Los vientos del presagio

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Capítulo 12. Los vientos del presagio.

Era cierto lo que su padre solía decir, era mejor no callar las cosas que uno sentía. Ella había pensado que era mejor indicarle a aquella mujer lo que había estado deseando desde el momento en que la vio.

Si tuviera que ella elegir una madre sin lugar a dudas la elegiría a ella.

Y sus nervios se disiparon al verla sonreír, sin lugar a dudas ella no se veía molesta por su deseo.

—Me encantaría mucho ser tu madre, Hikari-chan—Hinata conteniendo sus lágrimas acaricio con tanta dulzura la pequeña cabecita de la niña que de alguna manera ambas pudieron sentir un lazo especial que las unía.

Por su parte en un rincón escondido de la aldea la mirada penetrante de aquel hombre lunar observo el terreno. Tenía que hacer algo para impedir que la verdad surgiera a la luz, sabía perfectamente que una vez que Naruto se diera cuenta no dudaría en ir a buscarle.

—Pero... para ese entonces tendré ya un as bajo la manga—Murmuró comenzando a armar un simple maniquí para su fin. Si deseaba seguir saliéndose con la suya, tener a la Hyuga para sí y destruir desde lo más profundo a su único impedimento...tenía que hacerse de aquella niñata—¿Quién podría desconfiar de un niño? —Observando el cuerpo que comenzaba a armar.

Shion siendo una sacerdotisa tuvo que abrazarse así misma al comenzar a sentir un viento demasiado tenebroso que comenzaba a soplar en la aldea. Preocupada dejo de oír la voz de Naruto mientras miraba las nubes, todas las señales de la naturaleza indicaban "muerte".

¿Quién iba a estar en peligro de muerte?

— ¿Shion me estas oyendo?

—Disculpa Naruto, es solo que...—Sin poder de dejar de mirar el cielo

— ¿Algún presagio?

— ¿Estás seguro de querer seguir en este lugar con tu hija? —No lo decía únicamente por aquella mujer que claramente era "la mujer de la luna" que tanto Naruto relataba en sus cuentos, más bien presentía que ese mal presagio estaba demasiado ligado al rubio.

Y aquel hombre había sufrido lo suficiente como para tener que soportar una carga tan grande como el velo negro.

—No es que quiera quedarme, es que debo hacerlo. Esta villa es mi hogar, aquí hay muchas personas que cuentan conmigo... además quiero que Hikari conozca algo más de mi—Si bien él nunca había querido volver, con el tiempo había notado a sus amigos y con ello recodado todo lo que lo hizo ser quien era.

Y quería que Hikari aprendiera, que lo conociera y comprenderá. Porque tal vez en un futuro cercano volvería a retomar su vida de misiones, provocando que no pudiera estar con ella como antes.

—Quiero que ella me comprenda, que sepa que aunque no pueda estar siempre a su lado. No significa que no la quiera...

—Ya veo...—La rubia mujer solo dejo que sus labios formaran una sonrisa, al final de cuentas ella se había equivocado.

La llegada de Hikari a su vida había sido una bendición, había sido el pilar para mantener al Uzumaki en el buen camino. Si él hubiera cedido a su petición y la hubiera dado en adopción sin lugar a dudas ahora estaría viendo a otra persona.

—Aquella vez, cuando te pedí que la adoptarás... discúlpame estuvo muy equivocada.

—No tienes que disculparte, yo también había aceptado... de lo único que me arrepiento es de haberle provocado una gran desilusión a aquellas personas que deseaban a mi bebe como suya.

—Tranquilo, ellos encontraron unos pequeños gemelos que adoran como su vida...además, esa niña es tuya... no puedo verla en ninguna otra parte que no sea contigo...—Shion le tomo suavemente el brazo mientras le dedicaba una gran sonrisa.

Él le contesto, sintiendo que con aquellas palabras le daba el suficiente ánimo para seguir adelante y dejar de lado aquellos pensamientos que lo condenaban.

—Pero... tal vez con una familia normal, conocería incluso el amor de una madre...

—No, tú has sido tanto su padre como su madre, y aunque no hubieran lazos de sangre...ella te quiere, y tú la quieres.

—Ella merece una madre, una madre...no quiero que se sienta sola como alguna vez me sentí yo

—La diferencia entre ella...y tú, es que tú no tenías a nadie hasta cierta edad, en cambio ella... ella te tenia a ti y con eso basto para que ella te vea como un héroe.

Hinata la cual había salido después de haberle dado de comer a Hikari, oyó atentamente aquella pequeña conversación que se encontraba a mitad del pasillo.

Naruto sin lugar a dudas era el hombre más noble que jamás hubiera conocido. Y pensar que él pensaba que aquella pequeña no compartía ningún lazo con él.

—Deseo tanto poder contarte lo que yo se...—Murmuro con suavidad no pudiendo dejar de mirar al hombre rubio, si bien aún estaba encadenada por lo sucedido en el pasado y su falta de confianza.

Las fuerzas habían vuelto a ella y haría lo que fuera para volver todo a cómo debía ser.

—No importa si muero en el proceso...—La ex Hyuga juro desde el fondo de su corazón, para luego alejarse sabiendo que a pesar de todo aún tenía que ganarse nuevamente la confianza de Naruto. Y era mejor irse para que el pudiera entrar a ver a la pequeña.

Sin embargo no pudo evitar sentirse dolida cuando vio la cercanía de aquella rubia hacia Naruto. Si las cosas hubieran sido diferentes, ella seria quien estuviera tocando el brazo del hombre.

Cuando ya era algo tarde, en el interior de la mente de Naruto. En un lugar especialmente creado para que Naruto no pudiera llegar hasta que fuera el momento. Kurama volvía a estornudar por tercera vez.

Cada vez le era más difícil poder camuflar la verdadera identidad del cachorro. Aunque pronto ya no serviría de nada pues presentía que aquel Otsutsuki ya se había enterado de alguna manera lo que el por esos años había intentado ocultar.

—Ni creas que le harás daño a mi cachorra...

Mascullo molesto, sabía que Naruto era un despistado de primera pero decidió esconderle la verdad por la única razón de que la niña era demasiado pequeña y conociendo al muchacho este hubiera ido a la luna consumido por la venganza.

Porque todos caían en ella... incluso el ser más noble cuando se da cuenta que han dañado lo más importante para él.

—Solo un poco más... un poco más...

Y a pesar de los esfuerzos de Kurama, el viento siguió soplando de aquella manera que invocaba la infelicidad que solo la muerte pudiera traer.

—Aún no ha llegado...—Hinata llegó a la mansión dándose cuenta que su esposo aún no había aparecido, tenía tantas ganas de enfrentarlo pero había decidido callar hasta que Hikari estuviera mejor— Pero después...no te librarás de mi..."Esposo"

De pronto la puerta se abrió, y con él llegó aquel hombre que de alguna manera era tan culpable como ella por la infelicidad de su vida. Entonces noto como con él llegaba lo que parecía ser un niño, un niño que parecía un poco más vivo que los maniquís de la luna.

—Toneri

—Querida, él es Kurasa, Como te veía tan en gustosa con los niños... ¿Qué tal practicar mientras tanto?

Continuara

La mujer de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora