Capítulo 8: Emboscada

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Estoy en el show. Me veo vestido con las diminutas prendas que usan los chicos del piso de arriba. Tengo un tapado largo, una truza de cuero y botas que me llegan hasta la rodilla. Mi cuerpo se mueve como serpentina sobre el de Yesung. Él me besa, me acaricia y yo me siento tan perdido que sólo soy capaz de gritar volviendome uno con la muchedumbre del lugar. El show está a punto de comenzar. Los escuálidos y desgarbados cuerpos danzantes gritan, chillan y yo, a la par de ellos, desgarro mi garganta clamando por sangre. Traen al soldado cubierto con su capa negra y lo dejan luego al descubierto de todos nosotros. Es Kyuhyun y no está muerto, está vivo. Sus ojos están sobre mí y lo escucho gritar mi nombre, me pide ayuda e intenta extender sus manos hacia mí cuando uno de los tipos con las varas lo electrocuta. No puedo moverme. Sólo puedo gritar junto a la muchedumbre. Veo como la piel de Kyuhyun se convierte en parches rojos conforme su cuerpo comienza a quemarse. Ya no quiero ver, ya no quiero estar aquí. Entonces, de algún lado junto a mí, siento dos manos que toman mi rostro. Es Hyukjae que susurra: Despierta.

Cuando despierto estoy en mi oscuro cuarto y tengo las manos de Hyukjae sobre mis mejillas. Él está sentado sobre mi cama aunque en realidad apenas puedo verlo.

-Es hora de despertar - susurra - Debemos vestirnos, repasar el plan y comer. Iremos en cuanto amanezca.

Hemos pasado una semana planeando ésto. Hyukjae no tardó en encontrar algo con lo cual negociar y ese algo serán soldados muertos. Tengo viva la sensación de asco que sentí cuando él, simplemente, lo soltó sobre la mesa. Recuerdo haber chillado, pataleado y llorado hasta que él me hizo entender que, quisiéramos o no, habrían muertos en el asalto al refugio. Necesitamos aliados y además te necesito a tí en una pieza, me había dicho. Los días restantes hasta hoy me la he pasado intentando comprender pero cada noche he visto a Kyuhyun en aquel ring sufriendo y gritando por mi clemencia.
Cuando salgo de mi cuarto la mesa está dividida en dos. Por un lado hay armas, una más grande que la otra, y por el otro lado hay café, pan y estofado. Yo esquivo las armas y tomo mi ración de comida para sentarme junto a Sungmin.

-Todo irá bien - me dice con la boca llena y las mejillas hinchadas por el pan que mastica - Hyukjae sabe hacer negocios, y si sale algo mal, Heechul y yo los cubriremos.

No respondo y decido ocupar mi boca con un bocado de estofado caliente, aunque tengo el estómago tan tenso que a la tercera cucharada siento que quiero vomitar. Acabo obligandome a devorarlo todo, porque si algo sale mal necesitaré todas mis fuerzas para escapar y salvar mi vida.

- Bien - Dice Hyukjae dando comienzo a la reunión de logística - Henry, tú estarás vigilando. Te quiero en un edificio y en continua comunicación con Heechul y Sungmin. Ustedes están ocultos, pero listos para entrar. Yesung y Donghae vienen conmigo - Su mirada se detiene en mí -¿Aún estás seguro de que quieres ir al frente en ésto? - Yo asiento, porque temo que al dejar salir una palabra, todos aquí noten que estoy temblando -Bien - responde tajante - Nada de hostilidades, vamos a hacer amigos - dice y todos ríen mientras toman en orden sus respectivas armas. Yo reiría de lo irónica y bizarra que es la escena que tengo delante, pero no tengo ánimos en realidad.
Heechul ha tomado su arma gigante, la que despide bombas que logran derribarlo todo, y una pistola mucho más chica. Sungmin ha tomado dos pistolas largas. Henry se arma con una pistola pequeña y un radio, y Yesung y Hyukjae toman otras tan pequeñas como la de Henry. Finalmente, sobre la mesa, aguarda mi mochila con mi equipo de primero auxilios y algunas cosas que compramos en el boticario y , junto a ella, una pequeña pistola blanca.
Viajamos en dos vehículos. Henry, Heechul y Sungmin, se han adelantado para estar en sus posiciones mientras nosotros esperamos la señal para recorrer el medio kilómetro que nos separa de los futuros aliados. Me tiemblan las manos.
Cuando finalmente la radio de Hyukjae omite un zumbido para darle paso a la voz de Heechul, nos ponemos en marcha. El vehículo viaja lento, sin prisas. Es como si en realidad estuviésemos demorando nuestro arribo. Los dos minutos que nos demoraría recorrer el medio kilómetro, se convierten en cinco hasta que finalmente nos detenemos delante de una estructura enorme, hermosa y majestuosa. Ocupa una manzana completa y tiene al menos cuatro pisos, pero sospecho por unas pequeñas ventanas que veo en la planta baja que tiene un sótano o algo similar. Sus paredes son de un color ladrillo gastado y, por los extremos, el verde de la enredadera ha trepado hasta el tejado.

El sacrificio de la mariposa: Metamorfosis.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora