La verdad

342 24 6
                                    


Capitulo 6. La verdad

La lluvia había cesado después de toda una noche en el que cielo lloro con fuerza. Aquella mujer que se encontraba en la cama lentamente comenzó a abrir sus ojos, nunca antes se había dormido por tanto tiempo y gracias a ello podía sentir como su cuerpo había recibido un agradable descanso reparador.

Y entonces cuando abrió sus ojos por completo noto a la niña que la mantenía abrazada con fuerza, su cabello rojo se esparcía desordenado por todo el lugar dándole aquel toque ingenuamente infantil. Hinata solo pudo sonreír recordando perfectamente como aquella pequeña había intentado reconfortarla de su pesar, pero entonces notó que se encontraba en otro lugar...

No estaban ambas en el bosque. Y claramente alguien les había cambiado la ropa a ambos. Entonces dio un vistazo a su alrededor, sabiendo perfectamente donde se encontraba.

...En el departamento de él.

—Naruto-kun...—Sus labios lo nombraron a medida que su corazón latía con fuerza. No había forma alguna para hacerse la desentendida, tal vez sería la última oportunidad para ser completamente sincera con él. Con cuidado de no despertar a la criatura logro levantarse de la cama, agradeciendo que su tobillo no le molestara tanto como la noche anterior. Con paso lento pero decidido comenzó a caminar en busca de aquel hombre de rubia cabellera, que por culpa de sus indecisiones y dudas, había convertido la mirada de él en la más oscura mirada de tristeza.

Y entonces lo encontró con una taza de café observando por la ventana, por la imagen que en esta se apreciaba daba claro indicio que era de madrugada. El cielo seguía algo nublado dejando paso a un paisaje embarrado al igual que el dueño de aquella mirada azulada.

No sabía ciertamente que se encontraba pensando, pero se sintió como aquella adolecente tímida que lo miraba de lejos. Sus mejillas sin control se volvieron a enrojecer como antaño, pero esta vez no quiso controlar sus emociones.

No había resentimientos en ella, solo la culpabilidad de haber arruinado una maravillosa vida al lado de aquel hombre. Que mantenía una mirada perdida mientras miraba el fondo de su taza.

—Veo que ahora estas mejor, no veo problema para que vuelvas a tu casa con tu esposo, Otsutsuki—Entonces el rompió el encantamiento, volteándola a ver con esos ojos de hielo intenso, botándola a la realidad con un frio golpe en el suelo al tratarla con su apellido de casada.

—...Gracias por...

—Si hubiera sido por mi te hubiera dejado en aquel lugar, no me lo agradezcas...solo agradécele a MI hija.

Era irónico que cuando su mejor amigo estuvo cruzando los senderos del mal, él ni siquiera llegó a tratarlo con la misma frialdad con la que estaba tratando a la mujer con la que alguna vez se quiso casar, sin embargo lo hacía porque necesitaba de alguna manera arrancarla no solo de su vida, también de su piel.

—...Es una niña muy dulce—No solo estaba intentando lograr una conversación estable con él. También una parte de ella deseaba saber más sobre la niña, que hablaba de su padre como si le admirase...sin embargo nunca hablaba de su madre.

—Lo es...tal cual su nombre lo indica, es la única luz en mi vida—Dejo atrás su faceta de hombre distante para sonreír recordando la vez que su hija le había dicho con tanta emoción "Papi", sin duda aunque no fuera su hija de sangre la quería, la amaba como solo un padre podía amar un hijo.

La mujer de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora