—¿Fue ese tipo el que trajo un perro sin avisar pero soy yo el que tiene que dormir en el sofá? ¿Es en serio?
Lydia le lanzó la almohada y se retiró de allí sin decir una palabra. No estaba molesta, estaba enojada, y eso era peor.
No existían muchas maneras de calmar a la pelirroja cuando se encontraba en ese estado; afortunadamente, Stiles conocía la más efectiva: llevarla al centro comercial. Y así fue como al día siguiente, después de salir del trabajo, aún con dolor de cuello por culpa del sofá, llevó a Lydia al centro comercial y tuvo que esperarla junto a Ariel mientras ella recorría literalmente cada local de ropa. Fue una tortura que valió la pena, porque ya no tuvo que volver al sofá.
Prada y Jackson no se llevaban relativamente bien. El problema no era el cachorro, sino la anciana. Por mucho que intentaran amigarlos, la ratita estaba negada a aceptar un nuevo integrante en la familia.
Era una situación bastante similar a la de Stiles y Jackson. En este caso, Stiles sería Prada, la perra que llevaba allí ochenta y cuatro años, mientras que Jackson era Jackson, el recién llegado que le gustaba marcar territorio en todos lados. Literalmente, un hijo de perra.
Quitando aquellos detalles, el día iba de maravilla, considerando que podría haber sido todo lo contrario si se tomaba en cuenta los últimos hechos. En conclusión, el objetivo de Jackson de hacer que la familia se viniera abajo para así deshacerse de Stiles y poder reconquistar a su devastada ex, no pudo ser.
Que Stiles no fuese hechado de la casa por el escándalo del perro no significaba que todo era arcoiris y mariposas. No solo tuvo que soportar tres horas de Macy's, sino también tolerar a su hija del corazón hablando sobre lo bueno que era su padre biológico mientras esperaban a que Lydia se probase la ropa.
—¿Por qué mamá se enojó tanto con el tío Jackson? —preguntó curiosa.
—Porque el tío Jackson debió haber consultado con nosotros antes de traerte el perro, Ariel.
—¿Por qué?
—Porque mantener un perrito cuesta mucho dinero y ya tenemos uno, y también a ti, que comes cereales caros.
—Yo puedo pagarle su comida con el dinero que me regaló.
—No, no hace... —se detuvo en seco y giró a mirarla rápidamente—. ¿Qué dinero, Ariel?
—Me dijo que no se lo contara a nadie y que los guarde en algún lugar secreto, pero me dio muchos billetotes. Dijo que son para que los gaste como quiera.
El castaño miró al abismo y pensó en mil maneras de llevar a cabo el homicidio de Whittemore. Su plan maestro basado en manipular a una niña para ganar su cariño mediante regalos y dinero, haciendo de ella alguien materialista con el paso del tiempo, no podría continuar. De ninguna manera. Y él se encargaría de que no volviese a suceder.
...
Lydia había vuelto a la universidad finalmente, y por esa razón debía pasarse la mayoría de la mañana estudiando en la habitación, mientras Stiles o Natalie se encargaban de Ariel. Como ese día Stiles estaba libre, le tocaba él. Sin embargo, su paz fue interrumpida por el castaño, que entró bastante nervioso a revolver el cajón.
—¿Que te ocurre? ¿por qué estás molesto? —preguntó Lydia exasperada al oírlo bufar más de cinco veces.
—No sé si lo recuerdas, pero el chico que te embarazó a los diecinueve acaba de volver, Lydia. Y quiere ganarse el amor de Ariel regalándole dinero y un perro sarnoso. ¿Qué es lo que sigue? ¿un poni?
—Ariel sabe que tú eres su padre, tú la criaste —contestó ella, sin darle mucha importancia al drama para no equivocarse en los ejercicios.
—La crié, pero no es lo mismo...
—¿Por qué dices eso? —se volteó, dejando las matemáticas de lado.
—No tiene mi sangre. Es decir, no tenemos ese lazo biológico —al ver la expresión aburrida de Lydia, se defendió—. ¡Leí en internet que eso es importante!
—¿Y qué hacemos? ¿Inyectamos tu sangre en Ariel, te parece?
—Qué chistosa.
—Mejor piensa en qué haremos con ese perro. Esa raza crece rápido y no quiero que Prada muera asesinada por el perro de mi ex.
—Bien, lo haré. Y mientras le busco un nuevo dueño le cuento mis problemas, porque al parecer a ti no te interesan —agregó, ofendido.
En respuesta, la pelirroja soltó un suspiro y, cerrando su cuaderno, se puso de pie para acercarse a abrazarlo por la cintura, aunque estuviese de espaldas.
—Jackson puede traerle todos los cachorritos que quiera, pero jamás te reemplazará —le aseguró, rodeándolo con sus brazos y con la mejilla apoyada en su espalda—. ¿Qué te parece si esta noche le pido a Allison que cuide de Ariel? Podemos ir a comer y luego tendremos la casa solo para nosotros.
Stiles alzó ambas cejas y giró levemente la cabeza, debatiéndoselo mientras ella pasaba sus manos por su abdomen.
—¿Deshacerte de tu hija para aprovecharte de un pobre hombre? Que mala madre eres.
—Lo sé.
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guerra de papás | tw
FanficStiles y Lydia tienen una familia feliz. Una niña inteligente y hermosa, una casa y un perro. Todo era perfecto hasta que el padre biológico de la pequeña aparece. Jackson llega decidido a quedarse con ella y ganarse el título de "papi", y eso a S...