HISTORIAS ALREDEDOR DEL FUEGO

EXTRANJERO

Camino tranquilamente por las calles frías de la ciudad,  las personas envueltas en sus abrigos y bufandas se mueven de prisa buscando refugio de la lluvia.   Yo amo la lluvia y los días fríos,  me encanta comer helado mientras veo a los demás tomar bebidas calientes;  solo quiero llegar a casa para abrazarla y juntos comer al lado de la chimenea.

- ¡Hola amor! - me dice mientras me guiña el ojo de forma coqueta-. ¿Qué  tal tu día?.
- Bien amor,  pero tenía muchas ganas de verte;  te extrañe.
- Amor... solo fueron unas pocas horas -me dice sonriendo-. Ven vamos a comer.

Mientras comemos observo sus manos que me han acariciado y atendido tantas veces,  pero aún no las suficientes - ella se da cuenta que la observo -.

- ¿Qué pasa?.
- Nada amor,  solo recuerdo todas las veces que tus manos me han tocado; ¿recuerdas la primera vez?.
- Dejame ver... creo que fue en el grado de mi hermana cuando me invitaste a bailar.
- Bailamos toda la noche mi Elisa y no te pude volver a soltar.

Me acerque suavemente y tomé sus manos entre las mías,  ahora no solamente el fuego nos daba calor; nuestros cuerpos uniéndose a través de un beso intenso reaccionaban haciendo que la ropa sobrara y nuevamente mi aventura sobre su cuerpo comenzó...lentamente - como ella me había enseñado a hacerlo -  mis manos descubrían cada parte de su cuerpo,  su piel suave... sus gemidos que me indicaban que voy por el camino correcto.   Nunca me cansare de su cuerpo,  al principio joven e insaciable y ahora maduro y sabio pero mucho más hermoso que hace 30 años.   Ahora,  esta noche entiendo que he amado su cuerpo y su alma como un extranjero que recorre nuevos senderos, pero en mi caso yo la descubro cada día con cada beso... con cada pelea y error cometido,  con cada momento cumplo la promesa que le hice de amarla y respetarla hasta el último día de mi vida.  Y aquí  viene mi recompensa,  despertar abrazado a ella mientras la vida mengua y el amor crece.