22. Una Invitación Inteligente

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Actuamos por impulso y aunque nos gustaría decir que no sabemos la razón, en el fondo lo hacemos.

—¿Cómo sigue tu pie?—preguntó Ally a través del teléfono mirando por la ventana de la cocina—. Bueno, tu dedo. ¿Cómo sigue tu dedo Manibear?

Se sentó momentáneamente en la silla siendo consiente de las miradas de sus padres sobre ella, apenas iban llegado de la clínica para terminar con su último tratamiento de esa semana y continuar con los demás y solo habían entrado hasta la cocina cuando el teléfono había sonado y era Normani.

—Gordo, feo y morado—dijo Normani con aburrimiento y mirando directo a sus pies—. ¿Cuánto tiempo crees que este así? ¿Es posible que se quede así para siempre, Ally?

Ally reprimió una risita al escuchar la voz de Normani un poco nerviosa. Realmente quería saber cómo seguía, solo se había animado a preguntar porque Normani no le contestaría de manera grosera a ella. Y más porque le recordaba cómo se había herido.

—No, solo estará así momentáneamente Mani—aseguró Ally sonriendo al teléfono—. Si tomas los medicamentos que mi padre te dio, no durará demasiado. Pero tampoco es magia, así que tomará su tiempo. —sonrió en cuanto escuchó un suspiro por parte de su amiga.

—Esta bien. —aceptó. Normani solo iba a la escuela y de ahí a su casa por los dos últimos días—. ¿Estás en casa?

—Mani, me has llamado al teléfono de mi casa y no al celular ¿dónde más voy a estar en este momento?—rió Ally caminando fuera de la cocina.

—Cierto, tienes razón. Te llamé muchas veces antes de que contestaran, había olvidado que estabas fuera y quería hablar contigo—admitió sonriendo—. ¿Puedes venir a mi casa? Realmente no puedo bajar tanto de mi habitación Ally, y no es muy divertido estar aquí sola. Preferiría que tú estuvieras conmigo.

Pasaron unos segundos en silencio que Ally se tomó para pensar en una respuesta, había estado pensando en lo que había hablado con Lauren y en la manera en la que su amiga había dicho su opinión, y le había sido muy difícil el hecho de olvidar las últimas palabras.

—¿Ally sigues ahí? —Ally asintió y luego apretó los ojos dándose cuenta que Normani no podía verla.

—Sí, sí aquí sigo—dijo rápidamente respirando hondo—. Estaré ahí en quince minutos.

—¿Quince?—preguntó Normani haciendo un puchero—. Tú casa está a cuatro casas de la mía, podrías llegar en diez o menos. Por favor...

Una suave risa proveniente de su amiga provocó que Normani sonriera al imaginar a Ally negando mientras tenía en el rostro algún gesto gracioso, aunque sabía que al final cedería a lo que le pidiera porque sabía que podía hacerlo. Se apoyó contra el respaldo de su cama y miró por la ventana esperando un repuesta.

—Entonces estaré ahí en diez. —cedió Ally.

—¿Cómo que diez minutos Allyson?—bromeó Normani oyéndola nuevamente reír—. Acabo de decirte que estás muy cerca de mi para demorarte tanto, diez minutos es una eternidad para ti qué te gusta ser muy puntual.

—Primero debo darme una ducha rápida Mani, estoy llegando de la clínica y no quieres que tenga la esencia del hospital en mi ropa.—Normani asintió sonriendo, mientras su mejor amiga continuaba—. Estaré ahí en diez.

—De acuerdo señorita tengo que darme una ducha—aseguró Normani—. De todos modos estaré aquí esperándote, no es como si puedo era moverme tanto.

Secreto y PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora