cómo lospadres los van a mandar juntos, cuando

una disputa tan profunda divide a las

familias? No —meneó la cabeza—, tu

dato no debe ser correcto.

Yo apenas le contestaba. Es que no

quería hablarle de Catalina, porque de

lo contrario él iría a molestarla. De

modo que intenté darle algunas pistas

que lo orientaran, sugiriéndole dónde

preguntar. Él, sin embargo, me cortó de

plano.

—Te agradezco la intención —dijo

—. Pero es suficiente con que hagas de

guía. Yo me arreglo muy bien para

buscar mis informantes.

Es un idiota presuntuoso, pensé.Desde ese momento decidí convertirme

en simple observadora, ser apenas una

testigo de la forma en que el hombre

erraba una y otra vez el camino.

En la escuela, por ejemplo, solo

quería confirmar sus propias ideas. Por

eso la negativa cerrada de Felicitas

Dorrego, la directora, lo tranquilizó.

—De ningún modo, señor —le dijo

ella, acentuando sus palabras con golpes

de la lapicera contra su escritorio—.

Aquí los únicos Romeo y Julieta que

hemos visto han sido los de

Shakespeare. También a Otelo, a

Hamlet, a Julio César, a Ricardo...

Por un momento, temimos que ladirectora nos recitara todos los

personajes de Shakespeare sin respiro.

Pero por suerte ella detuvo la

enumeración y volvió a golpear con su

lapicera.

—Aquí, señor, los chicos vienen a

estudiar. Es-tu-diar. Y además, le

recuerdo que esto es una escuela

primaria. Pri-ma-ria. De modo que los

chicos más grandes tienen doce años.

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