CAPITULO 7

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Me hallo frente a la gran puerta del bosque oscuro. Apoyando mi cabeza en ella, desesperándome por encontrar la manera de abrirla. Solo el silencio se hace eco.

En ese momento aparece la imagen de Eirena. Disculpándose, ya que fue engañada. Lágrimas caen por su rostro y me suplica arreglar su error.

Aturdida, caminando hacia el subterráneo. Me introduzco en este. Voy prendiendo las antorchas que están situadas a ambos lados.

Observando con detalle, veo como hay escaleras dando a varias casas. Camino durante horas llegando a la entrada del laboratorio.

Hay una puerta no marcada en el mapa que llama mi atención. Me dirijo hacia ella e introduciéndome, con sumo cuidado, miro con detalle todo a mi alrededor.

─ ¡Ayúdame! – Grita una voz varonil.

Apareciendo ante mí atisbo un vampiro. Camino hasta llegar a él. Cadenas recorren su cuerpo, la sangre se esparce por todo el suelo.

─ ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? – Pregunto sorprendida.

─ Soy prisionero del experimento “Inmortal”, ¡Ayúdame! – Habla sin fuerza, con un aliento entrecortado.

─ ¿Experimento Inmortal? – Pregunto confusa.

Utilizando la magia para liberarlo. Sostengo su cuerpo sobre el mío. Caminamos apresuradamente hacia la salida de aquel lugar.

Lo llevo hasta la cabaña tendiéndolo sobre el sofá. Curo sus heridas mediante la magia. Su estado de salud parece mejorar.

─ ¿Cuál es tu nombre? – Pregunto.

─ Rasmuh. – Pronuncia mientras se incorpora.

Hablamos largo y tendido, contándome de donde proviene. Que fue alejado de su familia para experimentar con él y torturarle a cada momento.

─ Necesito algo de comer… ─ Dice mirándome serio.

─ Claro… ¿Qué necesitas? – Pregunto sin entender su gesto serio.

─ Sangre… ─ Suelta fría y repentinamente.

─ ¿Sangre? ─ Repito ─ ¿Quién podría proporcionártela? – Suelto intuyendo la respuesta.

─ Tú… ─ Responde observándome con atención.

Nos miramos durante un largo rato terminando con su boca en mi brazo. Estoy alimentando un vampiro, sé que no será la única vez.

─ Gracias… ¿Cuál es tu nombre? – Pregunta mientras se limpia los restos de sangre que manchan su boca.

─Me llamo Leah. – Mirando los orificios que han quedado en mí brazo.

Escuchamos un ruido fuera. Asomándonos por la ventana, observamos como unos lobos se arremolinan frente a la cabaña. Camino hacia la puerta abriéndola.

─ Leah, sabemos que hay un vampiro ahí dentro, hazlo salir. – Vocifera Clow mirándome serio.

─ ¡Fuera de aquí! Y llévate a tu manada de chuchos… ─ Escupo.

─ Aquí los vampiros no son bien recibidos… ─Mirando tras de mí.

─ Ni las brujas… ─ Le replico.

─ Estas no son mis tierras, fui torturado y retenido contra mi voluntad. – Aparece Rasmuh hablando tranquilamente.

─ Mientes… ─ Responde Clow.

Cierro la puerta fuertemente para no ver ni a él ni al resto del clan. No estoy para discusiones acaloradas.

Acompañada del vampiro, nos dirigimos nuevamente al sofá, pero aparece Clow irrumpiendo en la sala clavando una desafiante mirada en nosotros.

─ ¡Fuera! – Le grito encendida.

─ ¡Tú! Te vienes con nosotros. – Se dirige al vampiro, ignorándome.

Situándome frente a él, le propino un golpe, comenzando éste a reír a carcajadas, mientras caigo al suelo sujetando mi mano.

Clow deja de reír, se aproxima hasta mí y levantándome del suelo bruscamente, observa mi brazo torciendo el gesto.

Rasmuh aprovecha ese momento para despedirse rápidamente y sale disparado hacia el exterior.

─ Habéis conseguido espantarlo. – Digo molesta.

─ Mejor así. – Clow ríe ampliamente.

─ Jamás conseguirás entender nada… ─ Le doy la espalda y dirijo mis pasos hasta la cocina.

Libera a la bestia © (Subiéndola de nuevo por tiempo limitado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora