II

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El chico daba pasos lentos por todo el camino hacia la puerta. Tenía una chaqueta de cuero negra y una camiseta blanca. Sus pantalones, al igual que la chaqueta, eran negros. Era de esos tipos que dan miedo, y cuando los conoces, siguen dando miedo. Todo ocurría en cámara lenta desde la perspectiva de Lydia, que estaba tan concentrada en no entrar en pánico que no notó que lo tenía frente suyo.

—Hola, Lyds.

La pelirroja miró de reojo a Stiles, quien observaba al castaño con una ceja alzada. Volvió su vista hacia el chico y tragó saliva nerviosamente.

—¿Y tú quien eres? —preguntó Stiles secamente, no le había agradado el hecho de que el desconocido le pusiera un apodo a Lydia.

—Oh, siento no haberme presentado —se disculpó sin borrar su sonrisa—. Soy Jackson, el padre de Ariel.

Silencio.

Lydia cerró los ojos como si así pudiese evitar que algo malo pasara. Pero para su sorpresa, el castaño que se encontraba a su lado no hizo nada que incluyera recurrir a la violencia. Cuando volvió a abrirlos supo la razón por la que no reaccionó.

Ariel.

La pequeña se había asomado a la puerta y observaba a Jackson con una mirada curiosa.

—¿Es un nuevo tío? —preguntó esta sonriente.

Jackson la contempló por unos segundos, casi boquiabierto. No lograba procesar que tenía una hija de seis años.

—Hola, princesa... —se agachó para verla mejor—. Soy Jackson.

Oh no, no lo había dicho. Solo él podía llamarla así, nadie más.

Stiles apretó tanto la mandíbula que le dolieron los dientes. Tomó a Ariel y la alejó de él, sin quitarle los ojos de encima.

—Yo... Eh... Pasa —ordenó Lydia al notar la molestia de Stiles. Se hizo a un lado para que entrara.

Él obedeció y atravesó la puerta junto a Ariel. La pelirroja le lanzó una mirada rápida a Stiles, al parecer este no lograba entender lo que estaba pasando, al igual que ella. Al sentir sus ojos verdes observándolo, la miró.

—¿En serio permitirás que hable con Ariel después de haberlas abandonado a las dos?

Lydia trató de responder, pero una pequeña mano tiró de su vestido llamándo su atención.

—¡Mami, vamos adentro! —la arrastró su hija—. Papi, ¿te quedarás cuidando la moto del tío Jackson?

Stiles sonrió y negó. 

—No, princesa, si la chocan será su culpa por estacionarla en medio del cordón.

Ariel se encogió de hombros y salió corriendo.

Los dos entraron y se encontraron con Jackson, que estaba esperándolos en el pasillo con las manos en sus bolsillos.

—Vamos —dijo Lydia abriendo la puerta trasera.

Al salir al patio, todas las miradas se enfocaron en el desconocido.

Aunque no tan desconocido para algunos, ya que Natalie, la madre de Lydia, se levantó de su asiento y lo enfrentó.

—¿Que hace él aquí? —le preguntó a su hija.

—Tranquila, señora Martin. Lydia no tiene nada que ver, yo vine solo porque quería ver a mi...

—No te atrevas a decir esa palabra —lo interrumpió Natalie—. Perdiste ese título hace mucho tiempo, porque eres un cobarde. Lo siento, pero no eres bienvenido en esta casa.

Todo el mundo se quedó callado, incluso los niños, que oían la discusión aunque no entendían nada.

—¿Quien es? —preguntó Liam desde la otra mesa.

—Es el padre de Ariel —contestó Allison.

—Esperen... ¿Él no es el padre? —Liam señaló a Stiles completamente perdido.

—¡Liam! —lo regañó su novia, dandole un codazo para que cerrara la boca.

—¿Que culpa tengo yo de que no me expliquen nada? Esto parece una telenovela.

Jackson se dio media vuelta, dispuesto a irse.

-¿Abuela? ¿Porque el tío Jackson no puede quedarse?

Lydia suspiró pesadamente, pasándose la mano por toda la cara. Iba a responder, pero Jackson se apresuró a hacerlo por ella. Aunque no esperaba que lo que diría a continuación fuese lo que comenzaría con los problemas.

-Porque yo no soy tu tío, Ariel, soy tu papá.

Más silencio. Miradas confundidas. Gritos ahogados de parte de las viejas chusmas.

-Intenso -soltó Liam rompiendo el silencio, Hayden le dio un puñetazo.

-¿Qué? -la pequeña miró a Stiles confundida -. Pero... él es mi papá.

Stiles y Lydia no podían creer que el muy maldito le haya dicho a la niña, la cual no tenía idea de nada.

-Si, es tu papá de corazón. Pero yo soy el de verdad, prin...

-¡Vete, Jackson! -gritó Lydia, sin dejarlo terminar -. ¡Vete ahora mismo!

Él se agachó para depositar un beso en la mejilla de la pequeña y se fue hacia la puerta. Volteó para observar a todos y miró a un punto en específico, abrió los ojos como platos.

-El pastel... -murmuró.

-¿Qué?

-¡El perro va a comerse el pastel! -chilló un niño y todo se volvió un caos. Los niños corriendo hacia el perro, tropezando, volviendose a levantar, tropezando otra vez.

-¡PRADA! -gritó Lydia tratando de detener al perro. Pero ya era demasiado tarde. Se había comido el pastel y las sobras cayeron en el suelo.

-¡MALDITA PERRA! -soltó Isaac llamando la atención de todos -. Lo siento, tenía que decirlo.

-¡Perra! -repitió Ariel soltando una carcajada.

-¡Ariel, no vuelvas a decir eso o te lavaré la boca con agua y jabón! -la amenazó Natalie.

Más gritos.

Niños corriendo. Niños chocándose entre sí. Niños llorando.

-¡BASTA! -gritó Kira, haciendo que todos se callaran -. ¡ESTO ES UN DESASTRE! ¡TODOS CIERREN LA BOCA Y AYUDEN A LIMPIAR!

Como por arte de magia, en menos de dos segundos, los invitados comenzaron a limpiar todo el pastel que había caído en el suelo.

-¿Puede quedarse? -preguntó Ariel señalándo a Jackson.

Lydia miró a Stiles.

-Bien, pero solo para ayudar a limpiar.

guerra de papás | twDonde viven las historias. Descúbrelo ahora