Laberintos

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Había aprendido recién a caminar después de la tormenta eterna.

Batallaba cada día en mi laberinto deshaciendo aquellas sombras que aún me perseguían. Todo parecía progresar exelente hasta que en uno de mis pasadizos me topé con tu sonrisa y tus ojos dulces, cuando caía y me ayudaste por primera vez a levantarme.

Te ví como a una persona exitosa y sin problemas, sin darme cuenta, en un inicio, de la máscara de alegría que solías ponerte cada día.

Máscara que un día desapareció a mis ojos y te vi frágil con las alas torcidas, observe tu agonía y me identifiqué contigo cuando me ahogaba en mis mares sin saber nadar.

Quise ayudarte, acompañarte en tu laberinto y tratar de encontrar una salida.

Mi corazón te fue conociendo y se dió cuenta de aquello que yo nunca tuve en mis malos días, no importaba cuan amargas fueran tus lágrimas o cuan grande era el dolor, al final siempre te volvías a levantar con la frente en alto y una sonrisa en el rostro. Siempre has sido valiente y fuerte, sin importar lo solo que te hayas sentido.

Trate de actuar como tu heroina, animar tus días y siempre estar para tí, aún lo estoy. Todo con tal de que no te rindieras. Quise recorrer y ayudarte en tu laberinto sin darme cuenta de lo imprescindible que te ibas volviendo en mi propio camino.

"Me enamoré de él como cuando estás quedandote dormido, primero lentamente y derrepente de golpe" _John Green_.

No lo puedo describir mejor, de un momento a otro tenías el poder de mis sentimientos y emociones.

Tardé en admitirlo porque me dí cuenta de ello cuando las lágrimas mojaban mi rostro y los sollozos quebraban mi garganta.

Recorriamos caminos, yo encegada por tu sonrisa, demasiado ingenua aún para darse cuenta hacía donde nos acercabamos.

Llegamos al centro de tu laberinto y vi como corrías a los brazos de ella, presencié como tu mundo se iluminaba al encontrar sus ojos; tu mirada la observaba con el amor que deseaba para mi. ¿Cómo arruinar aquello?

Me destruí y me destruiste. Sin darte cuenta me llevaste sobre las nubes y sin percatarte de mi sonrisa al poder volar, me soltaste sobre la realidad.

Me ví de nuevo en el suelo con las piezas de mi frágil corazón en mis manos, ahogandome en mis ilusiones rotas. Temblando al sentir que te arrebataron de mi lado dejando un vacio, aquel espacio que había guardado para conservar tu amor por mi.

Te quería como nunca quise a nadie, tanto que renuncié a ti y me guardé el dolor. Me quedé a tu lado en honor a mi promesa de nunca abandonarte.

Me quebraba  cada día con ganas de renunciar, pero bastaba ver tu dulces pupilas para volver a levantarme y ponerme la armadura.

Con el tiempo el llanto se fue haciendo silencioso, y el atronante dolor se fue convirtiendo en puntadas leves, las lágrimas eran más calidas y los días más felices.

Algunas noches aún lloro de nostalgia al recordar mis momentos de ilusión. Ya no soy tan ciega.

Duele pensar en lo que pudiera haber ocurrido si no hubiera llegado tarde a quererte, aún te quiero y no imaginas cuanto pero ya no como entonces, me conformo con pasar días a tu lado como una amiga, me hace feliz porque aún sigues siendo la única persona de hacerme reir en momentos difíciles.

Eras mi heroe, un ser perfectamente imperfecto a mis ojos.

Aprendí a ser mi heroína, te admiro pero ya no necesito de tí para volar. Me tengo a mí, junte las piezas de mi corazón y estoy armando mis alas, en un proceso lento y lleno de aprendizaje, no será fácil pero aunque la tormenta me pierda en el laberinto, encontraré la salida.

Dedicado a tí, mi mejor amigo, a quien siempre querré por enseñarme lo que es ser un heroe.

Rastro De Una Estrella FugazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora