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Hoy llevaba la correa de Tsū en la mano derecha cuando de pronto ella se safó de su collar y echó a correr en dirección al parque. Sentí miedo pues temía que algún auto pudiese atropellarla debido a su desaforada escapada, sin embargo aquello no sucedió gracias al chico de los columpios, quien la atrapó antes de que el semáforo para los vehículos diera verde.

Cuando por fin logré reaccionar y llegué hasta donde se encontraban Tsū y el muchacho, él me tendió a la perrita muy tranquilamente mientras esbozaba una sonrisa.

—Debes ajustar su collar de modo que su cabeza no se salga, así.—Tomando la correa sin permiso, colocó ésta de nuevo en el cuello de la perrita para luego dejarla en el suelo.

—Oh, ya veo.—Murmuré extrañado, recuerdo que la última vez que la saqué a pasear su collar estaba a la perfección.

—Por cierto, gracias por tu pañuelo, Lele.

Entregándome el pañuelo y acariciando por última vez a mi mascota, el chico de los columpios se fue sin más. Había olvidado que mi apodo estaba bordado en el pañuelo.

Lele suena mucho más lindo cuando él lo dice.

swing ➳ renleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora