10-Fernando

455 14 10
                                    

Seguro que alguna vez les pasó:

toparse con alguien, saber que uno lo ha

visto muchas veces antes, pero ser

incapaz de decir quién es. Eso me

sucedió a mí ese día cuando entré a la

relojería. Iba en busca de una pila para

mi reloj, que se había detenido la noche

anterior. Anselmo estaba hablando con

este muchacho-cara-conocida y me

saludó distraídamente. El otro mesonrió.

—Aquí estábamos comentando

sobre el asunto de los chicos, Romeo y

Julieta —dijo Anselmo—. Fernando

conoce una parte importante de la

historia.

Claro, me dije a mí misma:

Fernando. Recién entonces me di cuenta

por qué esa cara me resultaba tan

familiar: cuando trabajaba en la

relojería, Fernando había pasado

infinitas veces por mi kiosco a comprar

cigarrillos. Supongo que fue por eso,

porque éramos casi amigos sin

conocernos demasiado, que me contó

todo. Y todo empieza, evidentemente,con el gato.

Sí, Modesto se había convertido en

un verdadero problema en la quinta.

Demasiado

independiente:

era

imposible mantenerlo dentro de la casa.

Para evitar que cayera en las garras de

los perros terminó pasando a manos de

Marcelo.

—Tendría que haber hablado más

con él antes de dárselo —se lamenta

Fernando, que se siente un poco

responsable por todo lo que pasó

después. Pero no: la entrega fue rápida.

Precisamente allí, en la relojería. Se

encontraron una mañana, el gato cambió

de manos y apenas hubo algunoscomentarios sobre vacunas y alimentos.

Fernando no volvió a saber nada de él

hasta ese día, un viernes, en que el mono

empezó a gritar.

—¿El mono? —pregunté yo.

—Sí, yo tengo un mono tití, se llama

Simbad.

Fernando estaba cortando el césped

en la quinta aquel famoso día y no oyó

nada hasta que apareció el mono

lanzando alaridos. Recién cuando apagó

la cortadora pudo oír a los perros. Los

perros y los gritos. Corrió hasta la

Café SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora