-

1.3K 91 27
                                    


3
a ñ o s  a t r á s


Stiles y Lydia se conocieron en un bar.

Está claro que el castaño no tenía idea de que aquella pelirroja era madre soltera. De hecho, no tenía idea de que era madre. Pero algo en ella había llamado su atención.

Luego de haber platicado por horas, el chico se ofreció a llevarla a su casa y esta aceptó.

-Gracias -sonrió Lydia en cuanto llegaron -. Por haberme aguantado durante más de dos horas... y por traerme.

-No es nada. Y en todo caso, tú eres la que me aguantó a mi. Ni siquiera te burlaste cuando te dije que mi jeep tiene nombre.

Lydia soltó una carcajada y negó divertida.

-Y... ¿Quieres pasar? -preguntó la pelirroja tomando la mano de Stiles mientras esbozaba sonrisa pícara.

-Yo ya me iba -contestó rascándose la nuca, pero Lydia dio un paso hacia él.

-¿Estás seguro? ¿prefieres irte en vez de acompañar a la chica que conociste en el bar? -se acercó aún más.

Stiles la miró de arriba abajo. En un impulso, Lydia lo besó. El castaño se quedó congelado sin poder procesar lo que estaba pasando pero al cabo de unos segundos le siguió el beso.

La pelirroja se separó, provocando que este la mire sin entender. Tomó su mano y lo llevó hacia la puerta. Buscó impacientemente las llaves en su bolso, cuando las encontró abrió y lo empujó dentro de la casa.

Enseguida cerró la puerta y tomó a Stiles del cuello, uniendo sus labios nuevamente. Él bajó sus manos hacia la cintura de Lydia lentamente mientras que ella las subía hacia su cabello.

La pelirroja lo empujó al sofá y se sentó sobre él sin separarse ni un momento.

-¿Mami?

Los dos se separaron de un salto y Lydia se volteó con los ojos bien abiertos.

-Oh por dios... -susurró -. ¿Que haces aquí, bebé? ¿Donde demonios está tu tía Allison?

-¡Lo siento! -apareció la nombrada sin percatarse de la presencia del chico, hasta que volteó -. Oh... Hola.

-Se supone que deberían estar en tu casa -se quejó Lydia.

Stiles oía todo sin entender nada.

-Yo... de verdad lo siento, Lyds. Traté de sacarla de la casa, pero no paraba de llorar y me reclamaba... ¡Incluso me mordió!

-¿Tú hiciste eso, pequeña demonio? -preguntó Lydia dirigiendo su mirada hacia la niña.

La pequeña sonrió inocententemente. Apenas tenía tres años pero era más lista que todos los presentes en la sala.

-Lo siento, mami -bajó la cabeza.

-Bien... nosotras nos iremos a ver Mickey Mouse, están haciendo maratón -dijo Allison. Tomó a la niña del brazo y se la llevó junto a ella dejándo a los dos solos nuevamente.

Lydia tapó su cara con las dos manos completamente avergonzada por la escena.

-Lo siento... Sabía que si te lo decía ibas a dejar de hablarme en el bar. Todos lo hacen cuando se los digo. Y... y tú me caíste tan bien que no quería contartelo -negó con la cabeza -. Soy una estúpida.

-Oye, no digas eso -la interrumpió, confirmando sus dudas. La niña era su hija -. Yo no soy así. ¿Que hay de malo en que... seas madre? -aún estaba procesando el hecho de que aquella chica tuviera una hija con tan solo veintiún años.

-No quiero que sientas pena. Si quieres irte, este es el momento indicado.

Stiles negó sin moverse del sofá.

-Quiero conocerlas mejor.

Lydia alzó la vista hacia el castaño y se secó las lágrimas.

-Me gustaría volver a salir, contigo y tu hija.

La angustia que derramaba el rostro de Lydia desapareció y lo cambió por una sonrisa de oreja a oreja.

-Gracias.

guerra de papás | twDonde viven las historias. Descúbrelo ahora